MODESTO
CENDOYA BUSQUETS
Modesto Cendoya Busquets, arquitecto
conservador de la Alambra de Granada entre los años 1907-1923, nace en Vera de
Bidasoa (Navarra) el 4 de noviembre de 1856 y fallece en Granada el 26 de setiembre de 1938. Sus padres fueron; José María Cendoya Aramburu
( Tolosa, (Gipuzkoa), 1818) y María Luisa Busquets Bull (Pasajes, (Gipuzkoa), 1820). José María en Pasai Donibane, contrajo matrimonio (1846), con María Luisa. Fruto de este
matrimonio tuvieron cinco hijos, José (1848), Antonia (1850) y Juana (1852),
nacidos en Pasai Donibane, mientras que
Anselmo (1854) y Modesto nacieron en Bera.
José
María Cendoya con el motivo de ocupar el cargo de empleado en el horno alto que
se construyó sobre la antigua ferrería de Olandia, se desplazó a trabajar de Pasai
Donibane a Bera en el año 1853, siendo su residencia la casa llamada
“Juanisenea”.
Modesto,
junto con su hermano Anselmo estudió en Madrid en la Universidad Central,
Facultad de Ciencias durante los cursos 1870-1874, residiendo mientras tanto en
la calle Fuencarral. Posteriormente, se tituló en arquitectura en la Escuela
Superior de Madrid en el año 1885.
Modesto Cendoya Busquets el 7 de setiembre de 1893, contrae matrimonio con María Adoración Cobos Maza, viuda de Paulino Castro Serrano, con el que se había casado en Granada el 20 de mayo de 1874. Este matrimonio tuvo al menos una hija, María Cendoya Cobos, y si habría que tener en cuenta los datos recogidos de los campos de concentración en Francia, también Modesto Cendoya Cobos. De mis investigaciones en Vera de Bidasoa, por censos, nacimientos etc. no encuentro ninguna persona con esta referencia, siendo un misterio sin resolver en la actualidad.
En ese año de 1885 llegó a Granada, para trabajar en sus comienzos en la reconstrucción de los pueblos afectados
por el terremoto de Alhama. Desde su cargo como arquitecto municipal, puesto
que ocupó hasta su jubilación en el año 1927, dirigió diversas obras, siendo en
sus inicios, el trazado para la apertura de la Gran Vía de Colón (1891) su
proyecto de mayor envergadura.
Como
profesional privado, la adscripción estilística de sus obras responde a los esquemas
formales de principios de siglo moviéndose entre el eclecticismo del Hotel de París
(1907) y el historicismo de carácter neoárabe, o la fachada de la Casa
Consistorial (1910), a su favor es la
aparición de un Patio de los Leones en el pabellón de España en la Exposición
Universal de Bruselas (1911), etc.
Es
autor del proyecto de la Azucarera San
Isidro, desarrollado el año 1901 y ampliado en el año 1920 por Felipe Giménez.
También participó en el proyecto de la construcción del edificio del Centro
José Guerrero, llevado a cabo por Indalecio Ventura Sabatell, así como en la
conocida como “La Casa de la Perra Gorda”.
Colaboró
como técnico municipal, y formando parte como arquitecto y vocal técnico junto al
ingeniero Julio Moreno en el nacimiento y origen de la Sociedad Sierra Nevada, (1912
– 1928).
Es
destacable también por parte de Cendoya su participación en la dirección y
construcción del hotel Alhambra Palace junto al arquitecto inglés Mr. Lowet.
Esta fue la persona que realizó los primeros planos del proyecto y cuya
construcción se llevó a cabo en los bosques de la Alhambra, en un paraje desde
donde se domina toda la ciudad de Granada. El hotel Alhambra Palace comenzó a
construirse en el año 1905, siendo inaugurado
por
el rey Alfonso XIII el último día del año 1909.
La faceta más
interesante de Modesto Cendoya, coincide
con su nombramiento como director de la Alhambra, por Real Orden del 1 de mayo
de 1907, cargo que ocupó es sustitución de Mariano Contreras (1890-1907) hasta
su destitución en 1923. Su cese fue motivado bajo la acusación de desidia y de ser el causante de numerosos e irreparables
destrozos arqueológicos y por todo ello fue destituido por el Director General
de Bellas Artes Sr.Weyler en febrero del año 1923.
Fue reemplazado en la dirección y conservación de la
Alhambra por Leopoldo Torres Balbás (1923-1936), cerrándose así la etapa más conflictiva de la historia contemporánea de la Alhambra.
A su vez, Torres Balbás, fue cesado el 25 de
agosto de 1936, por orden del coronel Basilio
León Maestre, Comandante Militar de Granada, que sustituyó al asesinado general
Campins, tras el golpe de estado consolidado en Granada el 21 de agosto. En
octubre de 1936, se le abre un expediente por Responsabilidades políticas,
siendo acusado de ser simpatizante del Frente Popular, por lo cual es depurado políticamente
y destituido como Arquitecto Director de la Alhambra. En su momento se denunció
a Modesto como uno de los inductores de esta destitución.
