sábado, 21 de octubre de 2023

 

FUNERALES DE MARÍA DEL CARMEN LUISA DEL CAMPO URRUTIA 

Y DE  MIGUEL RICARDO MURRIETA DEL CAMPO



Así como son abundantes y conocidas las noticias  referentes a Cristóbal Pascual de Murrieta Mello, no lo son tanto las que se conocen de su esposa María del Campo Luisa del Campo Urrutia natural de Lima (Perú), y por ello esta noticia publicada en el periódico Irurac-bat el 17 de julio de 1861, sirve para llenar parte de este vacío.

“Nuestro corresponsal de Santurce nos escribe lo siguiente con fecha del 17 de julio:

Por la tarde de antes de ayer día 15, hora en que tengo por costumbre dar un paseo por el camino de Portugalete, me vi sorprendido al encontrarme con un carruaje tirado por un caballo conduciendo un gran bulto, cubierto de un manto negro, al cual seguía un coche particular en el que se veían tres o cuatro personas. Como no podía menos de llamarme la atención cuadro tan triste y mucho menos no teniendo antecedente alguno, quise informarme v me encontré con que eran las cenizas de la excelentísima Sra. doña María Carmen Regalado del Campo de Murrieta y de su hijo D. Miguel Ricardo, las que cubría aquel misterioso manto.

Los interesados de éste lamentable cuadro, quisieron sin duda no se supiera en el pueblo su llegada para dar la sepultura al día siguiente después de hacerles una función o ceremonia eclesiástica en esta parroquia.

Más a pesar de esto, salen al encuentro muchas personas, así como todas las niñas internas y demás que se hallaban en el establecimiento de la Cruz, con sus maestras las señoras religiosas, dirigiéndose en gran número al cementerio, en donde quedaron depositados aquellos restos.

                                                                 Entierro del marqués de Murrieta
                   

Al día siguiente aparece todo el pueblo vestido de luto, abandonando sus faenas, y llegada la hora de las diez, sacan del citado cementerio diez robustos jóvenes, dos magníficas y elegantes cajas forradas de terciopelo azul y adornadas con gusto exquisito, las que contenían aquellas cenizas. Tras ellas y después de los eclesiásticos aparecían los señores individuos de este ayuntamiento, y luego innumerables personas, formando un acompañamiento vistoso, por encontrarse en su centro más de cuarenta niñas vestidas de blanco con sus bandas negras, educandas del dicho establecimiento, prolongándose desde el mismo cementerio a esta iglesia parroquial en la que ya aparecían multitud de gentes.

En este santo lugar ruegan todos con el mayor fervor el eterno descanso de tan bondadosas almas, mientras concluye la triste ceremonia, después de la que son de nuevo trasladados los restos al Camposanto y depositados en una urna subterránea de la capilla construida últimamente.

Las siete de la tarde de este día serían, cuando aparece un coche y circula la voz de que había llegado a este pueblo el Excmo. Sr. D. Cristóbal de Murrieta y su simpática hija la señorita doña Carmen. Y el pueblo santurzano queda considerando tan particular coincidencia, pues momentos antes acompaña triste y tembloroso a su última morada a la esposa y madre, de quienes ahora se complace y consuela en conducir a su casa nativa.”.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

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