ALBERTO PALACIO Y ELISSAGUE
Puente
Transbordador de Vizcaya 1893
Si el 28 de julio de 1893 se
inauguraba el Puente Palacio o Puente Transbordador de Vizcaya, hoy también
conocido como Puente Colgante o Puente Bizkaia, proyecto del arquitecto e
ingeniero Alberto Palacio y Elissague, en la revista La ilustración
española y americana el 15 de agosto de 1893 se publicaba la siguiente noticia
de este acontecimiento.
“El rápido desarrollo industrial
y mercantil de Bilbao reserva cada día agradables sorpresas. A una empresa
grande y arrojada siguese otra que la aventaja y a una obra gigantesca otra
mayor. El puente Palacio que cruza el Nervión en su desembocadura poniendo en
comunicación las Arenas con Portugalete y que acaba de inaugurarse en un buen
testigo de loque decimos.
El movimiento de viajeros entre Bilbao y los pueblos que sin impropiedad podríamos llamar sus arrabales es tal que sólo algunas cifras permitirán al lector imaginarlo, y vaya como muestra: el ferrocarril de vía estrecha de Bilbao a Portugalete transporta muchos más viajeros que los que salen y entran en todas las estaciones de Madrid reunidas. Tanto Portugalete como Las Arenas son poblaciones de mucha importancia donde vive gente rica a pesar de lo cual no tenían hasta hace poco más medio de comunicación entre si que los botes que cruzan el río.
La ilustración española y americana, 15-8-1893La ilustración ibérica, 26-8-1893
Hace años que el ingeniero Sr. Palacio venía estudiando el modo de resolver el problema de enlazar las dos márgenes del Nervión cerca de la desembocadura sin perjuicio de la navegación de río. Propuso primero la construcción de un túnel, después de un puente giratorio, y, por último, la de una vía férrea apoyada, por la cual circularía un bastidor metálico. Reconocidos los inconvenientes de cada uno de estos proyecto fijóse al fin en el que acaba de realizarse.
Consiste en cuatro torres, dos a
cada lado del río, de 45 metros de altura, la mayor conocida en las de este
sistema, y un tablero horizontal de ocho metros de ancho que va de unas a
otras, y en el que hay establecida una línea férrea de cuatro railes, sobre la
cual circula un tren de rodillos acoplados que soportan la plataforma o carro
transbordador. En este caben hasta 200 personas y un carruaje cualquiera que se
transportan de uno a otro lado como por el aire, fuera del alcance de las olas
en un minuto de tiempo, sirviéndose de un ingenioso y fácil sistema de
suspensión por medio de fuertes y resistentes cables cruzados a fin de
evitarlos efectos de los vientos fuertes que pudieran producir oscilaciones
peligrosas o molestas.
El movimiento es producido por
una máquina de vapor de 25 caballos situada en una de las torres, cuya máquina
mueve un cable sin fin, y como los movimientos de la plataforma son
independientes del agua, va y vuelve de uno a otro lado con gran suavidad.
El embarque y el pasaje se
verifican sin molestia alguna como en el más cómodo de los carruajes, y no
existe el temor de que un desperfecto interrumpa los viajes, porque están
tomadas todas las medidas y precauciones necesarias para sustituir en brevísimo
tiempo cualquier pieza u organismo que se deteriore.
El carro transbordador puede soportar 30.000
kilogramos y transportar sin inconveniente alguno caballerías, carruajes,
vagones con carga y hasta locomotoras.
El presupuesto total de la obra, concluida del
todo es de 670.900 pesetas, cantidad que excede algo de lo calculado según
ocurre en todas las grandes construcciones. El exceso se debió en esta a
inconvenientes surgidos en la ejecución de las obras. El de los gastos anuales,
entretenimiento y conservación será de 10.950 pesetas habiéndose calculado el
producto líquido anual en 96.000 pesetas.
En todo el tiempo de la construcción no ha
ocurrido a pesar de la magnitud de la empresa accidente ni desgracia alguna
entre los obreros.
Merece especialísima mención el ingeniero constructor que con mucho acierto y sin emplear andamio de ninguna clase ha montado los elevadísimos pilares de hierro del puente y el tablero horizontal, todo al aire, por medio de cables ingeniosos y pies derechos de madera de 4 metros de longitud.
En una palabra, la obra es de una
exactitud y una precisión admirables. Un puente rígido y en completo
equilibrio, cuyos pilares tienen 62 metros de altura y 45,10 metros desde el
tablero del puente hasta las aguas de la ría en la sobrepleamar equinoccial,
siendo la flecha del tablero 0,20 en sentido no horizontal y 160 de luz de eje
a eje de pilares.
Para dar una idea de la importancia que este
hermoso puente ha de tener en el desarrollo del tráfico entre ambas márgenes
del Nervión, bastará decir que pueden cruzarle hasta 10.000 viajeros diario sin
contar las mercancías, ganados y vehículos de todo género.
El Sr. Palacio, autor de esta hermosa obra
(que con tanta justicia lleva su nombre), ha tenido que luchar hasta terminarla
con toda suerte de obstáculos, principalmente con la desconfianza y los
desmayos de los interesados en ella, pero de todo ha triunfado, mostrándose en
la realización de su empresa energía y constancia extraordinarias”.
Esperemos que los actuales portugalujos y "areneros" admiren esta gran obra como lo hizo el autor del artículo.
ResponderEliminarMientras tanto la tumba de Alberto de Palacio es hoy en buena parte desconocida por los jarrilleros, además de tener su inscripción casi borrada y con algún sillar roto. Una tumba anónima, que bien merecería mejor conservación por parte del ayuntamiento de Portugalete.