jueves, 30 de mayo de 2019

AURELITO


AURELITO


Cuatro vírgenes años, sesenta más trascurridos hasta ahora, orejas de soplillo herencia de mi Aita. Miro y remiro la foto, es en el colegio de las monjas, junto a la Basílica de Portugalete.

 El buzo como pantalón, cómodo y habitual, el jersey lo más probable tejido por mi Ama Vicenta, y herencia de mi hermano Javi, no daba para más el presupuesto de un proletario de AHV. Aquel fondo de armario no daba para conjuntar colores y estilos en el vestuario.

Pocas hazañas de esa edad, si recuerdos, como aquellos que previo mandato de las monjas, llevaba una cuerda para que me ataran a la pata de la mesa, a causa de lo movido que era. Ahora escucho anécdotas de mi nieto Aratz en la ikastola, la de muchos niños de cuatro años, y todas se repiten, como debe de ser.

Tuve suerte en la Vida, me gustaba la escuela, me gustó estudiar, llegué hasta donde el presupuesto familiar lo permitió, después me las supe organizar para estudiar a lo largo de la Vida, y continúo en ello.

 La mejor carrera, la Carrera de la Vida, cuyo examen final espero que tarde en llegar, porque para ese día aún no estoy preparado, y además quiero subir nota.

Aurelito, así me llaman, desde que tengo uso de razón quienes tuvieron y tienen afecto conmigo. Me gusta.


Aurelio Gutiérrez Martín


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