PORTUGALETE-Santurtzi
Salvamento náufragos
Actas de las Juntas Locales de
Salvamento de Portugalete y Santurtzi en las que reflejan a la Junta Central de
Salvamento su participación en los naufragios sucedidos en el Abra durante los
años 1881/1882, años que coinciden con el inicio de la construcción del Muelle de Hierro de Portugalete
Junta local de
portugalete.
La junta local de Portugalete
intervino en el salvamento de diez personas de la barca Fermina, un bañista, ocho
personas de la barca Rosita, diez y ocho del vapor inglés Tartesus, y dos de la
goleta francesa Alma;)
Barca FERMINA
Las comunicaciones dirigidas por
el Presidente de esta Junta local, son las que siguen: A las ocho y media de
esta mañana he dirigido a V. E. el siguiente telegrama: Naufragó barca Fermina,
matrícula Coruña, tripulación salvada, detalles correo.
Hallándose fondeada la barca Fermina,
de la matrícula de la Coruña, en el abra de este puerto, con viento huracanado
del N.O. y mucha mar del ventado, le faltaron las anclas á cosa de las cuatro
de la tarde, viéndose precisados a dar vela, en cuya maniobra sotaventearon
bastante, y esto, unido a la dificultad de virar por avante a consecuencia del
viento y la mar, teniendo que hacerlo por redondo, hasta que en una de estas se
aconcharon sobre las rocas de la costa de Santurce, chocando con ellas, aunque
ligeramente, teniendo la suerte de sucederle en el momento que el buque se
ponía en vela de la vuelta N.E., en cuya vuelta siguieron hasta hallarse frente
a la medianía de la playa de las arenas de Guecho; en cuyo punto, ya sea por la
avería que en el timón y codaste debía experimentar el buque por causa del
choque contra las rocas, o ya porque se hallaba muy próximo a las rompientes de
la barra y le venía encima un fuerte chubasco, dio popa y se dirigió a
embarrancar en la referida playa, siendo las seis de la tarde, hora de la
bajamar, por lo que varó en el banco exterior y por consiguiente el más
peligroso.
Inmediatamente ordené a varios
mareantes de esta localidad, para que acompañasen a los individuos de esta
Junta que designé con objeto de que acudieran al sitio del siniestro, después
de comunicarles las correspondientes instrucciones, las que fueron cumplidas
satisfactoriamente, y por tanto evitaron el que tuviéramos que lamentar alguna
desgracia. fue el caso, Excmo. Señor, que la tripulación, bien por considerarse
en inminente peligro, bien por calcular que la pleamar era a media noche, o más
por el aceleramiento que suele haber en tales casos, se prepararon a echar la
lancha y embarcarse para dirigir a la playa, en cuyo trayecto es indudable que
hubieran perecido la mayor parte de los individuos; pero las personas que
mandé, a quienes también acompañaba el Ayudante de marina de esta sección,
llegaron a tiempo para darles voces y hacerles señas que desistieran de tal
maniobra, y lo consiguieron; teniendo después la satisfacción de ver venir al
buque para adentro, llegando hasta donde a las tres y media de esta mañana han
podido saltar todos a pie seco sobre la playa.
Durante la noche dispuse que
quedaran varios hombres de guardia, frente al buque náufrago, y con faroles
encendidos, tanto para prestarles el auxilio que pudieran, como para animar a
los náufragos viendo que se velaba por ellos.
Lo que elevo a conocimiento de V.
E. para su inteligencia y demás efectos.
Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete
8 de Junio de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr. Presidente
de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.
BAÑISTA
Excmo. Sr.: A cosa de las cinco y
media de la tarde del día de ayer, se oyeron voces de socorro y lancha, que
daban un número considerable de personas que se hallaban en la cabeza del
muelle de las Arenas, para salvar a un bañista que se estaba ahogando. Inmediatamente
di orden para que se tripulase una lancha de esta cofradía, la que, con nueve
remeros, patronada por el práctico lemán D. Pablo Sanz, se dirigió hacia el
sitio donde se hallaba nadando el individuo para quien se pedía el auxilio, que
era entre las fuertes rompientes de fuera en la playa de Lamiaco, sitio de
mucho peligro por la mucha mar que a la sazón había, y la fuerte corriente de
vaciante que llevaba en aquel momento.
