VILLA PATATA
Uno de agosto, mes por antonomasia vacacional y del que conque rapidez hemos pasado de
aquel slogan de Rosa Diez” veranea en Euskadi”, a este otro “si te quedas en
Euskadi todo el verano, no tienes nada que contar”.
Por eso una alternativa a los altos costes y a
la masificación en periodo estival vacacional puede perfectamente ser a lo que
han recurrido durante varios días los navarrillos y patateros de Gasteiz. Días para recordar aquellos tiempos pretéritos, donde con poco hacíamos un mucho.
Para ello es imprescindible disponer de un terreno
propio, o prestado por una amistad, donde poder plantar una tienda de campaña siendo su cavidad no mayor a la de cuatro personas, o sea lo que sería en exclusividad para los de casa. Para su puesta apunto es necesario poner en conocimiento esta actividad y hacer
caso a las recomendaciones del vecindario. Imprescindible que la estancia sea
con contrato unifamiliar y negociada día a día, a ser posible durante las
cenas.
En el caso que nos ocupa, el lugar elegido
está lo suficientemente alejado de la capital para no ser invadido por ruidos
y visitas inesperadas. El terruco dispone
de piscina, bañera, wáter químico, agua caliente por el sol y fría
en su medio ambiente. Productos hortícolas de primera mano, campo para correr y
montes alrededor para recorrer. Naturaleza en estado puro en un resort de semilujo.

Se dispone de todas las herramientas
necesarias para que tengas los brazos y la mente ocupados. El huerto es el
mejor yoga y gimnasio, mente y cuerpo. La comida cocinada a gas o leña. Los asados solo con
leña. Sin televisión, también se puede prescindir de
internet, y los más jóvenes tienen bastantes ocurrencias y juegos entre manos
que no da tiempo al aburrimiento.
Un lujo, barato y sin estrés. A veces la
felicidad está en la puerta de casa, y no hay que pagar con tarjeta para
saberla disfrutar.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales