2 DE JULIO 1996 AHV, LAS MISERIAS
Aniversario del cierre
del horno María Ángeles de AHV. El 2 de julio de 1996 se realizó la última colada, y ese día me despidieron de la empresa, junto con un amplio colectivo de
trabajadores. Han trascurrido 25 años de este hecho, y noticias de prensa, exposiciones de imágenes
de la antigua siderurgia, recordarán esta efeméride. Yo lo haré a mi manera,
recordando lo que supuso para mi y mi familia este cierre patronal. Que no
difiere sustancialmente por lo que pasaron muchos más Compañeros.
El tiempo que trascurre entre la Marcha de Hierro, octubre de 1992 y el cierre de la mayoría de las instalaciones de AHV en junio de 1995, en
medio el viaje a Bruselas, es un periodo convulsivo en el seno de la empresa.
Un periodo que destaca sobre todo por el cierre paulatino de las plantas
productivas, (Baterías de Cok, hornos altos, talleres auxiliares, etc.) y con unas reestructuraciones internas que hacían necesario la recolocación del excedente de personal. Esto fue el
anticipo de las salidas geográficas a otras provincias, o meramente a otras
empresas de una parte de los trabajadores. Algunos, los más afortunados, recalaron
en la ACB de Sestao, y otros en la cercana planta de Bandas de Etxebarri. Otros
a causa de este proceso llegamos hasta Lesaka- Navarra, otros, los
que en buena o mala suerte jugó su destino, terminaron fuera de
las plantas que AHV tenía repartidas en el territorio nacional español. El resto de trabajadores salieron con indemnizaciones voluntarias o fuera de empresas del ámbito de la siderurgia española.
Fue además un periodo rico en solidaridad, y lazos
de unión con personas que en mi caso aún perduran. Tiempos que el desahogo, las
risas y la penas, o eran compartidas, o acababan contigo.
Periodo de enfrentamientos y debates internos,
donde los trabajadores nacidos hasta mediados del 1947 pugnaban para que se
cerrara la empresa cuanto antes, y así ellos poder pasar a una jubilación de
lujo. Donde su insolaridad hizo que se me cayera la venda de los ojos, y viera
que cierto egoísmo personal estaba muy por encima de la lucha de clases. Donde
el sálvense quien pueda era su primer mandamiento. Época en la cual era muy
normal escuchar por parte alguno de aquellos que administraban nuestro futuro con
cierto tufo de poder sindical, que ante una crítica te respondieran:” si por mi decisión
me tienes que llamar tonto o hijo de puta, pues llámame hp”. Unos
impresentables.
En mi Memoria Histórica de aquella época, que como
digo se debatía el futuro de la plantilla, uno pasó por contabilizar 52 días de
huelga sin salario, encerronas en la empresa e intervenciones diarias en las
asambleas de fábrica. Esto y más fueron generando el germen futuro con el que
me recompensaría la empresa, y los sindicalistas a los que les leía sus
vergüenzas, no a todos, a los más sinvergüenzas. Algunos de ellos estando protegidos por
unas siglas sindicales, robadas y aprovechadas sin ningún tipo de recato. Así,
sin proponérmelo, por el mero delito de defender con la palabra los derechos de
los trabajadores, entré en el apartado de represaliado laboral.
Aquellos mal llamados líderes, que convocaban paros
patronales los fines de semana, con la consiguiente pérdida salarial de los
trabajadores, salario que se ahorraba la empresa, mermaba y dividía a los
trabajadores, y ejercía un nulo efecto en una empresa abocada al cierre. Con qué
poco gusto escuchaban mis críticas. Era la ración diaria que tenían que
soportar, y cuanto les agradeció la empresa posteriormente por todo ello. Por
mi parte, cuantas amenazas veladas recibí, que luego se ejecutaron por parte de
la Empresa.
Fueron días
dignos por el mero hecho de estar acompañados por nuestras mujeres, ellas nunca
nos dejaron en la estacada, recibiendo también de lo suyo por parte de la
policía, en la defensa de los puestos de trabajo de sus maridos y el porvenir
de sus hijos. Donde la empresa no podía ejercer su poder, llegaba el de las
porras. No estuvieron todas, pero si las más significativas, las que estaban
convencidas que “pelear merece la pena”.
Mi actividad en defensa de nuestros puestos de
trabajo, pronto me hizo ver la realidad de que ni la empresa ni
los sindicatos harían por reconocerme y concederme lo que tenían firmado, y
además, a mi me pertenecía por derecho. En aquella época una vez que se tomó la
decisión del cierre total de la siderurgia, pocos apostaban por el futuro
laboral de los que más nos habíamos destacado y menos habíamos bajado la
cerviz.
Como recuerdo a mi amigo Eduardo González
despedirse el día que en una asamblea no pudo más ante tanta desfachatez y
anunció que pedía la cuenta. Nos llamaban violentos, cuando esta violencia era
producto de la rabia que producían sus actuaciones Que felicidad para los
tramposos, un enemigo menos. ESK era en AHV una referencia de sindicato
combativo.
Al ser oficial
instrumentista de 1ª desde el año 1978, con el cierre de las Baterías de COK el
31 de agosto de 1994, lugar donde trabajaba desde veinte años atrás, me hubiera
correspondido ir a cubrir plazas vacantes de mi categoría en Bandas de
Etxebarri, y en lugar de eso mandaron a compañeros míos de menor categoría y
experiencia. Aquella lista fotocopiada, que me pasaron bajo manga en la que mi
nombre aparecía subrayado con el apunte al margen “de quitar”, era definitivo
para saber que mi suerte estaba echada. Si me la pasaron a propósito con el
ánimo de ver mi reacción y humillarme, poco me conocían, jamás mi dignidad la
he expuesto en el mercado de la corrupción.
Mis años en las Baterías de Cok con: Isi, Ángel Incertis, Bergara, Jesús Gonzalez "Zalillo", recuerdos interminables.
Después del cierre de las Baterías, me premiaron con la aplicación del expediente de regulación de
empleo y posteriormente a finales de setiembre del 1994 con un puesto de obrero en la Colada Continua. Puesto que ocupé hasta el 1 de julio de 1996.
En este tiempo, salieron las plazas para cubrir los
futuros puestos en la ACB, me presenté aprobé los exámenes, y por lo tanto al
tener plaza me correspondía estar a la espera de acudir a los cursillos de
formación. No necesité mucho tiempo para darme cuenta de que tampoco contarían
conmigo y que se saltarían sus propias reglas. Esto no hubiera sido posible si
los que decían defender a los trabajadores hubieran actuado con principios y
dignidad, pero ahí cada cual miraba más las cifras sindicales que la dignidad y
los derechos de la totalidad de la plantilla.
Tenía entonces un jefe en expedición
de bobinas a la fábrica de Ansio, Bárcenas de apellido y que acabó en Sagunto. Él siendo
conocedor de que yo había aprobado y tenía por tanto una plaza en la ACB, me animaba y me
aconsejaba que no hiciera otros planes que no fueran el de trabajar en Sestao. El día
que se hizo pública la lista definitiva de trasladados y al ver que yo no estaba
incluido en ella me dijo :” Aurelio no hay derecho lo que están haciendo contigo,
son unos hijos de p…” Amigo, no te faltaba razón, pero al dar la cara por mí, la
empresa, y sus secuaces te castigaron con el destierro. Y es que la primera regla
de aquellos mezquinos se basaba en la máxima de "Roma no paga a traidores. Y
ser amigo o defenderme no cotizaba al alza.
Esta es la época en la que coincido con Eugenio
Cimarras en Expediciones de Bobinas, compañero de trabajo, de relevo y de ilusiones en el futuro
compartido a tierras navarras. Él y su esposa Pili nos acogieron en su casa de
Legasa cuando fuimos a Navarra trasladados y nos dieron ese calor necesario que
necesitan los desorientados. Recuerdo con mucha satisfacción el tiempo que pasé en
la colada continua. Entonces había muy buenas personas alrededor. Cerca, como
electricista trabajaba mí ya fallecido amigo, Isidoro Revilla; que feliz fueron
las horas que compartimos en el tajo y fuera. Que fácil era supervivir juntos. La lucha de Bilme, de Obrascón, en el año 1979 nos unió y de qué manera. Me llamaba "Aurelito el Rojo", y cuando vinimos a Lesaka me regaló el Estatuto de los Trabajadores, ya
sabía él que la cabra siempre tira para el monte. Existió un momento de nuestra
Vida, que juntos en la boca del tragante del Horno Alto María Ángeles, en una mañana
de escaqueo arreglamos el mundo y nos sobró tiempo. Isi, cuanto te he echado en
falta, en mi corazón guardo tu recuerdo y cuanto he llorado su ausencia.
Ante la imposibilidad de tener opción de encontrar
trabajo en alguna de las empresas que AHV tenía en Bizkaia, es el momento de
probar suerte, y solicito ir voluntario junto con Eugenio a trabajar a Lesaka. Él fue, yo no lo conseguí en principio, el fue en enero de 1996, yo en setiembre. Parecía que no existían argumentos en contra, y querían
quitar cuanto antes al personal e ir reubicándolos. A golpe de porcentaje los
de los sindicatos nacionalistas a Navarra, los de los sindicatos estatales a
Asturias. Hasta me animan como a otros, que, si podemos resolver el problema de
la vivienda antes de partir, es lo que llevamos por delante.
Así lo hago y en agosto de 1995, realizamos un
contrato de compraventa del piso de Santurtzi, recibiendo como primer pago un
millón de pesetas a cuenta, y que en caso de que decidera no seguir adelante,
con el acuerdo de devolver al comprador el doble. Me animo a esto porque la
Dirección de la empresa en Sestao en todo momento nos dicen que nuestra salida
sería teniendo en cuenta el periodo de escolaridad de nuestros hijos, o sea
sobre setiembre. Sin embargo, parte de mis compañeros irían en enero del
siguiente año y en mi caso, mi salida sería un año después, el 16 de setiembre de 1996, y después
de muchas aventuras.
La desgracia de la desaparición de mi Ama después
de una grave enfermedad sucede el 12 de octubre de 1995, al día siguiente, a pesar
de ser escasos los trabajadores que quedaban, los de las oficinas y alguno
desperdigado por los talleres, acudo a notificarlo y a colocar un par de esquelas en
la fábrica, tal y como era costumbre.
En aquel entonces trabajaban dependiendo del
departamento de RRHH mis compañeros Juan Luis García y Javier Estébanez. Juntos
habíamos coincidido trabajando en la empresa y a la vez estudiando psicología
en la UNED de Bergara y en Zorroaga. Con Juanlu me unía además que habíamos estudiado juntos electrónica
en la escuela de Minas, juntos trabajamos en AHV como instrumentistas en el
Control Térmico de Baracaldo y juntos formamos en 1978 los inicios del
sindicato LAB. Al primero que le di la noticia fue a Juanlu, y ante mi pregunta
de cómo estaba mi futuro, su respuesta fue; que veía algo raro, que no aparecía
en la primera lista de salida a Navarra, y lo mejor era preguntar en RRHH de Baracaldo.
Juan Luis García, es el culpable de las horas felices que me
han regalado músicos como: Tangerine Drean, Mike Oldfield, Pink Floyd, que por
cierto gracias a Mike Oldfield la Marcha se me hizo muy llevadera escuchando
rato si y rato también, su Tubular Bells II, publicado ese año.
Hacía allí me encaminé y acto seguido me dirigí a la
oficina del responsable de RRHH, Miguel Angel Lujua. Le conté el motivo de mi
presencia, la muerte de mi madre y a la vez querer ser conocedor de mi futuro.
Ante una pregunta suya de cuál es mi nombre y apellido, el me respondió, “tú eres el
famoso Aurelio, si por mi fuera no trabajarías en una empresa que tuviera más
de tres trabajadores”. Su oferta ir a trabajar a un almacén a un pueblo de
Murcia, El Palmar, o bien a Badajoz. El mundo se hundió a mis pies ante tal
oferta y ante ese ser tan despreciable. Le hago el comentario de que, ante
premisas de la empresa, había apalabrado la venta del piso, su respuesta fue,
que ese sería mi problema que la salida de personal la firmaba él y nunca me permitiría
trabajar para AHV. Aunque hoy en día ya no tenga rencor por aquella vivencia,
no quiero ni tengo necesidad de olvidarlo, porque su nefasta actuación fue una
enseñanza de Vida para mí, y ejemplo de lo que no hay que hacer con tus
semejantes. Este individuo llegó a ser presidente de Confebask, será normal, en
el infierno solo se admite a la malicia.
Pasado un tiempo, una persona de confianza que
llegó a conocer y a leer mi expediente socio laboral, me dijo que un tonto a
las tres había anotado entre otras lindeces “habla en las asambleas con el EGIN
debajo del brazo”. Lo del expediente era muy común, empezaron con el régimen
franquista y continuaron con sus maneras policiales.
Quiso que la diosa fortuna, o quizás el reciente
espíritu fallecido de mi Ama, que, al salir de la oficina pasara por el
pasillo Javier Estébanez. Nos saludamos, hablamos, y como a Lujua le pareció extraño
que me conociera, le hizo pasar y Javier a mí me hizo esperar. Después tomando
un café, me comentó que el impresentable le había interrogado sobre mi persona
y que opinión tenía de mí. Javier, lo cual siempre le estaré agradecido, le
dijo que independientemente de mis ideas políticas, laboralmente y como persona
no tenía ninguna queja.
Buscaron entonces una solución, mandarme al almacén
de Villabona en Guipúzcoa, bueno no está mal, superaba la primera oferta,
seríamos 7 los trabajadores. Para ello me tenía que formar, sobre todo en
informática, y mientras pasaba el tiempo que yo me formaba en una academia, mes
a mes me iban dando largas, y por lo tanto otra vez crecía la inquietud de mi futuro laboral. Pero no era así, casualidades de la
Vida, y que conocí posteriormente por mi situación sindical en Lesaka, había en
aquel entonces dos eventuales parientes de unos que habían hecho del sindicato
su profesión, aunque todos éramos afiliados ELA, que al ser conocedores de las
plazas que había en Villabona, hicieron internamente todo lo posible para que
sus parientes fueran al almacén y yo ocupara el puesto de peón en la planta de Lesaka, lo cual alargaba mi salida de Bizkaia.
Así por ese giro del destino, bendito destino,
acabé en Lesaka y no de almacenero en Villabona. Eso sí, con la gratificación
de la pérdida anual de un millón de pesetas, quinientos euros mensuales de hoy en día, con la categoría de peón, y con el compromiso por mi parte a Javier
Estébanez de que aparcaría temporalmente mi ímpetu defensor de causas perdidas.
Administraban por cuenta propia en aquel entonces
la sección sindical de ELA en Lesaka, unos individuos que se asemejaban a
Mortadelo y Filemón, con más mando Mortadelo que su paje. Como todos los
ruines, administraban el sindicato como un cortijo propio, manejando sobre todo
a los trabajadores eventuales que no eran pocos, como mercancía propia. La
Dirección de la empresa les dejaba hacer, con pingues beneficios para este par
y sus compinches. Personas soberbias y carentes de escrúpulos humanos. De las
miserias y de comer de la mano de su amo habían llegado al convencimiento, que,
aunque a su hábitat natural les correspondía los oficios destinados a los
criados, solo por el mero hecho de compartir con él la misma finca, se querían
igualar al dueño.
Por aquel entonces, y hasta que me desengañé, los
viernes solía acudir a las concentraciones en favor de los derechos presos que
se realizaban en Bera. Un día, sin embargo, uno de este par de trúhanes
conocedor de estos hechos, me insinuó que el sindicato no veía con buenos ojos
estas presencias mías en el puente, literalmente le mandé a la mierda. A partir
de entonces, sería sobre el año 1998, con esta gentuza, palo y a la cabeza.
En agosto
del año 2002, y con las elecciones sindicales en ciernes, visto que su
situación en ELA era ya inaguantable, estos individuos quisieron dar un golpe
sindical, pasándose a otro sindicato de ámbito nacional UGT, queriendo de paso que
lo hiciéramos todos los afiliados, en una jugada estratégica propia de cortos
mentales. Ahí comenzó su declive personal y mediático, acabando con una patada
en el culo, cambio de cromos y olvídame por parte de la Dirección de la
Empresa. La causa, un grupo pequeño, pero leales a ELA reorganizamos el
sindicato con excelentes resultados. A partir de entonces, los nuevos actores
en escena obligaron a los amos del cortijo a diseñar otra estrategia. Y una vez
más se cumplió la máxima, de "Roma no paga a traidores". No sé por qué asociación
de ideas, pero estos individuos siempre me recuerdan a los requetés de 1936.
Gracias a la
situación que se generó en ELA, con la salida de esta cohorte de
impresentables, de mis últimos 20 años que han trascurrido en esta planta, los
buenos momentos superan con creces a los malos, destacando los 14 años que
dediqué a lo que mejor he sabido hacer, defender los derechos de los
trabajadores, siempre con la máxima de dar, sin esperar a recibir nada a
cambio.
tengo claro que el no ser dueños de nuestro destino
ni planificar a ciencia nuestro futuro, mi presencia en Lesaka le ha supuesto a
más de uno una amargura que les durará hasta el final de sus días, de lo cual
me alegro.
Ahora bien,
como lo cortés no quita lo valiente, les doy las gracias a los que sin proponérselo
me han dado la oportunidad de conocer a unos Amigos, de los que ya no quedan,
aquellos, que lo que te dan lo hacen con una sonrisa. Gracias, a Larri, Txema,
Xanti, Patxi, pude y puedo cuando coincidimos, ser una persona feliz.
Gracias
también porque me dieron la oportunidad de conocer a compañeros como: Edurne, Marivi, Luis Mari,
Xabiko, Javier Arregui, Josu Iriondo, Andoni Viana, Burgaña, Obeso, Briones, Santiago Ybargaray, Carlos, Imanol, Jon Garmendia, Montxo, Manolo, Félix, Batti, Santi, Fernando Santa María, y muchísimos más.
Gracias a Marisa y Toño, porque nos demostraron con sus actos el verdadero concepto de la Solidaridad.
Y por encima de todos los agradecimientos a Asun y Lorea que fueron las que me mantuvieron vivo y solidarias con mis convicciones.
Y tengo la necesidad de contarlo, porque existimos
mientras alguien nos recuerde.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.