Sin embargo de todo, ya por dar
cumplimiento a la misión que se les había confiado, ya por el ánimo que da
siempre un inmenso gentío que, desde ambas orillas tenía la vista fija en
ellos, y en el que reclamaba de ellos su salvación, o ya por ver en tan triste situación a uno de sus semejantes,
despreciando el peligro a que se exponían, tanto la embarcación que montaban,
como la vida de los que la tripulaban, se dirigieron con el arrojo nunca
desmentido de los marinos de esta cofradía, hacia el punto en donde se hallaba
el que sólo de Dios y de ellos esperaba su salvación, y consiguieron recogerle
con aplauso general de cuantos estaban presenciando tan triste escena.
Después de conseguido el objeto
principal, faltaba ver cómo se salvaba la lancha del peligro en que se hallaba;
pero ya por lo bien que maniobraron los que la tripulaban, o ya porque
comprendieron las señales que yo les hacía desde tierra, vinieron por el único
punto que podían salvarse, consiguiendo que poco después de las seis estuviera
sano y salvo en tierra el que momentos antes se hallaba próximo a perecer.
En aquel momento resonó un grito
general de suma satisfacción, tanto de los habitantes de esta villa, como de la
colonia veraniega que se encontraba en ambas orillas de la ría, y tras él, otro
indicando que abriera una suscrición para premiar el arrojo y comportamiento de
los valientes individuos que habían tripulado la lancha y salvado la vida del
citado señor. Inmediatamente abrí dicha suscrición, encabezándola en nombre de
la Junta local de Salvamento con la cantidad de 300 reales, y dispuse que el
Secretario de esta Junta, acompañado del Vocal D. Pablo de Carranza, recorriera
a los individuos que pedían se abriese dicha suscrición, y al poco rato
ascendía ya a 4.000 reales, y creo excederá bastante de esta cantidad, y lo que
resulte será distribuido del modo que esta Junta local y otros varios
individuos que también tomaron parte en la dirección y demás, considere más
conveniente.
Dios guarde A V. E. muchos años.
Portugalete 11 de Agosto de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo.
Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.
Noticiero Bilbaíno 12 agosto
1881, el bañista era un joven francés representante de comercio, Mr. Rousseau.
Barca ROSITA
Excmo. Sr.: En la tarde del día 7
del corriente, al franquear la barra de este puerto varios buques que se
hallaban fuera, con un fuerte temporal, la pasaron felizmente cinco de éstos.
Pero el sexto, que era la barca española Rosita, de esta matrícula de
Bilbao, al llegar a la barra le dieron tan fuertes golpes de mar, que la
arrojaron sobre el banco del N.E., en cuyo punto maniobró tan acertadamente,
que consiguió salir al canal; pero como para conseguir esto había tenido que
guiñar mucho S.O., y tan pronto como el buque estuvo a flote, tomó tal
arrancada, que antes de poder quitar esta guiñada se hallaron embarrancados en
el banco del S.O., a cosa de las cinco de la tarde, en donde si bien el buque
podía considerarse completamente perdido, había la seguridad de que la
tripulación sería salvada, así como la mayor parte de su carga, que se compone
de madera y tabla de pinotea. En su consecuencia, se trató de comunicarles las
órdenes que nos parecieron más acertadas, las que muy a nuestra satisfacción
fueron exactamente cumplidas.
Como era nuestro deber, nos
hallamos todos los individuos de esta Junta local en el punto más próximo
posible del buque náufrago, teniendo a nuestras órdenes a varios prácticos y
lancheros de esta cofradía, para verificar las maniobras o faenas que el caso
requería, hasta que a las nueve en punto de la noche les ayudamos a saltar en
tierra a los siete individuos de que se componía la tripulación del buque, con
la mayor parte de sus equipajes. A uno de los tripulantes, que se hallaba
enfermo, le mandé llevar al santo hospital de esta villa, y que inmediatamente
le asistiera el médico titular de la misma, y hoy tengo la satisfacción de
participar a V. E. que se halla completamente restablecido. Al resto de la
tripulación los acompañamos a una posada del muelle, en donde de antemano
ordené que para aquella hora les pusieran una buena cena y camas, en donde los
dejamos sumamente agradecidos y satisfechos.
Es cuanto tengo el honor de poner
en conocimiento de V. E. para su satisfacción y gobierno y el de esa Junta
central que tan dignamente preside.
Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete 11
de Diciembre de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr.
Presidente de la Junta central de Salvamento de náufragos. Madrid.
