HORNOS DE CAL- KISULABEAK EN BERA- NAVARRA
En la actualidad existen en Bera, alrededor de 35 hornos de
cal, cifra bastante inferior a los que
en su día existieron repartidos entre los caseríos y barrios de este pueblo. De la totalidad de hornos que hoy en día se
mantienen en pie, son escasos los que se
encuentran en buen estado de conservación, estando la mayoría o bien derruidos
o abandonados a la suerte de la maleza. Por haber estado situados en las
orillas de caminos, la construcción de nuevas pistas, ha traído consigo que algunos estén semiderruidos o desparecidos. Estos hornos son un testimonio vivo de una época en que su construcción fue vital para el desarrollo de la agricultura local, principalmente a causa del cultivo del maíz importado de América.
Durante el siglo XVII la plantación del maíz, originó
una desaparición paulatina en el cultivo del mijo y el trigo. La construcción y
explotación de las caleras, trajo
consigo una producción tal de cal viva, que por el simple efecto de modificar
la acidez de la tierra de labranza, mejoró la producción de los prados haciéndoles
más fértiles. A la vez que dicho material también se aprovechó en la
construcción y conservación de los caseríos. La llamada revolución del maíz vino
a paliar de alguna manera las consecuencias de la recesión de finales del siglo
XVI, relacionada esta principalmente por declive de las ferrerías, las escasas
cosechas y las epidemias. Hay que recordar las consecuencias de la guerra con
los franceses y el incendio de parte de Bera en 1638. De Bera se conoce que
hacia el año 1665 las ferrerías de Osinola, Olaberria y Marzadia, estaban paradas o derruidas.
Gracias a los diferentes trabajos realizados por Fernando Mikelarena
sobre el cultivo del maíz en Bortziriak, podemos conocer datos sobre su
expansión en esta Comarca “Uno de los cultivos más característicos de nuestra
zona ha sido el maíz. Importado de América, comenzó a cultivarse en la Euskal
Herria a principios del siglo XVII. La primera mención del cultivo del
maíz en la cuenca del Bidasoa data de Igantzi de 1634 y de ella puede pensarse
que aquella planta comenzó a cultivarse hacia 1615. El documento se encuentra
en el Archivo Diocesano de Pamplona y se corresponde con un proceso entre el
rector igantziarra, un tal Eguiamendi, y dos vecinos por la negativa de éstos a
cumplir con el precepto de pagar el diezmo, esto es, el diez por ciento de la
cosecha, en este, caso del nuevo cultivo. El documento tiene la referencia
Ollo, 792-21. (Fernando Mikelarena. “Cultivo del maíz. Bidasoa Ikerketa Zentroa”)
Por otra
parte existe la referencia de que en Bera, en el año 1723, al menos ya existía
un horno en el caserío Alqueguiberea, tal y como se expone en las
capitulaciones matrimoniales de una hija de Martín de Alquegui, dueño de dicho caserío.
(Julio Caro Baroja. “Vecindad, familia y técnica”).
Por barrios,
en Bera están distribuidos los hornos de
cal de la siguiente manera:
En Dornaku: Gorostipalo, Arazteneko borda,
Balkezenea y Dornaku.
En
Eltzaurdia dos
En Garaitarres: Babezin Garaia, Bastida,
Elarraldea, Eraustea, Saldes, Irazelaia.
En Kaule: Artalurra, Irazokibereko borda (2),
Maritxenea (2), Kaule-Larraina (2).
En Suspela: Garmendiko borda, Ensenen borda,
otros restos.
En Zalain, Txubiri borda y dos más Km77.
En Zia: Landazpi, Malaustea, Legarrea y
Portula (2).
En
Bera: Apeztegiko borda, Hegoaldea y Landazokua en los alrededores del
cementerio.
“Por su antigüedad y artesanía los hornos de cocido intermitente de llama larga: se preparan amontonando dentro del horno piedra caliza
sobre una bóveda de rocas calizas sin mortero alguno y quemando bajo ella
durante varios días de forma ininterrumpida, materiales procedentes de bosques
y setos (vegetales de todo tipo y especie).
Para construir el horno de cuba de llama larga,
se escoge un talud o desnivel de terreno próximo a caminos vecinales públicos;
es necesario un acceso fácil y cómodo a las regiones superior e inferior del
horno; además, es conveniente disponer en ambos lugares de bastante espacio
libre de obstáculos, para almacenar el material antes y después del cocido de
la hornada; como el transporte se hacía en Baztán con leras y carretas
arrastradas por bueyes o vacas, y volquetes, donbero, arrastrados por
mulos o ganado caballar, se procuraba dar acceso suave a la parte superior del
horno para el acarreo cómodo de la piedra caliza; el combustible vegetal se
almacenaba en la parte inferior del horno. La elección del lugar dependía de
las características del horno; si se trataba de un horno de propiedad particular,
se construía en las posesiones del dueño, no lejos de su domicilio; los hornos
de uso más o menos colectivo se levantaban en las proximidades de las canteras
de piedra caliza, sobre todo si se les iba a someter a un trabajo continuo de
fabricación de cal. Se
preparaba primeramente en el talud un desmonte en sentido vertical y se
colocaba el horno adosado al mismo, según planos específicos y bien experimentados;
el correr de los años había preparado artesanos que dominaban a la perfección
esta técnica…
Existió más tarde otra clase de horno de forma cilíndrica; se denominó de llama corta; en su interior se colocaban en capas alternadas trozos
de roca caliza y combustible vegetal, y a medida que se
extraía por su parte inferior la cal viva
recién formada, se iban añadiendo por la superior nuevas capas alternadas de mineral calcáreo y material combustible; se les denominó por esto caleras de
capas de producción continua.”(Vidal Pérez Villareal- Kisulabeak Dialnet)
El
trabajo de las caleras se solía realizar en primavera y en régimen de hauzolan,
obteniendo una producción cuya mayor parte se utilizaba para abonar la tierra de
labranza, operación que se realizaba cada tres o cinco años siempre dependiendo
de la calidad de la tierra y el volumen de su cosecha. A partir de comienzos
del siglo XX la falta de brazos para trabajar la tierra, los efectos de las
diferentes guerras, la diáspora, nuevos fertilizantes industriales, y el
abandono del cultivo del trigo y el maíz, hizo que el uso de las kisulabeak fuera
paulatinamente abandonado hasta llegar a la situación actual.
La situación
global actual de las kisulabeak en Bera es tan penosa, que de no producirse
una intervención de los estamentos
públicos para su conservación, es probable que a corto plazo la mayoría de
ellas desaparezcan por olvido y ruina. La declaración de Patrimonio de Bien
Histórico Cultural por parte de este Ayuntamiento,
la colaboración de particulares y Administraciones públicas es fundamental para
paralizar su deterioro. Bastaría, con aplicar la Ley Foral 14/2005 Patrimonio
Cultural de Navarra, en lo referente al Patrimonio Etnológico. “El Patrimonio
Etnológico de Navarra está integrado por el conjunto de bienes materiales e
inmateriales que son o han sido formas relevantes o expresión de la cultura y
modos de vida tradicionales y propios del pueblo navarro”.
También porque preservando este patrimonio
rural-cultural, poniendo en valor su potencialidad pedagógica y recreativa, facilitaría
que generaciones futuras fueran testigos de estos elementos arquitectónicos.
Dignos ejemplos de conservación y restauración, entre otros, los encontramos en
los pueblos de Legasa y en el barrio de Bergara de Arizkun.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
Fotografías en: https://youtu.be/FCpaa5RETxA
·Fernando
Mikelarena (Bidasoa Ikerketa Zentroa).
·Vidal
Pérez Villarreal, (Kisulabeak-Hornos de cal, Dialnet)
·José
Ignacio Homobono Martínez, (Continuidades y reinvenciones…,Diputación Foral de
Bizkaia)
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