El 28 de agosto de 1924
coincidiendo con la visita de SS.MM. al Abra con la intención de disfrutar de las
anuales regatas que se programaban en ese campo de regateo, en la sección de Gacetillas
del periódico Noticiero Bilbaíno, aparecía en una escueta noticia lo
siguiente “joven portugalujo evita una desgracia al disolver una manada de
gaviotas posadas en el puente transbordador”.
Inmediatamente de leer la noticia
me vino a la mente, aquello que pensábamos en casa como dichos de mi
aita Patricio con los que nos amenizaba las tardes de invierno. Un día nos vino a contar que hacia el año 1923
su hermano mayor Antonio Roque, que entonces contaba con 16 años y ya estaba
consagrado como marinero, pescador y remero, recogió del palangre una cría de
gaviota que, si no hubiera tenido la particularidad de tener una mancha
amarilla sobre el cuello, tal cual tuviera un pañuelo anudado, la hubiera
soltado a la mar.
Durante todo el tiempo que la tuvo
consigo, al principio en una jaula, y posteriormente ya suelta correteando y jugando
con todos aquellos que se reunían en el Muelle Viejo en la conocida como la Casa
del Ataúd, fueron una pareja inseparable, y aunque sus padres Aureliano y
María “la navarrilla” no veían con buenos ojos que se embarcara con ella cuando
iban a la faena de la pesca, terminaron por admitirla como una más de la
tripulación.
Como fuera la cosa, al bueno de
Antonio Roque y coincidiendo con la vista Real le tocó acercar a más de un
sobresaliente al Sporting para agasajar o ser agasajado por la Reina, viajes
que siempre acudía acompañado por la joven gaviota que entonces disfrutaba de
nombre propio. “Eufemia”.
Y llegados a este relato mi aita
continuaba diciéndonos que alguno cercano a SS.MM. viendo la relación persona
gaviota, y antes de que las gaviotas del transbordador importaran algún
malestar, pensó que bien podía subir Antonio Roque al travesaño del
transbordador con Eufemia y espantarlas.
Así que una vez convencido mi tío
y con Eufemia al hombro, y con el miedo en el cuerpo llegó al alcance de
aquella multitud de gaviotas que para nada estaban allí reunidas para disfrutar
de las regatas. Antonio, se sorprendió que en el medio de aquellas aves había
una de dimensiones espectaculares, con la diferencia que alrededor del cuello
también tenía y de manera llamativa un pañuelo amarillo de plumas alrededor del
cuello. Parecía también una reina con su cohorte alrededor. Y en esta situación
la reina y Eufemia en cuanto se vieron emitiendo unos graznidos se fueron
acercando hasta que con unos aleteos y reparto de caricias con el pico se
identificaron como madre e hija y saliendo todas volando dejaron el transbordador
libre y sin peligro.
Bueno Eufemia en su último vuelo
en Portugalete tuvo el detalle de volver sobre sus alas y posándose en le
hombro de Antonio Roque le acarició con su pico. Bonito detalle del animal,
porque de los humanos no obtuvo compensación alguna el bueno de Antonio Roque "Gallazo".
De todo lo anterior me he
acordado esta mañana cuando esperando en la plaza del Solar el comienzo del
programa de la Banda de Música, veía pasar a infinidad de personas vestidas con
ropa blanca y pañuelo amarillo, que tal como aparecen en agosto desaparecerán
al cabo de unos días para volver a reaparecer al año siguiente.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales
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