domingo, 9 de abril de 2017




Una vez escenificada la derrota de la organización armada ETA, con la entrega de parte de su armamento, solo queda por medios legítimos y civiles alcanzar, lo que sus acciones armadas no pudieron lograr y que a la postre fueron para los diferentes gobiernos españoles el argumento para lastar y temporizar nuestro Estatuto de Autonomía y la decisión del Pueblo Vasco para elegir su futuro.

Cuarenta años de vida de ETA, con sus apoyos populares de mayor a menor intensidad quedan finiquitados en este 8 de abril en Baiona. Mucho les ha costado desde que hace cinco años renunciaron a la lucha armada reconociendo que sobraban y estorbaban para que la Sociedad fuera el motor de sus propias decisiones sin la tutela armada de ninguna Organización. Cinco años de parálisis del gobierno español más cómodo con una ETA viva que con una ETA desaparecida. Lo visto en Baiona no deja de ser parte de lo absurdo de esta situación, en ningún país en conflicto armado se ha visto lo vivido en el día de ayer, ni tan siquiera para la televisión estatal fue una noticia de alcance.

ETA. Nace en un contexto político social en Euskal Herria, que jamás debió de ser la excusa para su larga duración. Su lucha armada ha llenado de pena y dolor a infinidad de familias, propias y ajenas. Las víctimas civiles y militares, jamás debieron ser la excusa ni un gramo de Libertad para el pueblo vasco. Los gobiernos se han dotado de leyes y acciones para combatirla que, en muchos casos conculcaron derechos humanos en infinidad de sus víctimas. Unos fueron la causa y otros la consecuencia.

ETA, en su inoperancia estratégica dejó pasar ocasiones que tubo a su alcance para minimizar su derrota, El Pacto de Estalla, las conversaciones de Aiete, son un ejemplo de ello. La visión militarista de parte de su Organización lo único que han conseguido en los últimos veinte años es aumentar el dolor, y ellos y solo ellos y quienes les alentaron son los culpables. Ahora con su desaparición, al Gobierno le corresponde redefinir su política carcelaria, no tiene sentido seguir castigando a las familias de los presos en la búsqueda de algo que ya se ha conseguido, el fin de ETA.


 En Euskal Herria hace tiempo que necesitábamos una vida en paz y convivencia. Con la necesidad de que otra generación de jóvenes no fuera víctima de la violencia armada. El dolor y el perdón no corresponde solo a una de las partes en conflicto. La Verdad, el Perdón y el Reconocimiento a mi parecer debería de ser de doble sentido. 

Pronto es, pero ojalá no sea nunca.

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