Vapor TARTESUS
Excmo. Sr.: En la mañana del día
de ayer, al salir de este puerto varios vapores cargados de mineral, a uno de
estos nombrado Tartesus, de nación inglés, se le inutilizó el hélice al
hallarse próximo a la barra, resultando que la corriente y la mar que estaba
algo picada le arrojaron sobre el banco del N.E., de cuyo banco se trató de
sacar en la marea de la noche, ayudado por dos remolcadores; pero sus esfuerzos
fueron infructuosos por haber fallado
dos veces el calabrote, y cuando fueron a tomarlo por tercera vez les dijeron
desde abordo que tenía agua en las bodegas, y por tanto no era conveniente el
sacarle, porque podría ir a fondo en medio del canal.
Por lo que, y en vista de la mala noche que
pasaron abordo sus tripulantes, se han conducido a tierra esta mañana en una
lancha de esta cofradía a los 18 individuos de que se componía toda la
tripulación. Es cuanto tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. y en el
de la Junta que tan dignamente preside.
Dios guarde á V. E. muchos años.
Portugalete 11 de Diciembre de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo.
Sr. Presidente de la Junta central de Salvamento de náufragos. Madrid.
Goleta ALMA
Excmo. Sr.: A las cinco y media
de la tarde de ayer, al franquearla barra de este puerto la goleta francesa Alma,
Dunkerque, que se hallaba en el abra de este puerto, desde la mañana, sufriendo
un fuerte temporal, lo hizo con tan mala suerte, que, debido a la mucha mar que
había y las fuertes corrientes, tomó una guiñada para el N. E., habiendo ido a parar
en el banco interior de la barra en dicha parte. Trascurridos que fueron
algunos minutos, maniobrando con mucho acierto, consiguió salir al canal; pero
al cerrar el timón, para ir a dicha parte, se mordió uno de los guardines de
éste, siéndoles imposible quitar la guiñada que llevaba para el S. O. donde
embarrancó en el punto llamado de la Peñota. Como la mar era gruesa y el viento
del N. O. duro con fuertes chubascos, el buque vino para dentro, yendo sobre
los restos del vapor español Hispalis.
Al ver embarrancar dicho buque,
el cual se consideraba completamente perdido, y viendo el peligro que corrían
sus tripulantes, se mandó una lancha bien esquifada para salvarlos, a la que le
fue imposible ir donde el buque se hallaba; en vista de lo cual se hicieron
todos los esfuerzos posibles para hacer llegar un cabo abordo, y después de trascurridos
tres cuartos de hora de estar en esta maniobra, y que había echado de abordo
una corredera con un salvavidas, la que vino bajo del muelle nuevo de hierro;
después de cogida ésta, se tomó otro cabo más grueso, con dicha corredera, el
que se amarró al expresado muelle, diciéndoles a los de abordo lo amarrasen a
la cruceta del palo mayor, siéndoles imposible por los fuertes balances que
daba el buque, amarrándolo entonces al tronco del palo, con intención de poner una
guindola para salvar los náufragos, los cuales corrían inminente peligro.
Pero viendo era imposible
salvarlos por dicho cabo, por ser fuertísimos los golpes de mar que rompían
sobre el buque y cabo dado a tierra, y ser mucha la resaca que había, y además
estaba ya oscureciendo, nos reunimos en Junta sobre el muelle, el Piloto mayor
de barra, Ayudante de marina, los individuos de la Junta de Salvamentos, varios
pilotos, prácticos lemanes y varios particulares de esta localidad; habiendo
acordado se aguantasen abordo, y entre tanto se diera otro cabo más grueso para
que, en caso de que el buque amenazara mayor peligro, se amarrasen a dicho cabo
para traerlas a tierra. Estando en estas maniobras, y siendo próximamente las
siete y media de la noche, descargaron sobre el buque tan fuertes golpes de mar
que hicieron a éste tumbar sobre el costado de babor, cayendo a la mar toda la
tripulación; no dando tiempo para poderlos salvar, según se había acordado: en
el momento se hicieron todos los esfuerzos posibles para salvarlos, metiéndose
en el agua la mayor parte de los que estábamos en el punto del siniestro, para
coger los infelices que flotaban sobre el mar; no pudiendo conseguir salvar más
que dos de los tripulantes, los cuales fueron seguidamente conducidos al
hospital, en donde se les acostó, prestándoles todos los auxilios necesarios.
Al cuarto de hora de haber zozobrado el buque, éste se hizo pedazos.
Esta mañana hemos estado varios
señores a visitar los náufragos, y al mismo tiempo les he llevado la ropa
necesaria para que pudieran vestirse, cuyos individuos se encuentran ya en
completo estado de salud, habiendo salido a la calle. La tripulación del
referido buque eran siete, inclusos el capitán y práctico, los que se salvaron
eran marineros.
