TESTIMONIOS DE SANTOS ECHEVERRIA
En la actualidad existen escasos
testimonios escritos en primera persona de los primeros días de la guerra civil
en Bera. Por ello no deja de ser interesante recordar el testimonio de Santos
Echeverria, recogido por Ignacio Azpiazu en Ascain y publicado por José Miguel
de Barandiarán en su libro “La guerra civil en Euzkadi.
“Yo estaba en Vera (Navarra)
cuando estalló la Revolución. Vera es un pueblo, cuya opinión política está
dividida en: Requetés, U.G.T., Unión Republicana y Partido Nacionalista Vasco.
No puedo calcular el volumen de cada una de estas opiniones. A mí me sorprendió
el movimiento. El lunes siguiente al 18 de julio yo fui a trabajar como de costumbre
a la Fundición de Vera, donde haciendo una labor dura entre polvo y sudores
durante 8 horas diarias ganaba 6 pesetas al día. Entre los obreros iba ganando
terreno la idea socialista debido principalmente a que éramos deudores a la
República de las pequeñas mejoras que habíamos conseguido. Antes de la
implantación de la República trabajábamos 12 horas diarias y yo ganaba 3
pesetas, pues bien – como digo yo – fui el lunes a trabajar y pronto hubimos de
interrumpir nuestras labores porque unos obreros de Irún armados de pistolas y
escopetas se presentaron en la fábrica invitándonos de buenas formas a la
huelga, que se había organizado con motivo de la sublevación de los militares.
Estos milicianos fueron dueños de
Vera durante todo el día y toda la noche del lunes hasta las 6 de la mañana del
martes, hora que marcharon a Endarlaza. Ningún acto de violencia cometió, a
nadie molestaron ni detuvieron. A la seis y media del martes entraron los
requetés. Entre gritos de guerra y gestos de amenaza. Enseguida asaltaron los
centros políticos contrarios a ellos; robaron cuanto en ellos encontraron y
arrojaron por las ventanas sillas y mesas. Registraron todas las casas de los
que no eran carlistas y detuvieron a muchos, entre ellos a sus maestros
nacionalistas vascos, cuyos nombres no conozco, a un tal Echenique, a D.
Faustino Martínez, a Aldazábal apodado “Pistolas, a Cesáreo llamado “Sin rival”
y a un carabinero. A todos los llevaron a Pamplona y fusilaron a D. Faustino
Martínez, a Pistola, a Sin rival y al carabinero. Muchos hombres fuimos a
Francia, yo entre ellos y a todas las familias pusieron en el trance de o
reclamarnos a su lado o salir del pueblo.
A mi padre le dijeron que si no
volvía a Vera en el plazo de 24 horas fusilarían a él. Al llegar a mí esta
noticia volví inmediatamente a Vera. Mi primera impresión fue de temor. Supe enseguida
que se habían cometido muchos crímenes. Detenían diariamente 10-20 rojos y
nacionalistas, los llevaban a la cantera denominada “Argaiztzeko Arrobia”, los
ataban de pies y manos y los tenían allí durante todo el día. A todos los que
por allí pasaban se les obligaba a detenerse y a mirar a los que estaban
prisioneros en la cantera. Eran requetés y falangistas los que así obligaban a
los viajeros al grito:” Vista a la derecha” …” Vista a la izquierda”. A la
noche fusilaban a los detenidos a los cuales se les daba sepultura en el
cementerio o en el lugar llamado “Bartzalekua”, según que los ajusticiados se
hubieran confesado o no. Algunos hombres de Vera se veían obligados por los
requetés a hacer de enterradores. Entre ellos mi padre.
Yo estuve escondido en mi casa
desde que llegué hasta que fui llamado a frentes el 6 de agosto. Los que más se
distinguieron en Vera como entusiastas del movimiento fueron D. Ángel Garín,
que costeaba a los requetés a esplendidos banquetes y al P. Fernando que se
dedicó a reclutar voluntarios. Este religioso iba vestido con uniforme de
requeté y llevaba al cinto una pistola.
El 6 de agosto fui a Pamplona en calidad de
soldado. En Pamplona solían matar mucha gente. El público conocía el lugar y la
hora de los fusilamientos y solía asistir a las ejecuciones en masa
especialmente señoritas. A todos horribles espectáculos y para poner orden
solíamos ir 10 ó 15 soldados de cada compañía. Yo fui una vez. Aquella mañana
fusilaron a dos fornidos muchachos……..
Yo intenté pasar una vez a las
filas del ejército de Euzkadi en compañía de dos asturianos. La noche del
intento estábamos de guardia. Entablamos la conversación con los gudaris que
estaban a 80 metros de distancia. Ellos nos gritaban: “ya sabemos que estamos
perdidos; pero tendréis que conquistar Euzkadi palmo a palmo”. Esto nos
desanimó y desistimos de nuestro propósito.
Un día sin embargo decidí huir como pudiera. Simulé una carta de casa en
la que decía que mi hermana estaba gravísima. Pedí permiso para visitarla y
luego de mucho insistir conseguí lo que quería. Bajé a Durango, pedí asiento en
un coche de oficiales alemanes, llegué a Marquina, de allí a Elgoibar y por fin
a San Sebastián. Camino de Vera me detuvo un Guardia Civil, justifiqué con la
mentira de que mi hermana estaba enferma mi retirada del frente, estuve
escondido en casa unos días y un anoche oscura traspuse la frontera.
Aurelio
Gutiérrez Martín de Vidales
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