Nuevamente, en agosto del 1932 Modesto Cendoya
fue nombrado director Provincial de Bellas Artes de Granada.
La destitución de Modesto Cendoya en su cargo como
Director Arquitecto conservador de la
Alhambra de Granada, vino acompañado de una fuerte controversia, tanto local
como a nivel nacional, muestra de ello
es el contenido de la carta que se publicó el 24 de febrero de 1923 en el periódico la Época:
“Inopinadamente ha
sido destituido de su cargo el arquitecto conservador de la Alhambra, don
Modesto Cendoya. Protestas llegadas de Granada, de Centros y personalidades de
solvencia cierta, dan idea de la sorpresa y el disgusto que el brusco relevo ha
determinado. Y en fe que es significativo que todos cuantos conocen de primera
mano el problema, se prenuncien en favor del funcionario sustituido.
No se olvide que el señor Cendoya, arquitecto de brillante
historial, recibió la Alhambra, hace años, poco menos que en ruinas, y que él
la devuelve ahora consolidada, mediante eficaces exploraciones arqueológicas.
Es probable que entre los servicios prestados por el señor
Cendoya a la bellísima joya de nuestro arte arábigo se cuenten algunos yerros.
Si existen, debieran señalarse, porque es el caso que en una interviú celebrada
por el director general de Bellas Artes, señor Weyler, con un periodista granadino,
el único reproche que pudo formular a la labor realizada por el señor Cendoya
fue éste: que el arquitecto-conservador reintegraba al Tesoro público algunas
cantidades de las consignadas para las atenciones de la Alhambra.
Esto, que, desde luego, demuestra una honradez exquisita,
una gestión económica de ejemplar austeridad, pudiera indicar al propio tiempo,
sin duda, que el señor Cendoya descuidaba el estudio de nuevas obras. Pero si
esto es así, habría que señalarlo con diafanidad, para que la destitución del
ilustre arquitecto aparezca ante la opinión pública plenamente justificada.
Y no queremos razonar por nuestra cuenta. Nada tendría, en
cuanto a la persuasión del lector, la fuerza de los hechos que vamos a aducir.
Su enu- meración, siquiera sea muy incompleta, compondrá una hola de servicios
diurna de la mayor consideración. Veamos, pues, que ha hecho el señor Cendoya
como arquitecto-conservador de la Alhambra. Entra otras cosas, las siguientes:
Construcción de todo el alcantarillado de la Alhambra y
saneamiento general; obras que llevaron al estadio de los desagües exteriores y
arreglo del estanque de las Damas. Restablecimiento de toda la red de cañerías
para el surtido de las fuentes del Palacio y sus desagües. Recalzo de la
fachada Oeste del Salón de Embajadores y del tramo de muralla que une la torre
de Comares a la de Machuca. Recalzo de los cimientos del cuarto Dorado y del
Oratorio. Consolidación de la torre de las Damas, del patio del Harén, del muro
intermedio de las galerías y de Machaca, de la torre del Cadí y de las torres
llamadas de las Pañales. Arreglo de todas las solerías. Desmonte en la Alameda
de Santa María para llegar a su primitivo plano, descubriendo los canales,
albercas y fuentes murales de los jardines primitivos. Desmontes en el Portal
bajo, de las cuadras de Mondéjar y de todo el camino cubierto en el recinto de la
Alhambra, desde la Torre de los Picos, hasta la del Cabo.
Desescombro del patio de la Alcazaba, de la torre de las
Armas, rampas exteriores, etc. Como se ve por este índice rapidísimo, el señor
Cendoya ha venido atendiendo por igual las obras de saneamiento y las de
fortificación. Veamos ahora los descubrimientos arqueológicos, llevados a cabo:
de las Torre de Siete Sellos y de las Cabezas; de la pintura de moros de la
Torre de las Damas; de la interesante escalera que llega hasta la ribera del
Darro, pasando por las Torres del Peinador; de todas las edificaciones que
formaban la Maestranza del a Alcazaba, y entre ellas, los baños, la panadería,
los hornos de forja, la mazmorra, etcétera; del patio anterior al del Mexuar en
comunicación con la Puerta del Bosque, y como resultado de todo esto, una
infinidad de fragmentos de cerámica de diferentes épocas, y objetos de diversa
índole y alto valor artístico.
No tenemos por que desconocer que don Modesto Cendoya ha
demostrado poseer mayor competencia como arquitecto, que sensibilidad como artista.
A las exigencias de
su técnica profesional, ha sacrificado, según parece, algún aspecto parcial del
monumento: así, las talas del bosque, por ejemplo, no siempre necesarias
seguramente. Y en toda sugestión ha presidido, en efecto, un criterio de
restauración arqueológica mas que de conservación artística, Pero no olvidemos
que el problema de la Alhambra, antes que ningún otro de estética pura, era
simplemente de de ser ó no ser.
La Alhambra se venía abajo inevitablemente. La condición
frágil de su fábrica la condenaba a una muerte inmediata Sobre los
reblandecidos cimientos, las piedras amenazaban caer deshechas en polvo. La yedra,
sobre los decaídos muros que se cimbreaban, era como el abrazo de una muerte
segura... El señor Cendoya pasó los días de claro en claro, y las noches de turbio
en turbio, para estudiar los múltiples problemas que había que atender, a fin
de salvar el monumento.
Estudió trabajos particulares, que podían proporcionarle
pingües beneficios, y se dio por entero, con el máximun de su actividad, a la
Alhambra.
Y la Alhambra no se hundirá ya. Si en la Dirección
General, de Bellas Artes se ha creído que el señor Cendoya no ha tenido el
acierto por compañero inseparable de su gestión, fácil hubiera sido la creación
de un organismo que sir viera de garantía para que la iniciativa del arquitecto
no cediera en perjuicio del arte. Lo que no ha debido hacerse, es desposeer de
su cargo al señor Cendoya, airadamente, sin consideración alguna, entregándolo
inerme a la crítica indocta. Sin interés personal en el asunto, nada nos
importaría, en último término, el cambio de arquitecto, si el nuevo que haya de
nombrarse, reúne las condiciones apetecidas. Porque sería realmente lamentable
que el cese del señor Cendoya, que, discutible o no, significaba un programa y
un plan, inicie una nueva etapa de ensayos, de indecisiones, de idas y venidas,
le vueltas y revueltas...”
Sobre la
obra en general de Modesto Cendoya, el crítico José Álvarez Lopera, nos declara
que: “su la reputación, era sólida pero no tenía especiales conocimientos de
arte musulmán ni había realizado hasta entonces trabajos de conservación en
monumentos.
Hombre de
fuerte carácter y bastante ladino, contaría durante los años que permaneció en
el recinto (1907-1923) con el apoyo de la mayor parte de las instituciones
granadinas, de un sector de la prensa (especialmente del Noticiero granadino,
cuyo director, Juan Echevarría, había realizado la restauración del Oratorio de
la Madraza) y, sobre todo, de los dos caciques locales, La Chica y Rivas. A lo
largo de este período acabó por convertirse en el estandarte del bando de los
restauradores. Tenía, como ha señalado acertadamente Prieto-Moreno, una
"visión sintética del monumento". Para él, las diversas partes del
recinto estaban conectadas indisoluble y matemáticamente, de tal modo que un
descubrimiento (o la resolución de un problema) llevaba inexorablemente a otro.
De acuerdo
con esta teoría tenía el convencimiento de que era posible
"reconstruir" la Alhambra, llegar a su reconstitución tal y como
estaba a finales del siglo XV. Por eso acostumbraba a comenzar una obra y no
terminarla (cada vez que iniciaba alguna le surgían problemas que no podía
resolver hasta realizar otras investigaciones), le estorbaba el arbolado (que
para él sólo servía para enmascarar las líneas arquitectónicas del recinto
impidiendo "la consideración de la Alhambra como fortaleza") y no le
importaba librarse a reconstituciones como la reedificación del tramo de
muralla de la Torre del Cadí.
Lo que
entonces se llamó su "manía arqueologicista" está también en la base
de sus actuaciones más sonadas (como los desmontes de terreno del Partal y de la
Alamedilla, a la búsqueda de los niveles originales) y en la de sus más
notorias inhibiciones, ya que Don Modesto, tan proclive a emprender
investigaciones o restauraciones (algunas no poco engañosas y con su pizca de
fantasía) se negaba en cambio sistemáticamente a actuar en zonas que como la
Galería de Machuca, el Patio del Harem o el Convento de San Francisco, estaban
en peligro de hundimiento y necesitaban obras de consolidación”.
Modesto Cendoya, con
una reconocida inexperiencia en lo concerniente a la arquitectura
hispano-musulmana, y sobre todo respecto a la gestión y conservación de
conjuntos monumentales, su paso por la Alhambra se caracterizó por el
enfrentamiento con los sucesivos organismos encargados de su custodia, dado el
intenso afán restauracionista del arquitecto y su pasión por la Alhambra
arqueológica. Precisamente, en sus polémicas reconstrucciones y reposiciones de adornos
contó con la colaboración de Antonio Santisteban, director del taller de
restauración de la Alhambra, que habría de ejecutar el sorprendente patio del
pabellón de Bruselas.
La ausencia de rigor arqueológico en sus construcciones historicistas
se compensa con una cierta contención al aplicar elementos de procedencia
hispano-musulmana, generalmente neonazaríes, y moviéndose bajo parámetros
próximos al regionalismo. Su vinculación con determinados miembros de la
burguesía granadina le reportaron encargos donde desarrolló esta vertiente
cuyas fuentes bebió directamente del monumento a su cuidado.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales