viernes, 5 de mayo de 2017

HARRIAK – LAVADEROS DE BERA

HARRIAK – LAVADEROS DE BERA


Durante años y hasta bien entrado el siglo XX, la falta de agua corriente en las casas, obligaba principalmente a las mujeres a acarrear este elemento a sus viviendas y a su vez, a que la limpieza y lavado de la ropa se realizara fuera de ellas. En esta tarea, las mujeres mientras realizaban la colada, realizaban la mayor parte de su actividad social compartida con sus vecinas y familiares.

  En Bera, en una época no muy lejana, si la vivienda o caserío se encontraba cercano a una regata, cada familia  disponía de su propia “harria”, una losa plana, donde realizar el lavado, tal y como se puede apreciar en Eraustea. A veces sucedía que por la lejanía del  agua a las viviendas  se construían, fuentes, askas, lugares de colada, “gobada lekua”, como el caso del situado junto al caserío Garmendiko Borda. En otros casos, el ingenio y el aprovechamiento de un manantial eran suficientes para realizar este tipo de construcción. Ejemplo de ello se pueden encontrar en  Malausteko borda. O la “harria” se encontraba como parte anexa a la fachada del caserío, tal y como sucede en Gorostipalo. Por otra parte, aún quedan vestigios de lavaderos primitivos en alguna regata de Bera, tal y como se pueden apreciar los restos del construido en Arano erreka, lugar al que se dirigían mayormente las mujeres  de Malet.

 En el casco urbano y periferia de los barrios de Bera y Alzate: en  Ola, Trukeneko borda, Kanttonttiki, Txakurtxulo, y Plaza del Ayuntamiento, así como en el barrio de Zalain, se pueden encontrar lavaderos  que están o en su día estuvieron techados para proteger de las inclemencias del tiempo a aquellas mujeres que  realizaban estas labores de colada todos los días del año.

 Por otra parte, entre los puentes de Ugal zubi y Mukisu zubi, detrás de los maristas, existieron en su día las piedras en el río en las que se realizaba el lavado y las campas donde se extendía la ropa para su secado. La canalización de este tramo del río y con ello la desaparición de un tramo del canal que alimentaba Errotazar, fueron los causantes de que hoy no existan restos de aquel pasado reciente. De igual manera ya desaparecidas son las “harriak” que las mujeres del barrio de Aguerra usaban en el río Bidasoa.

 De estos lavaderos, los localizados en Zalain y Ola, se puede decir que están en un estado óptimo, siendo el de Ola el que cuenta con mejor estado de conservación, gracias sobre todo a iniciativas privadas. A  este lavadero en su día se le realizaron unas reformas, entre ellas el cambio del sentido de su tejado que ha beneficiado su conservación. El de Truneko borda, tiene pendiente la reforma de su tejado y el lavadero de Txakurtxulo, sin embargo carece de él. Por otra parte el lavadero de la plaza del Ayuntamiento, únicamente necesitaría una limpieza de su entorno para hacer destacar su presencia. Por último el de Kanttonttiki, estando en la actualidad limpio y curioso, parece ser que en su día estuvo cubierto.

 Una descripción y función de los lavaderos lo encontramos en un panel colocado en el lavadero de Kanttonttiki“.

“ Beztalde antzina toki hauek sekula funtzio soziala betetzen zuten emakumeei, lixiba egiteaz gain, herriko bertze emakumeekin egoteko probezten zutelakoz.
Lixiba egiteko lehenbiziko etxean, arropa kupel batean paratzen zen arropa hauen gainean oihal bat paratu eta egur ikatzaz eta erremuaren hostoz bete ondotik, behin ete berriz  ur erakina gainetik botatzen zen arropa ongi garbitu arte. Hau Egin eta arropa garbitokira eramatzen zen eta han xaboinarekin igurtzi eta urberrituz lixibariakabera ematen zioten.”

 Los lavaderos  nacen de la necesidad de proteger arroyos, regatas e incluso manantiales, ante los abusos que se cometían en ellos con los lavados de ropa. Son lavaderos de uso público y era obligatorio lavar la ropa en ellos, sobre todo en núcleos urbanos.

Por otro lado, antaño cumplían una gran labor social, pues eran también lugar de reuniones, ya que mientras realizaban este trabajo se relacionaban con otras mujeres. Para realizar la colada primero en casa se colocaba la ropa de manera ordenada en la cuba y sobre ella se ponía un trapo donde se colocaba ceniza de carbón vegetal y hojas de laurel, para a continuación verter agua hirviendo sucesivamente hasta que la ropa se consideraba lavada. Después esta se llevaba al lavadero donde se procedía al enjabonado y aclarado”.

En la mayoría de los casos el jabón empleado era de elaboración propia, a base de mezclar sosa, grasa, aceites y otros componentes. La función principal de la ceniza no era otra que la de blanquear la ropa y para conseguir un olor agradable de esta, indistintamente se usaba las hojas de laurel y otras plantas aromáticas.

Toda esta labor, era ardua y penosa,  remojar la ropa, el proceso de calentarla, su aclarado y por último el tendido, en la que también había que contar con el traslado de la ropa al lavadero, en viajes de ida y vuelta, en el mayor de los casos con los baldes en la cabeza, suponía una de las tareas domésticas más desagradables y sacrificadas. Por ello, no era raro encontrar familias que para llevar a cabo estas tareas, contrataran a mujeres lavanderas que por un módico precio las realizaran.

Desde aquí, un homenaje y reconocimiento, para todas aquellas mujeres,  que a pesar de la dureza de este trabajo, unidas a otras tareas y usos como blanquear las paredes de las casas, arenar los suelos de madera, trabajos en las huertas, etc. fueron los pilares de las familias.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.