Todos los que acudieron al sitio
del siniestro hicieron todos los esfuerzos posibles para salvar los náufragos,
siendo los que más se han distinguido por su arrojo y serenidad, debiéndosele a
ellos el haber salvado el segundo de los náufragos, son: Don Aquilino Babio,
práctico lemán de este puerto, José Babio y Benigno Escobar, marineros, todos
tres de esta localidad. Lo que tengo el honor de poner en su conocimiento y en
el de la Junta que tan dignamente preside.
Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete
27 de Marzo de 1882. Por ausencia del Sr. Presidente, el Secretario Alejo
Martin. Excmo. Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de
náufragos. Madrid.
El Consejo Superior dio las más
expresivas gracias al Presidente y señores que componen la Junta de aquel
punto, así como a los que tomaron parte en los salvamentos expresados.
Junta local de SANTURCE.
Salvamento de los tripulantes de un
bote de regatas y de la lancha Valiza.
El Presidente de la Junta local
de este punto, dirigió las dos comunicaciones que a continuación se expresan:
Excmo. Sr.: Esta Junta local, en
sesión celebrada en el día de hoy, y en virtud de lo que dispone el art. 6. °
de los Estatutos de la Sociedad, ha acordado comunicar a V. E. el naufragio
ocurrido ayer en esta Abra.
LANCHA
particular
fotografía de Xabier Burgaña.
Excmo. Sr.: Con motivo de las regatas
internacionales que se celebraron ayer en esta Abra, se presentaron varios
botes y lanchas y vapores a disfrutar de tan animado concurso. Uno de estos
botes, de vuelta de su paseo, se dirigió a cosa de las cinco de la tarde, a la
vela, en demanda de la ría. Al llegar a la barra, fue arrollado por un golpe de
mar, tumbándole un segundo golpe. D. Celestino García e Ibarra, vocal de esta
Junta local y auxiliar del piloto mayor, que providencialmente presenció el
siniestro, y comprendiendo la angustiosa y horrible situación de las personas
que en el bote se hallaban, bajó al puerto con la mayor presteza, y llamando a
seis marineros que en aquel momento encontró, y cuyos nombres se anotan más
abajo, montó la lancha Juanita que estaba más a mano, y salió con la velocidad
del rayo al socorro de los náufragos.
A pesar de hallarse el bote
náufrago a milla y media de este puerto, y tener que atravesar barra adentro,
con gran riesgo de sus vidas, por los grandes rompientes y la fuerza de las
vaciantes, recogieron y salvaron de una muerte cierta a las cinco personas que,
agarradas al bote, pedían socorro con gritos desgarradores, trayéndoles a este
puerto, en donde se les prestaron cuantos auxilios y atenciones su situación
exigía.
Al tener la inmensa satisfacción
de comunicar a V. E. este acto de verdadero heroísmo, llevado a cabo por D.
Celestino García, secundado por los valientes jóvenes marineros Manuel San
Martín y Ortiz, Damián Castillo y Burusteta, Nicolás Calvo y Gutierrez,
Valentín García e Ibarra, Tiburcio Echevarría y Echevarría y Luis Fernández y
Landeta, me creo en el deber, secundando los deseos unánimes de esta Junta
local, de recomendarlos eficazmente a V. E. a fin de que V. E., si lo estima
justo, los proponga a la Comisión ejecutiva o Junta Superior para una
recompensa pecuniaria a los tripulantes, a fin de que la gente de mar de estas
cofradías vea cuán beneficiosas son instituciones como la Sociedad española de
Salvamento de náufragos, que saben recompensar actos como el que cito más
arriba.
Por lo que se refiere a D.
Celestino García e Ibarra, cree esta Junta que es digno por todos conceptos de
una distinción honorífica, el que ya ha sido agraciado por otros varios actos
de salvamento, con la cruz de Beneficencia de segunda clase.
Todo lo que me apresuro a poner
en el superior conocimiento de V. E. para su satisfacción y efectos oportunos. Dios
guarde á V. E. muchos años.
Santurce 24 de Agosto de 1881. El
Presidente, G. de la Quintana y Murrieta. Excelentísimo Sr. Presidente de la
Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.
Lancha VALIZA o
bolisa
Excmo. Sr.: Apenas trascurrido un
mes desde que ocurrió el último naufragio en esta Abra, y ya tengo el triste
deber de poner en el superior conocimiento de V. E. el ocurrido ayer.
Hallábase, como de costumbre,
prestando el servicio de barra la lancha Valiza del piloto mayor, y el
ayudante que se hallaba abordo había atravesado la barra una vez en dos vueltas
para dar los pies de agua a los buques que, por ser la hora de la marea, una de
la tarde, pretendían la salida y entrada. Como las aguas subían con fuerza y la
mar rompía á tiempos sobre la barra, al ponerse la lancha Valiza de proa
hacia Portugalete, cayó una mar sobre ella y la volvió quilla arriba.
La posición de este puerto
permite que se descubra la barra por todos lados.
A los gritos de los que desde el
muelle del puerto y de las casas pedían socorro, acudió toda la población,
saliendo tres lanchas con la velocidad del rayo al lugar del siniestro, no
reparando al inminente peligro que corrían, sino al deseo de salvar la dotación
de la lancha náufraga, compuesta de ancianos en su casi totalidad.
Gracias a la celeridad con que
acudieron en socorro de aquellos, pudieron arrebatarse a la furia de las olas
nueve de los trece que montaban la lancha, recogiendo al décimo en muy mal
estado, pues que falleció apenas lo trajeron a tierra, desapareciendo bajo las
olas tres, que no fueron vistos.
No tengo palabras con que
expresar a V. E. el desgarrador aspecto que presentaba este puerto en aquellos
momentos; ni, aunque lo intentase, podría pintar las escenas de aquellos
tristes momentos, en que llenas de angustia las familias de los náufragos
miraban con ansia a las lanchas que volvían con los náufragos salvados, por ver
si entre ellos descubrían a los seres que en aquellos instantes eran su vida. Las
tres lanchas que salieron de este puerto, patroneadas por D. Aureliano Gutiérrez,
D. Juan S. de Sampelayo, expiloto mayor de barra, y D. Urbano Macho, vocal de
esta Junta, hicieron prodigios por socorrer a los náufragos; pues como he dicho
antes, la lancha Valiza había zozobrado en la misma barra, y se
necesitaba mucho valor, mucha abnegación y mucha práctica para atreverse a
atravesar los grandes rompientes de la barra.
Hallábase al mismo tiempo del
naufragio fuera de barra el vapor remolcador Volador, capitán D. Benito San
José, de Portugalete, quien al observar los movimientos de las lanchas y oír
las voces qué hasta el vapor llegaban, viró en redondo y se dirigió a toda
máquina al lugar del naufragio. Otra lancha de Santurce, que se hallaba entre
muelles de Portugalete, acudió también en socorro de la del piloto mayor; pero
la que en concepto de esta Junta local y de cuantos presenciaron el naufragio
merece especial mención, es la tripulada por D. Gumersindo Algorri, titulada Virgen
del Carmen, de este puerto.
Hallábase fuera de barra en el
momento del naufragio, y al notarlo, virando en redondo se dirigió a la vela
sobre la barra, cuidando de calar el timón y arriar la vela antes de llegar a
las rompientes. Tan vertiginosa era la rapidez con que andaba, que fue llevada
sobre una mar en una distancia de cerca de medio kilómetro, pasando como una
exhalación por el lugar del siniestro, evitando el choque con la lancha
náufraga y con el vapor. La seguridad con que dirigió el patrón Algorri su
lancha sobre una recta de tanta extensión, la sangre fría de él y de los cuatro
que lo acompañaban, fueron sin duda alguna causa de que no fuera arrollada por
las olas. Aquella lancha parecía un proyectil lanzado por un cañón de grueso
calibre y de gran potencia. Si grande fue la destreza, no fue menor la sangre
fría que demostró dicho patrón al ordenar quedasen con las camisetas solas, por
si eran lanzados al agua, y advertir que dos de los cuatro viniesen a popa de
la lancha, para que con el peso de los tres se hundiese más y gobernase mejor.
En resumen, todos hicieron en
esta ocasión cuanto humanamente fue posible por salvar a tantos infelices que
luchaban entre las garras de la muerte Adjunto acompaño una relación de las
lanchas, patrones y tripulantes que prestaron socorro en este naufragio, según
acuerdo de esta Junta local, para que se digne V. E., si lo cree conveniente,
proponer para una recompensa.
Dios guarde a V. E. muchos años. Santurce
22 de Setiembre de 1881. El Presidente, P. A. Pedro de Galíndez. Excmo. Sr.
Presidente de la Asociación Española de Salvamento de Náufragos. Madrid.
El Consejo Superior acordó otorgar medallas de
plata, de bronce y premios en metálico, a los patrones y marineros cuyos
nombres se expresarán en la Sección de recompensas otorgadas.
(datos recogidos del Anuario de
la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos).
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales.