FUNERALES DE MARÍA DEL CARMEN LUISA DEL CAMPO URRUTIA
Y DE MIGUEL
RICARDO MURRIETA DEL CAMPO
Así como son abundantes y conocidas las
noticias referentes a Cristóbal Pascual de Murrieta Mello, no lo son
tanto las que se conocen de su esposa María del Campo Luisa del
Campo Urrutia natural de Lima (Perú), y por ello esta noticia publicada en el
periódico Irurac-bat el 17 de julio de 1861, sirve para llenar parte de este vacío.
“Nuestro corresponsal de Santurce
nos escribe lo siguiente con fecha del 17 de julio:
Por la tarde de antes de ayer día
15, hora en que tengo por costumbre dar un paseo por el camino de Portugalete,
me vi sorprendido al encontrarme con un carruaje tirado por un caballo conduciendo
un gran bulto, cubierto de un manto negro, al cual seguía un coche particular
en el que se veían tres o cuatro personas. Como no podía menos de llamarme la
atención cuadro tan triste y mucho menos no teniendo antecedente alguno, quise
informarme v me encontré con que eran las cenizas de la excelentísima Sra. doña
María Carmen Regalado del Campo de Murrieta y de su hijo D. Miguel Ricardo, las
que cubría aquel misterioso manto.
Los interesados de éste
lamentable cuadro, quisieron sin duda no se supiera en el pueblo su llegada para
dar la sepultura al día siguiente después de hacerles una función o ceremonia
eclesiástica en esta parroquia.
Más a pesar de esto, salen al encuentro muchas personas, así como todas las niñas internas y demás que se hallaban en el establecimiento de la Cruz, con sus maestras las señoras religiosas, dirigiéndose en gran número al cementerio, en donde quedaron depositados aquellos restos.
Entierro del marqués de Murrieta
Al día siguiente aparece todo el
pueblo vestido de luto, abandonando sus faenas, y llegada la hora de las diez,
sacan del citado cementerio diez robustos jóvenes, dos magníficas y elegantes
cajas forradas de terciopelo azul y adornadas con gusto exquisito, las que
contenían aquellas cenizas. Tras ellas y después de los eclesiásticos aparecían
los señores individuos de este ayuntamiento, y luego innumerables personas,
formando un acompañamiento vistoso, por encontrarse en su centro más de
cuarenta niñas vestidas de blanco con sus bandas negras, educandas del dicho establecimiento,
prolongándose desde el mismo cementerio a esta iglesia parroquial en la que ya
aparecían multitud de gentes.
En este santo lugar ruegan todos
con el mayor fervor el eterno descanso de tan bondadosas almas, mientras
concluye la triste ceremonia, después de la que son de nuevo trasladados los
restos al Camposanto y depositados en una urna subterránea de la capilla
construida últimamente.
Las siete de la tarde de este día
serían, cuando aparece un coche y circula la voz de que había llegado a este
pueblo el Excmo. Sr. D. Cristóbal de Murrieta y su simpática hija la señorita
doña Carmen. Y el pueblo santurzano queda considerando tan particular coincidencia,
pues momentos antes acompaña triste y tembloroso a su última morada a la esposa
y madre, de quienes ahora se complace y consuela en conducir a su casa nativa.”.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales
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