VICENTA MARTIN DE VIDALES ” LA
NAVARRILLA”- FLORENCIO VILLAR” NEGUS”
En el caso que me ocupa, es como el destino hizo que mi madre Vicenta y mi padre
Patricio se unieran al de Florencio e Isabel, y cuya consecuencia es que hoy lo
pueda relatar.
Leo; — “En
otras habitaciones, de aspecto tanto o más miserable, viven Escola, Bernarda de
los Santos, Barril, Gregoria, “la
Navarrilla” y muchos más. Por debajo del tabal entra el viento con furor.
Esto está lleno de ratas, de enormes proporciones. . . Parecen gatos por su
tamaño. Al hijo de Barril le ha mordido en una mano una de estas ratas.
Suele haber a veces prosigue numerosos enfermos, muchos de ellos
de enfermedades contagiosas. En la actualidad hay algunos tuberculosos, que
padecen accesos y vómitos de sangre. Tampoco los retretes tienen agua. . .
He aquí lo que hemos escuchado y presenciado. Más de 27
familias, unas 150 personas, viven hacinadas como bestias en inmundas pocilgas
infectadas y malolientes, en el fuerte de San Roque, conocido por Abisinia. Carecen
de los más elemental: de agua. Hay goteras los días lluviosos, penetra el
viento por todas partes; los olores son insoportables, abundan los piojos y
enormes ratas hambrientas, que clavan sus repugnantes colmillos en las carnes
famélicas y doloridas de estas pobres gentes. . . Hay enfermos de tuberculosis
que sufren vómitos de sangre. ”
Sobre el año 1934, una vez mal
acondicionados los restos de la que fuera una de fortificación de defensa liberal en las guerras carlista, conocido como Fuerte San
Roque o como también se le conocería Abisinia, sus habitáculos se convirtieron
en vivienda, y cuyos destinatarios eran aquellos vecinos y transeúntes que carecían
de ella.
Por ello, en ese año de 1935, mi
abuela María Soledad nacida en Santurtzi en 1882 con sus hijos nacidos en
Portugalete, Antonio en 1907, Patricio en 1909, Laura en 1913, María en 1915,
Aurelio en 1920 y Miguel en 1922, se vieron desplazados hasta ahí desde la morada donde vivían y habían nacido, en la calle del muelle viejo, Manuel Calvo Nº15. Tanto mi abuela
como mi abuelo León Aureliano habían accedido a esta vivienda en régimen de
alquiler en el año 1905, fecha de su llegada a Portugalete desde el vecino pueblo de
Santurtzi, su lugar de nacimiento. León Aureliano había fallecido en agosto de 1928.
La causa de buscar la familia cobijo
en el fuerte, parece ser que estuvo motivada por las reacciones en su contra debidas al estar la familia involucrados en la Revolución de Octubre de 1934, y una de las consecuencias, fue
perder el alquiler de la vivienda del muelle viejo.
Sea como fuere, allí les tocó
convivir con familias en situaciones semejantes a ellos.
En el Fuerte San Roque, se encontraba
también la familia de Florencio Villar Bueno e Isabel Hormilla Olarte, junto a
sus hijos nacidos en Portugalete, José Luis en 1929, Roberto en 1931 y Valentín
en 1933. Más adelante tendrían dos hijos más, Purificación que nacería en Mataró
en el año 1939 y Carlos en Portugalete en el año 1943. Florencio, gracias a sus
dotes de organizador, ejerció en aquel lugar como, portero y alcalde, etc. En
aquella Abisinia del barrio de San Roque, y que recogía el nombre a su vez de
la africana que esa época era portada en todos los periódicos, a Florencio le
tocó que le pusieran el apodo de “Negus”, como el emperador de aquel país Haile
Selassie, y desde entonces, fue y es conocido, como “Negus”.
Una vez que el ejercito franquista
entra en Portugalete a mediados de junio de 1937, las familias se dispersan, y
no es hasta su regreso a la Villa, alrededor de 1940 cuando cada cual busca
nuevas viviendas..
Acabada la guerra civil y
desaparecido el fuerte como vivienda, Floren y su familia pasaron a vivir a la
calle Víctor Chávarri N.º 5. Allí junto a su vivienda en la plaza del
ayuntamiento en uno de los dos quioscos que existieron, el bueno de Florencio “
Negus,” vendía golosinas y además nos alegraba con su simpatía.
Mientras esto sucedía, los Navarrillos
pasarían a vivir a la calle Abatxolo Nº9. Miguel junto a Aurelio trabajarían
como albañiles en la construcción del deposito de aguas, que ocuparía el
espacio del antiguo Fuerte.
Aurelio volvería a Portugalete en junio de 1939,
una vez que la guerra le había desplazado a Santander y posteriormente a Barcelona.
Patricio y Antonio como siempre, de marineros. Patricio y Antonio habían regresado a Portugalete en el año 1939, Patricio del
campo de prisioneros de Rio Seco en Valladolid y Antonio del de Santiago de
Compostela en Galicia. María Soledad y sus hijas Laura y María, se dedicaban entonces a la venta de pescado.
Patricio, vivía alternando entre la
casa de Abatxolo, y otra en la calle Santa María, junto a su mujer Felisa
Aguado Bastida, con la que se había casado en 1936, y sus hijos Araceli nacida
en Ortuella en 1936, Antonio nacido en Caen-Francia en 1937 y Miguel nacido en 1941. Felisa
desgraciadamente fallecería en junio de 1944. En abril había fallecido María
Soledad “La Navarrilla”. Araceli muy poco estuvo en esta casa porque tan pronto
como falleció su madre, hasta enero de 1948 que retornó a
Portugalete vivió con sus tíos en Ortuella. Esta será otra historia.
En el año 1945 llega a Portugalete mi
madre Vicenta Martín de Vidales Millas, nacida en Mora provincia de Toledo en el
año 1914. Su marido, Amalio Rodríguez Jiménez, condenado por un tribunal
militar franquista había sido fusilado en la cárcel de Ocaña, y ella a su vez
expulsada del pueblo durante un periodo mínimo de diez años. Su vida era insostenible en el pueblo que la
vio nacer. Viuda y con tres niñas pequeñas, aconsejada por familiares que
realizaron los trámites oportunos se desplaza a Portugalete, puesto que sus tres
hijas nacidas en Mora, Ascensión en 1936, Vicenta en 1939 y Carmen en 1944, eran ingresadas en la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso de Sestao.
La Congregación de las Esclavas del
Amor Misericordioso, había sido fundada en Madrid por La Madre Esperanza en la
Nochebuena del año 1930, y en 1933 ya había una congregación en Santurce y en
el año 1935 otras en Sestao y Bilbao. Esta fundación se distinguirá por su
sensibilidad social. La Madre Esperanza ve con claridad la guerra que se
avecina. Victimas particulares e inocentes serán los niños que en gran número
se verán huérfanos y abandonados, disponiendo las monjas el papel de madres.
Disponían sus estatutos expresamente que las hermanas comieran lo mismo que los
niños, y solo después que estos hubieran acabado, y que por lo menos un 25 por
ciento de los internos tuvieran estancia absolutamente gratuita.
Estas serían las buenas voluntades de
todas las congregaciones religiosas que acogieron a los niños en la posguerra,
pero la realidad total fue bien distinta, tal y como lo relata Almudena Grandes
en su libro “Las tres bodas de doña Manolita”
Vicenta, como muchos de los
emigrantes con escasos recursos con los que contó Portugalete a partir de la terminación
de la guerra, compartió con ellos la práctica habitual de buscar alojamiento en
una casa particular que les alojara como pupilos con derecho a cocina. En el
caso de mi Ama, su destino la llevó a la calle del Medio, en la casa de
Florencio “Negus” e Isabel.
Su
vida con la familia del “Negus” transcurre hasta 1948, año en el cual se casa con mi
Aita Patricio, pasando desde entonces a vivir a la casa de Abatxolo. Durante este
tiempo su medio de vida y sus ingresos económicas provenían de trabajos del
hogar en casas. Con dichos ingresos pagaba el alquiler y lo que le llegaba para
ayudar a sus hijas.
El como pudo llegar a conocerse Vicenta y
Patricio, pudiera ser de la siguiente manera. Las hijas de Vicenta estaban
internadas en Sestao en el Amor Misericordioso, Araceli que hasta los 11 años
había vivido en Ortuella y que estaba ingresada en el preventorio José Antonio de
la sección femenina de Gallarta, es llevada en enero de 1948 al mismo centro
sestaotarra, al igual que Purificación la hija de Florencio e Isabel.
Mis hermanas Carmen y Araceli
estarían en Sestao hasta cerca del año 1951, sin embargo, mis hermanas Ascensión
y Vicenta, antes de ir a vivir a la casa de Abatxolo, estuvieron unos años en
la Congregación que las Esclavas del Amor Misericordioso tenía en Bilbao.
Esto posibilitó con toda seguridad que las
tres familias se conocieran entre sí en las visitas a sus respectivas hijas a
Sestao, y que la consecuencia final fuera el matrimonio de Vicenta y Patricio. Con esta
unión, Vicenta recogió entonces el apodo de su suegra María Soledad, y era
conocida como Vicenta “La Navarrilla”, apodo a su vez trasmitió a sus hijas e
hijos.
Mi Ama con tres hijas, mi Aita con
tres hijos, y los cinco restantes que tuvieron entre ellos, y que llegamos a
este mundo de una manera escalonada, Nieves en 1949, Blanqui en 1951, Javier en
1953, Aurelio en 1955 y Arantza en 1957, formamos una familia en total 11
hermanos. En aquella casa que como me contó mi hermana Carmen, cuando no había
agua potable, cosa corriente, había que bajar hasta la fuente de la Canilla, y
subir los baldes a casa tapados con hojas de higuera para que no se
desparramara el agua. Un millón de anécdotas nos trae esta casa a sus antiguos
moradores……
A partir de entonces, la vida laboral
de Patricio es como marinero en el Sporting y en AHV. La pesca es un recurso
para ayudar la economía familiar de tanta prole.
Mi Ama Vicenta, titular indiscutible
y honorífica de todos los calendarios que quieran glosar a la mujer
trabajadora, desempeño infinidad de actividades laborales para sacar a sus hijos
adelante. Sea lo siguiente una muestra, que no la totalidad:
En el mismo portal donde compartía
vivienda con Isabel y Florencio “Negus” estaba la confitería de Barriocanal,
lugar donde se dedicó a realizar tareas de limpieza bajo el auspicio de Aurora.
Lo mismo que en el portal que estaba enfrente del suyo, en la casa de Rosaura, que
yo conocí y tengo un recuerdo de ser una mujer buena y cariñosa. Más adelante
trabajaría en casa de Pepita, igual de buena persona, con mi Ama se portaron
extraordinariamente.
En el centro de la calle del Medio o Víctor
Chavarri, la sastrería de Juan de la Fuente. Aquí mi madre trabajaba limpiando
y con el tiempo mis hermanas Carmen y Vicenta de costureras, junto a Nieves Larrea,
Lauri, Felisita, Ana Mari etc., Buenas trabajadoras, y si no lo fueran, la hija
de Franco, Carmen Polo, no hubiera encargado a esta sastrería hacerle un
abrigo.
Cuantos retales no habrá recogido,
guardados en la faldiquera Vicenta en la sastrería. Con estos después nos haría
apaños en la ropa. Arte, ganas y estilo la sobraba para regalar.
Frente a la sastrería, la pastelería
de Mendizábal, lugar donde trabajó junto a Araceli. Cada una en sus tareas,
bien diferentes, pero oportunas para sacar la casa adelante. ¡Qué buenos estaban
los manolitos de mantequilla! Trabajó en el matadero municipal limpiando vísceras, y en el Ojillo, en la carnicería de Lucita
donde se ganaba el jornal picando cebolla. En ello estaba el día que muy
embarazada de mi o de mi hermana Arantza se resbaló y casi nacimos en el
intento.
El estraperlo y el tren de la Robla
en el que viajaba, fueron medios para sacar provecho al excedente de pesca que
Aita traía a casa. Ir hasta Valmaseda para traer algo al cambio y engañar a los
del fielato, era un arte que manejaba con suma maestría. Sin embargo, las mejores
piezas, sobre todo jibiones, eran destinadas a equilibrar la balanza del fiado
de las tiendas de comestibles del barrio. Entonces, en los ultramarinos, las familias con sueldos escasos se compraba y se apuntaba la compra para liquidarla el día de paga.
Otra fuente de ingresos fueron los
colchones. Si Vicenta era buena en todo lo que hacía, como colchonera no tenía
precio. Las campas del lavadero y de Repélega son testigos de ello. Primavera y
verano las mejores épocas para la realización de esta actividad. Era ponerte en
la campa a varear, y pronto una mujer te preguntaba si se vareaba para casa o
para fuera. Si la respuesta era lo segundo en seguida se llegaba al acuerdo del
día y precio. Vicenta era tan honrada, que jamás por más que quisiera podría
llegar a rica con este trabajo. Cuantas vacaciones escolares a partir de
cumplir los 15 años, me hacía acompañarla a varear colchones. En aquel entonces me decía: Aurelito, hoy tenemos faena, y una Fanta ese día
me llevaba al gaznate. Hoy en día en mi casa siempre tengo una vara de avellano, es mi fiel compañera en mis paseos por el monte, y además me regala muy buenos recuerdos.
También estuvo hasta que alcanzó la
edad de 65 años, unos quince años trabajando en el bar Paco. Ni de esta
actividad, ni de las anteriores le quedó pensión alguna, unas porque ella no se
dio de alta y en otras porque no la dieron.
Vicenta hasta su fallecimiento en 1995, en los 50 años que vivió en Portugalete tuvo tiempo suficiente para dejar una huella, de la que estamos orgullosos sus descendientes. Trabajadora, cariñosa y amante de su marido Patri e hijos, nos enseño con su ejemplo, que la Vida es más sencilla si lo que hacemos, es con Amor.
Vicenta hasta su fallecimiento en 1995, en los 50 años que vivió en Portugalete tuvo tiempo suficiente para dejar una huella, de la que estamos orgullosos sus descendientes. Trabajadora, cariñosa y amante de su marido Patri e hijos, nos enseño con su ejemplo, que la Vida es más sencilla si lo que hacemos, es con Amor.
Esto, y muchas cosas más fueron
posibles a causa de que el destino trajera a mi Ama a Portugalete, que viviera en
casa de “Negus”, que pudiera conocer a mi Aita, y yo, que lo pueda contar, para
homenajear a todos y todas, que hicieron de su vida un sacrificio por sacar a su
prole adelante.
MAITE ZAITUZTEGU.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.