FELIPE
VILLACAÑAS MINDEGUIA,
HISTORIA
DE UN REFUGIADO
A raíz de la publicación de un
artículo con el título Felipe
Villacañas-Juana Ariztegui, en el blog colectivo oroimena.bera.eus,
Jean–Claude Sorbe, nieto del matrimonio, realizó una visita a Bera (Navarra), y
gracias a sus testimonios pudimos conocer de primera mano las vivencias de su
familia.
Ese día, nos hizo entrega de
unas memorias que su abuelo Felipe
escribió y que su padre Valentín Sorbe junto a Bernard Reviriego las habían
publicado anteriormente en la revista ‘Revue des Archives de la Dordogne’, mayo 2007.” Historique des
tribulations du réfugié Felipe Villacañas Mindeguia une fois passée la
frontiére d´Espagne en France par la Junquera, en 1939”. De este original pertenecen
la mayoría de las fotografías que acompañan el artículo siguiente.
Este año que se cumple el 80
aniversario del fin de la guerra civil, y comienzo de la huida de miles de
españoles, sobre todo para refugiarse en Francia, el contenido de las memorias
de Felipe Villacañas Mindeguia, son un testimonio de un alto valor histórico.
Son portadoras de primera mano, de las
penalidades que este vecino de Bera encontró después de abandonar su pueblo en
julio de 1936, y como víctima posterior de la derrota del ejército republicano,
del cual formaba parte.
Este es su testimonio, riqueza
que nos legó para conocer cómo fueron sus vivencias, las propias y la de otros
muchos compatriotas en los diferentes campos de concentración y de trabajo, que
el gobierno francés habilitó para los refugiados españoles.
Historial
del refugiado Felipe Villacañas Mindeguia, desde el año 1939 al pasar la frontera de
España a Francia por La Junquera, y sus pasos dados en la misma.
6 de
febrero de 1939. Paso por La Junquera, frontera franco española.
Eran
las 7 de la mañana del 6 de febrero de 1939, cuando en compañía de cientos de
miles de compatriotas españoles se aproximó al límite de dicha frontera, fecha
inolvidable huyendo de la bota del criminal Franco, y de sus huestes
falangistas. Una gran cadena extendida atravesaba la carretera, y por lo tanto
estaba cerrado el paso.
A
los pocos minutos se bajó dicha cadena y el paso quedó libre. Empezamos a
entrar uno a uno en medio de dos grandes filas de la gendarmería francesa que
nos registraba a todos, y al que poseía armas u otros objetos eran desposeídos.
Empezamos
a caminar carretera adelante custodiados por cientos de gendarmes y guardias
móviles, estuvimos caminado todo el día, sin comer ni tomar ninguna clase de
alimento, y al oscurecer, nos hicieron separar de la carretera a unos cien
metros, en medio de un pinar, donde nos dijeron que teníamos que pasar la noche,
recostados unos contra otros, pasando la noche. A las siete de la mañana dieron
la orden de que todo el mundo allí concentrado, a la carretera.
Empezamos
a caminar y a las cuatro de la tarde, empezamos a llegar al punto denominado, o
sea al primer campo de concentración Argelès- Sur- Mer, empezando a construir
para encerrarnos.
8
de abril - 6 de abril 1939. Campo de Argelès-Sur-Mer, (Pyrénées-Orientales).
Dicho
campo se hallaba a la orilla de la mar. Es imposible explicar el espectáculo
triste que allí se presentaba. Cientos de miles de españoles nos reunimos en
aquel campo, sin albergue ni comida. Todos enseguida empezamos a formar tiendas
de campaña, unos las construían con mantas, otros con palos y ramas, en pocos
días apareció aquel campo lleno de toda clase
de tiendas de campaña, en una extensión de tres kilómetros cuadrados.
El
aspecto de aquel campo en los primeros días fue triste y doloroso, era un
verdadero hormiguero de gente humana. Pronto empezó el hambre a extenderse, y
entre otros muchos casos ocurridos en los primeros días que yo presencié,
recuerdo este que a continuación lo digo:
El
quinto día de estar en dicho campo llegó un camión cargado de panes que lo
custodió unos segundos un escuadrón de caballería, cuyos jinetes tenían el
sable desenvainado, dispuestos a hacer uso de ellos al primero que se acercara,
pero en pocos segundos s amotinó un número tan considerable de personal
alrededor de dicho camión de pan que a los pocos segundo desapareció el ya
dicho camión de pan.
Estando
en dicho campo, a los días entró una epidemia llamada colitis, que a
consecuencia de dicha epidemia moría mucha gente. Unos achacaban al agua que se
bebía de la mar porque era extraída por unas bombas, otros lo achacaban por el
crecido número que existía en dicho campo. En estas condiciones estuvimos unos
cuantos días, y cada día que transcurría era mayor el número de víctimas que
hacía dicha epidemia.
En
vista del mal cariz que se presentaba en el campo las autoridades del campo
empezaron a tomar precauciones y empezaron a evacuar personal a otros campos
preparados también para el mismo fin, tales como: “Saint- Cyprien y Le Barcarés”,
y otros que no recuerdo. También se marchó mucho personal para España, con tal
mala fortuna, que los que fueron los primeros días, eran desposeídos de su
equipo diciéndoles: dejar ese equipo aquí que eso es de Negrín, y no de Franco.
Algunos recibieron propina, pero no en metálico. También en este aspecto se
presentaba la cosa bastante mal, y pusieron guardia de a caballo, y de esta
forma se cortó este estado de cosas.
A
los pocos días, dieron orden para formar grupos de cien, para ser administrados
por una intendencia militar española, y así fue, pero era tanto el personal que
existía que había días que había que hacer cola para recibir el suministro
durante cinco o seis horas. Estando en estas condiciones un buen día anunció el
micro que se había instalado un campo a continuación del general llamado de los
vasco, titulado "Guernika Berri", y todo el personal que acreditaba ser vasco se
presentara en las oficinas instaladas. Me presenté y di mis datos, pero fui a
los pocos días llamado a la oficina de dicho campo y me interrogaron nuevamente
acerca de mi justificación como vasco, y el individuo que me hizo dicho
interrogatorio me preguntó si sabía hablar dicha lengua. ¡Qué contraste más
grande, dicho oficinista no lo sabía!, por fin me admitieron entre los vascos.
Dicho
campo estaba muy bien montado, el personal estaba distribuido por Compañías, yo
fui destinado a la 3ª Compañía, existían barracones construidos y otros que se
estaban construyendo. De esta forma estuvimos en dicho campo hasta el día 5 de
abril, que salió la primera expedición para otro campo que estaba en parte instalado con el mismo fin en
el Departamento de Bajos Pirineos, titulado Campo de Gurs.
6
Abril - 15 de junio 1939. Campo de Gurs, (Pyrénées-Atlantiques).
Los
primeros islotes que había construidos llamados: “A, B, C, D,” todos ellos
cerrados con grandes alambradas, fueron ocupados por los vascos. La primera expedición
que partió del campo, Guernika Berri, fue el 5 de abril, y a mí me dejaron para
el día 6, o sea para el día siguiente por tener el segundo apellido vasco. El
día 6 de abril salimos la segunda expedición, y a la salida nos registraron los
gendarmes. Llegamos en tren a dicho campo de Gurs, y nos destinaron al segundo
islote llamado “B”. Allí estuve hasta el día 15 de junio, que días antes habían
anunciado por las barracas que se iba a formar una compañía de trabajadores
voluntarios para salir a trabajar a otro departamento, con un rancho
extraordinario, y 1,25 pesetas por día y tabaco. Se formó la compañía y yo salí
en ella, pues para mí no se habían hecho las alambradas.
15
de junio - 30 de octubre de 1939. Campos de Ruchard y Sept-Fonds, (Indre-et-Loire)
La
expedición partió de este campo el 15 de junio, como no estaba fijado el
departamento que íbamos, hubo muchos comentarios, unos decían a parís, otros a
la frontera española, en fin a muchos lados. Montamos en Pau, en un tren
eléctrico especial, pasando por Bordeaux. Llegamos a las cinco de la tarde del
mismo día a la estación de Tours, capital del Departamento Indre-et-Loire.
En
dicha estación hicimos transbordo, pero nos quedamos sorprendidos cuando
bajamos del tren, existían a lo largo de todo el andén dos grandes cordones de
fuerzas marroquíes y gendarmes que esperaban nuestra llegada, y no nos dejaron
ni mear, pues nos hicieron subir al tren inmediatamente, no deteniéndonos nada
en dicha estación. Partió dicho tren y anduvimos unos 30 kilómetro más, punto
de destino, llamado Camp du Ruchard.
Este
campo es una base militar compuesto de unos 100 barracones, hechos de
mampostería, donde sirve para acuartelar a los militares cuando salen para
realizar maniobras. En esta gran extensión de terreno que ocupa este lugar
solían maniobrar la aviación contra tanques, artillería contra tanques, etc. El
campamento instalado especial para la compañía, se encontraba a unos 400 metros
de distancia del que acabo de mencionar. Estaba cerrado con alambradas y
contenía 20 tiendas de campaña.
Aquí
nos dedicábamos a limpiar las pistas para los tanques de cartón que empleaban
en los simulacros de combates que hacían, arreglos de carretera, y limpieza de
bosques. Estando en este campo, estalló la guerra por haber entrado tropas
alemanas en territorio polaco, ocupando Danzig. Como Inglaterra tenía firmada
una alianza militar con Polonia, le declaró la guerra a Alemania el día 5 de setiembre
a las dos horas, Francia, esto ocurrió el año 1939.
Al
estallar la guerra se suspendieron en la compañía los trabajos que estábamos
haciendo, y empezamos a construir un gran campo compuesto de 500 tienda de
campaña, para que ocuparan los presos que iban trayendo de la Guayana Francesa
para equipararlos y mandarlos a la guerra, y para los alemanes que los recogían
dentro del Departamento que existían en calidad de civiles, ocupándonos en
estos trabajos. Llegó el día 10 de octubre, y 15 individuos recibimos orden
para ser trasladados a Sefon como metalúrgicos, y en efecto así fue. El día 11
salimos 15 individuos y llegamos al campo de Sefon el día 12 a las cinco de la
tarde.
Este
campo llamado Sefon, era otro gran campo donde habían instalado talleres de
prueba, donde examinaban a los españoles, y luego las empresas francesas
sacaban al personal español a trabajar.
Estuve
en el campo mencionado unos días, pero una mañana anunció el micro de dicho campo
mi nombre para que fuera trasladado a la barraca 66. Sin haberme enterado las
causas, fui enviado nuevamente a otra compañía, y como yo, muchos más. Se
formaron 4 compañías en dicho campo y fuimos a parar a otro Departamento
llamado Deux-Sévres.
Octubre
1939 - 20 de junio 1940. Campo de Veluché, (Deux-Sévres).
El
traslado lo hicimos en vagones de 40 hombres y 8 caballos. El viaje nos costó
dos días, y para dicho viaje nos dieron una lata de sardinas y un pedazo de pan
para cada uno. Una vez llegados al punto de destino denominado Veluché.
Empezamos
a trabajar limpiando bosques y arrancando piedras, ya construir dos grandes
campos militares. Estando este acontecimiento finalizó el año 1939. Entramos en
el año 1940, continuamos con los mismos trabajos, y el mes de marzo nos llamó a 9 españoles el capitán
francés de la compañía y nos dijo que teníamos que empezar a trabajar para un
contratista particular, pero que continuaríamos controlados por la compañía a
la que pertenecíamos.
Comenzamos
a trabajar y dicho contratista nos dio después de haber pasado la semana
trabajando para él 5 francos a cada uno, y un paquete de tabaco. Así
continuamos durante varias semanas, después nos daba 2 paquetes de tabaco y 10
francos por semana, y por último nos daba 15 francos por día a cada uno.
Estando trabajando de esta forma, en el mes de mayo, tuvimos traslado de
acantonamiento y fuimos a ocupar el acantonamiento que ocuparon hasta entonces
dos compañías que fueron trasladadas a otros puntos.
Este nuevo acantonamiento era un molino viejo
a la orilla de un río, debajo de unos árboles muy frondosos. Estando así
acantonados llegó el mes de junio, y el día 16 llegó la noticia de que los
alemanes se iban aproximando y prueba de ello era porque hacía 10 ó 12 días que
los trenes y carreteras de por allí pasaban abarrotados de personal civil y
algunos militares en retirada de la pare de París. Estando en esta
incertidumbre llegó el día 19 del mes de junio. El tiempo era bueno, pero había
una intensa niebla y a las seis de la mañana aparecieron dos aviones por encima
del acantonamiento rozando los árboles. Dieron dos o tres vueltas y se
marcharon, pero a 2 kilómetros de aquel lugar había una estación del pueblo
llamado Berpol y lanzaron cuatro bombas, causando bastantes víctimas.
En
vista del mal cariz que iban tomando las cosas, se acordó nombrar una comisión
para entrevistarse con el mando francés acerca de nuestra evacuación. Dicha
comisión se entrevistó, contestando el mando francés que volvería al acantonamiento
a las dos de la tarde y prepara la evacuación. Pero no fue así, a las dos de la
tarde se presentó, pero diciéndonos: yo me quedo aquí, con el teniente de
información y todo aquel que quiera hacer lo mismo, yo le garantizo que no le
pasará nada. En vista de aquellas manifestaciones, se repartió algo a cada uno
del poco comestible que había en intendencia, y cada cual escogió su camino.
Todo español abandonó aquel lugar, quedando solamente el mando francés.
Junio
1940, campo de Uzerche, (Corréze).
A
las seis de la tarde salíamos andando por la carretera camino de Niort para
informarnos allí acerca de que si existían barcos ingleses en el puerto de La
Rochelle y poder embarcar. Pero enterados que no había, fuimos a la estación
por ver si podíamos coger algún tren para trasladarnos a Limoges, pero no
pudimos por estar tomada la estación militarmente, y no daban entrada a ninguna
persona civil. Guiado por un pequeño mapa que yo poseía, seguimos carretera
adelante un tal Urrutia y dos compañeros más con dirección a Limoges. Pero para
mayor desgracia nuestra hicimos 120 kilómetros en balde por confundirnos de
carretera. En el trascurso de dicha distancia que separa Niort de Limoges que
era de 100 kilómetros, en el camino día y noche andando nos pasó mucha gente
civil en retirada, y militar, manteniéndose muchos con hierbas que cogían del
campo.
A
nosotros no nos faltó pan, porque yo tenía algunos francos. En el viaje pasamos
7 días y 7 noches hasta llegar al punto donde se encontraba la familia refugiada.
Este pueblo se llamaba Uzerche, Departamento de la Corréze. El día 26 de junio
de 1940, a la una y media de la tarde llegamos con los pies ensangrentados. A
pesar de ello, cuál no sería mi alegría que al encontrarme nuevamente
acorralado de mis hijos y la mujer, lloré amargamente. Pasado este rato nos
preparó la mujer agua caliente con sal a los cuatro que acabábamos de llegar, y
nos dimos un baño de pies que nos alivió mucho, y seguidamente nos dio de comer
a todos, que mis amigos agradecieron mucho.
26
de junio - 27 julio, en Tulle y Cerice, (Corréze).
A pesar de encontrarme con la alegría que es de
suponer, después de haber pasado 18 meses separado de ellos, nuevamente a su
lado, no fue del todo satisfactoria. A los cinco o seis días de estar juntos,
tuvo que ingresar la mujer en el hospital de Tulle por tener un tumor en la
matriz y tenía grandes hemorragias de sangre. Yo continué al lado de mis hijos
en el refugio, pero a los pocos días, llega a dicho refugio en automóvil el
inspector de policía de dicha capital con dos policías más, preguntando por los
hombres que habían trabajado durante la guerra en la manufactura de armas de
Tulle. No teniendo nada que ver con nosotros. Pero hubo una denuncia sobre
nosotros recién llegados de compañías de trabajo, que éramos cuatro, y al buen
señor inspector de policía, se le antoja decirnos que nosotros también teníamos
que ser incorporados al resto de los españoles que se encontraban detenidos en
Tulle.
Dichos
españoles eran obreros que habían trabajado durante la guerra en la manufactura
de armas, en cuya manufactura estuvieron trabajando tres hijas mías llamadas:
Ylu, Nati y Victoria. Dicha manufactura se había cerrado al firmarse el
armisticio, y acabada la guerra, ya consecuencia de ella, fueron detenidos los
ya mencionados obreros españoles y reconcentrados en el punto denominado
Cerice. Punto que había servido hasta entonces para los obreros que habían
trabajado en las manufacturas y no tenían familiares allí. Fuimos incorporados,
y así permanecimos juntos todos durante 20 días custodiados por fuerzas
marroquíes. El número de españoles que
estuvimos detenidos era de 80 a 90.
27
de julio - noviembre de 1940, compañía de trabajadores españoles de Lonzac, (Corréze).
Estando
en esta situación llegan un día tres oficiales del ejército francés y dan la
orden para estar preparados para salir y ser incorporados nuevamente a
compañías de trabajo, o sea que teníamos que ser incorporados a cuatro
compañías no completas que se encontraban en el pueblo de Lelonzac, Departamento de la Corréze, o sea a
20 kilómetros de Tulle. Estas compañías se encontraban descansando en dicho
punto llegadas en retirada de la parte de Orleans París.
Al
llegar a este pueblo llamado Le Lonzac, se le hizo ver al mando francés que muchos
de los españoles que se incorporaban tenían sus familiares viviendo en Tulle y
alrededores, y si daba autorización para poder llevarlas a vivir allí. Como se
obtuvo autorización, todo el mundo se lanzó en busca de casa, unos la
encontraron en el mismo pueblo, otros en los barrios que tenía dicho pueblo
llamado Fargeas. Yo pude encontrar una caseta a la orilla de la carretera en el
barrio de Fargeas. Dentro de dicha caseta, existía un horno de cocer pan. Allí
pude instalar a mis hijos, estando así, se arregló de sus hemorragias la mujer
ene l hospital, y pudo incorporarse nuevamente entre nosotros.
Pero
lo más bonito y curioso era la caseta donde vivíamos. Cada vez que teníamos que
cocer pan, los trastos que poseía mi familia, tenía que sacarlos fuera, a la
orilla de la carretera, hasta que cocían el pan. Esto ocurría todas las semanas
una o dos veces. En estas condiciones estuvimos juntos 2 meses y medio, o sea
los meses de julio, agosto y mediados de setiembre, en cuya fecha forman una
nueva compañía, y dejando allí a la familia somos trasladados los hombres al
Departamento de Dogdone, acantonándonos en cuadras, pajares y otros puntos
similares. Este pueblo se titula Bounac.
Mi
familia siguió viviendo en dicha caseta hasta el mes de noviembre, que por medio
de ruegos y lamentos se le hizo ver al Señor alcalde de Le Lonzac, que en
aquella caseta no podían pasar el invierno, y una vez convencido dicho alcalde,
ordenó se trasladasen al pueblo, y a tres familias las instalaron en un molino
viejo que había al lado de la estación.
Noviembre
1940 – abril 1941. Compañía de trabajadores
españoles de Agonac, (Dordogne).
Como
se menciona la compañía estaba en Bounac, pero el mes de noviembre fue
nuevamente trasladada a otro punto llamado Agonac, pueblo que distaba 15
kilómetros de la capital llamada Périgueux. En este pueblo la compañía se
dedicó a la limpieza de cunetas de carreteras, corte de leña, corte de pinoso,
etc. Estando aquí finó el año. Empieza el año 1941 y la compañía sigue
acantonada hasta el mes de abril que nuevamente trasladada al departamento de
Corréze, a un pueblo llamado Egletons, a 30 kilómetros de Tulle, pero en
dirección contraria al antiguo acantonamiento.
Como
queda mencionado más arriba, mi familia quedó viviendo en Le Lonzac. La compañía
fue trasladada, primero a Bounac, y luego a Agonac. En vista de que aquí casi
todas las familias que habían quedado viviendo en Le Lonzac, vinieron a vivir a
este Departamento de Dordogne, y solo
quedaron allí tres o cuatro familias. Empecé a hacerlas gestiones para que mi
familia pudiera venir. Escribí una carta al alcalde de Le Lonzac, solicitando dicho traslado
gratuito, y dicha autoridad, muy atenta, consiguió en pocos días de la
prefectura el viaje gratuito por ferrocarril. Llegando a Agonac el día 20 de
enero de 1941.
Abril-diciembre
1941. Compañía de trabajadores españoles
de Egletons, (Corréze).
Como
la compañía en el mes de abril del mismo año 41 es trasladada a Egletons, sigue mi familia viviendo en
Agonac (Dordogne), y a mediados de noviembre recibo carta en Egletons, en la
que me comunican que tanto la casa que habita, como todo el terreno de los
alrededores, se vende a una empresa y dicha empresa, piensa montar una
serrería, que por cierto resulta ser españoles. El nuevo propietario pregunta a
mi mujer que si no tiene hombre o marido, le explica mi mujer mi paradero, y le
contesta que si hace las gestiones para mi traslado, puedo empezar a trabajar
en los trabajos de dicha serrería.
Una
vez recibida estas noticias, sin pérdida de tiempo, hago un oficio al capitán
solicitando mi traslado, tanto de Departamento, como de compañía, y el capitán
muy atento, me hace toda clase de averiguaciones, y cómo ve que todo lo que le
explico es verdad, hace las oportunas gestiones, y a mediados del mes de
diciembre, me comunica que cuando yo quisiera, puedo trasladarme de
Departamento, quedando agregado al grupo
647 que reside en Chancelade, a 11 kilómetros de Agonac, y a 4
kilómetros de Périguieux.
Diciembre
1941- 22 marzo 1943, Grupo 647, Chancelade, Agonac (Dordogne)
Cuando
recibí la orden, me presenté al capitán, dándole las gracias y comunicándole
que aproximándose la navidad, aprovecharía mi traslado, si me concedía el
permiso. Muy atento me concedió dicho permiso, y el día 22 de diciembre llegué
a Agonac con toda la documentación en regla, autorizándome que hasta el día 2 de enero de 1942 no tenía necesidad
de presentarme en el grupo 647 para que me dieran de alta, y como queda
aprobado disfrutar de las Navidades del año 1941 y resto de los días, y así
finaliza el año.
Empieza
el año 1942, hago mi presentación en el grupo, soy dado de alta y empiezo a
hacer vida civil al lado de mi familia, pero bajo el control ya citado. Sigo
trabajando todo el año en dicha fábrica, y finaliza el año 1942.
Empieza
el año 1943 hasta el día 22 de marzo que recibo un telegrama del agrupamiento
nº1 de Limoges diciendo que en el término de 24 horas me presentaría con todo
el equipo sin excusa, ni pretexto. En caso contrario, sería conducido por la
gendarmería para ir a trabajar a Bordeaux, zona ocupada por los alemanes, y
bajo control de ellos.
Cual
grande no sería el disgusto ocasionado otra vez en la familia, que además de
verme separado de mi familia, tener que ir a parar a manos del nazismo internacional,
causante principal de la guerra mundial, que como todo el mundo sabe, y jamás
se olvidará de los destrozos ocasionados y los millones de personas que han
sido víctimas.
25 de
marzo – julio 1943, Acuartelamiento Niel- Bordeaux (Gironde).
Pues
bien como queda dicho, el día 23 de marzo cojo el tren a las seis de la mañana
con dirección a Limoges en compañía de varios españoles más que llevan el mismo
camino que yo. Llegamos a la estación de Limoges, en la que nos esperaban dos
filas de guardias móviles. Nos llevan a un rincón y quedamos como detenidos
hasta que llega un autocar del agrupamiento que nos conduce a él. Se forma allí
a la expedición de unos 400 españoles y la misma noche nos llevan a la estación
para llevarnos a Bordeaux, en la que nos custodian muchos guardias.
Llega
el tren a Montpon, punto de demarcación y aquí cesa la guardia francesa, y se
hacen cargo los alemanes. Aquí era la primera vez que veía el uniforme de los
cabezas cuadradas. Pronto sentimos en “raus, raus”. Por fin llegamos a Bordeaux
y en autocares nos llevan al campo denominado Colonial. Este campo era
destinado para reconcentrar al personal tanto extranjero como francés, de cuyo
campo lo distribuían según la necesidad de las diferentes empresas alemanas.
Toda
la expedición de españoles fue reclamada por un tal Otto, a la “caserna Niel”.
Esta “caserna” (acuartelamiento), que se hallaba dentro del mismo Bordeaux
estaba ocupada por españoles que eran empleados en las diferentes que los
alemanes construían en Bordeaux y aproximaciones, tales como la base submarina,
talleres etc.
Nos
dieron dos días de descanso y circulación libre por todo Bordeaux. Al tercer
día a las 6 de la mañana, fuimos llamados al comedor y destinados para trabajar
en dichas empresas. A mí me destinaron a la empresa Zublen, dicha empresa se
dedicaba a hacer la nueva entrada en la ría para los submarinos. Fui destinado
a la sección de carpinteros de encofrado. Estando en estos trabajos llega el
día 17 de mayo. El tiempo estaba bueno, y a las 12 y media del mismo día,
recién habíamos comido, nos encontrábamos en el mismo trabajo unos cuantos
españoles, cuando sentimos un ruido sordo de motores de aviación. Cuando de
repente levanté la vista y un compañero dijo: 1, 3, 6, 9, 15, 17, decir esto y
empezar una tormenta de bombas de aviación a descargar sobre diferentes puntos
de Bordeaux.
Todo
fue uno, no tuvimos tiempo para nada, nos tumbamos sobre la tierra sobre la
tierra y aguantamos todo el bombardeo. Era Doña Rafaela la que nos hizo una
visita con tal precisión que todos los principales objetivos, al parecer,
fueron llevados a cabo. Tales como las principales oficinas que ocupaban los
alemanes, el muelle de la base submarina italiana, el pabellón de aviones donde
había 25 ó 30, prestos para volar. Así como varios pabellones de talleres. Fue
un momento horrible, alrededor de donde estábamos nosotros cayeron unas 30
bombas. A unos 15 metros de nosotros cayó una que alcanzó de lleno una cocina
de los italianos, que la destrozó toda, e hizo un hoyo de 4 metros de
profundidad por 6 u 8 de anchura.
Gracias
al terreno falso que existía por todos aquellos alrededores, que solo nos
alcanzó tierra y algunas piedras, pero como estábamos tumbados un poco más
abajo del nivel de la tierra, tuvimos la suerte de salir ilesos. Se calculaba
que en aquel bombardeo tomaron parte de 100 a 150 aviones, y según se corrieron
rumores se calculó que hubo unos 100 muertos y de 400 a 500 heridos. Entre los
muertos aparecieron 8 españoles, todos ellos obreros que habitaban en el
acuartelamiento de Niel, por lo cual fueron enterrados con la bandera
republicana española. Este acto lo presencié.
Julio
1943, retorno a la zona libre.
De
esta forma trascurría el tiempo y seguía yo trabajando para la empresa Zublen,
y un día me enteré que uno de los dos españoles que trabajaban en calidad de
oficinistas, o sea, los que llevaban el control de los españoles que trabajaban
en dicha empresa, era vasco de San Sebastián, llamado pedro Odriozola. Empecé
por entrevistarme con él, lo cual un día hablé, nos hicimos a conocer como
vascos, hablamos en euskera y tanto los alemanes como franceses y españoles que
nos escuchaban quedaron con la boca abierta, sin entendernos ni una palabra.
Cada
día que trascurría más odio a los alemanes, y una vez que tenía cierta amistad
con el oficinista vasco, enseguida pensé en que me podría facilitar un
certificado de trabajo, sin cuyo requisito no facilitaban el recibo en la
oficina de extranjeros. Un día me atreví a pedírselo, y me dijo que aunque
tenían terminantemente prohibido extender a nadie certificados de trabajo, a mí
como vasco me lo daría. Así que al poco tiempo ya obraba en mi poder el recibo.
Así trascurrió cierto tiempo y por fin llegó el día que también me entregan la
carta de identidad, cuál no sería mi alegría que ya me veía con aquel documento
fuera de las garras alemanas. Pero esperé cierto tiempo todavía porque si venía
a zona libre sin más documentos, peligraba que algunos gendarmes me cogieran y
dieran por falsa aquella documentación y me entregaran de nuevo a los alemanes.
Felipe
Villacañas Mindeguia, en el primer semestre del año 1944 se reuniría con su
familia en Agonac.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales
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