martes, 5 de noviembre de 2019

FELIPE VILLACAÑAS MINDEGUIA


FELIPE VILLACAÑAS MINDEGUIA,

HISTORIA DE UN REFUGIADO


A raíz de la publicación de un artículo con el título Felipe Villacañas-Juana Ariztegui, en el blog colectivo oroimena.bera.eus, Jean–Claude Sorbe, nieto del matrimonio, realizó una visita a Bera (Navarra), y gracias a sus testimonios pudimos conocer de primera mano las vivencias de su familia.

Ese día, nos hizo entrega de unas memorias que  su abuelo Felipe escribió y que su padre Valentín Sorbe junto a Bernard Reviriego las habían publicado anteriormente en la revista ‘Revue des Archives de la Dordogne’, mayo 2007.” Historique des tribulations du réfugié Felipe Villacañas Mindeguia une fois passée la frontiére d´Espagne en France par la Junquera, en 1939”. De este original pertenecen la mayoría de las fotografías que acompañan el artículo siguiente.

Este año que se cumple el 80 aniversario del fin de la guerra civil, y comienzo de la huida de miles de españoles, sobre todo para refugiarse en Francia, el contenido de las memorias de Felipe Villacañas Mindeguia, son un testimonio de un alto valor histórico. Son portadoras de primera mano,  de las penalidades que este vecino de Bera encontró después de abandonar su pueblo en julio de 1936, y como víctima posterior de la derrota del ejército republicano, del cual formaba parte.

Este es su testimonio, riqueza que nos legó para conocer cómo fueron sus vivencias, las propias y la de otros muchos compatriotas en los diferentes campos de concentración y de trabajo, que el gobierno francés habilitó para los refugiados españoles.

Historial del refugiado Felipe Villacañas Mindeguia,  desde el año 1939 al pasar la frontera de España a Francia por La Junquera, y sus pasos dados en la misma.

 6 de febrero de 1939. Paso por La Junquera, frontera franco española.

Eran las 7 de la mañana del 6 de febrero de 1939, cuando en compañía de cientos de miles de compatriotas españoles se aproximó al límite de dicha frontera, fecha inolvidable huyendo de la bota del criminal Franco, y de sus huestes falangistas. Una gran cadena extendida atravesaba la carretera, y por lo tanto estaba cerrado el paso.

A los pocos minutos se bajó dicha cadena y el paso quedó libre. Empezamos a entrar uno a uno en medio de dos grandes filas de la gendarmería francesa que nos registraba a todos, y al que poseía armas u otros objetos eran desposeídos.

Empezamos a caminar carretera adelante custodiados por cientos de gendarmes y guardias móviles, estuvimos caminado todo el día, sin comer ni tomar ninguna clase de alimento, y al oscurecer, nos hicieron separar de la carretera a unos cien metros, en medio de un pinar, donde nos dijeron que teníamos que pasar la noche, recostados unos contra otros, pasando la noche. A las siete de la mañana dieron la orden de que todo el mundo allí concentrado, a la carretera.

Empezamos a caminar y a las cuatro de la tarde, empezamos a llegar al punto denominado, o sea al primer campo de concentración Argelès- Sur- Mer, empezando a construir para encerrarnos.

8 de abril - 6 de abril 1939. Campo de Argelès-Sur-Mer, (Pyrénées-Orientales).

Dicho campo se hallaba a la orilla de la mar. Es imposible explicar el espectáculo triste que allí se presentaba. Cientos de miles de españoles nos reunimos en aquel campo, sin albergue ni comida. Todos enseguida empezamos a formar tiendas de campaña, unos las construían con mantas, otros con palos y ramas, en pocos días apareció aquel campo lleno de toda clase  de tiendas de campaña, en una extensión de tres kilómetros cuadrados.
El aspecto de aquel campo en los primeros días fue triste y doloroso, era un verdadero hormiguero de gente humana. Pronto empezó el hambre a extenderse, y entre otros muchos casos ocurridos en los primeros días que yo presencié, recuerdo este que a continuación lo digo:

El quinto día de estar en dicho campo llegó un camión cargado de panes que lo custodió unos segundos un escuadrón de caballería, cuyos jinetes tenían el sable desenvainado, dispuestos a hacer uso de ellos al primero que se acercara, pero en pocos segundos s amotinó un número tan considerable de personal alrededor de dicho camión de pan que a los pocos segundo desapareció el ya dicho camión de pan.

Estando en dicho campo, a los días entró una epidemia llamada colitis, que a consecuencia de dicha epidemia moría mucha gente. Unos achacaban al agua que se bebía de la mar porque era extraída por unas bombas, otros lo achacaban por el crecido número que existía en dicho campo. En estas condiciones estuvimos unos cuantos días, y cada día que transcurría era mayor el número de víctimas que hacía dicha epidemia.

En vista del mal cariz que se presentaba en el campo las autoridades del campo empezaron a tomar precauciones y empezaron a evacuar personal a otros campos preparados también para el mismo fin, tales como: “Saint- Cyprien y Le Barcarés”, y otros que no recuerdo. También se marchó mucho personal para España, con tal mala fortuna, que los que fueron los primeros días, eran desposeídos de su equipo diciéndoles: dejar ese equipo aquí que eso es de Negrín, y no de Franco. Algunos recibieron propina, pero no en metálico. También en este aspecto se presentaba la cosa bastante mal, y pusieron guardia de a caballo, y de esta forma se cortó este estado de cosas.

A los pocos días, dieron orden para formar grupos de cien, para ser administrados por una intendencia militar española, y así fue, pero era tanto el personal que existía que había días que había que hacer cola para recibir el suministro durante cinco o seis horas. Estando en estas condiciones un buen día anunció el micro que se había instalado un campo a continuación del general llamado de los vasco, titulado "Guernika Berri", y todo el personal que acreditaba ser vasco se presentara en las oficinas instaladas. Me presenté y di mis datos, pero fui a los pocos días llamado a la oficina de dicho campo y me interrogaron nuevamente acerca de mi justificación como vasco, y el individuo que me hizo dicho interrogatorio me preguntó si sabía hablar dicha lengua. ¡Qué contraste más grande, dicho oficinista no lo sabía!, por fin me admitieron entre los vascos.

Dicho campo estaba muy bien montado, el personal estaba distribuido por Compañías, yo fui destinado a la 3ª Compañía, existían barracones construidos y otros que se estaban construyendo. De esta forma estuvimos en dicho campo hasta el día 5 de abril, que salió la primera expedición para otro campo que  estaba en parte instalado con el mismo fin en el Departamento de Bajos Pirineos, titulado Campo de Gurs.



6 Abril -­­ 15 de junio 1939. Campo de Gurs, (Pyrénées-Atlantiques).
Los primeros islotes que había construidos llamados: “A, B, C, D,” todos ellos cerrados con grandes alambradas, fueron ocupados por los vascos. La primera expedición que partió del campo, Guernika Berri, fue el 5 de abril, y a mí me dejaron para el día 6, o sea para el día siguiente por tener el segundo apellido vasco. El día 6 de abril salimos la segunda expedición, y a la salida nos registraron los gendarmes. Llegamos en tren a dicho campo de Gurs, y nos destinaron al segundo islote llamado “B”. Allí estuve hasta el día 15 de junio, que días antes habían anunciado por las barracas que se iba a formar una compañía de trabajadores voluntarios para salir a trabajar a otro departamento, con un rancho extraordinario, y 1,25 pesetas por día y tabaco. Se formó la compañía y yo salí en ella, pues para mí no se habían hecho las alambradas.


15 de junio - 30 de octubre de 1939. Campos de Ruchard y Sept-Fonds, (Indre-et-Loire)

La expedición partió de este campo el 15 de junio, como no estaba fijado el departamento que íbamos, hubo muchos comentarios, unos decían a parís, otros a la frontera española, en fin a muchos lados. Montamos en Pau, en un tren eléctrico especial, pasando por Bordeaux. Llegamos a las cinco de la tarde del mismo día a la estación de Tours, capital del Departamento Indre-et-Loire.

En dicha estación hicimos transbordo, pero nos quedamos sorprendidos cuando bajamos del tren, existían a lo largo de todo el andén dos grandes cordones de fuerzas marroquíes y gendarmes que esperaban nuestra llegada, y no nos dejaron ni mear, pues nos hicieron subir al tren inmediatamente, no deteniéndonos nada en dicha estación. Partió dicho tren y anduvimos unos 30 kilómetro más, punto de destino, llamado Camp du Ruchard.

Este campo es una base militar compuesto de unos 100 barracones, hechos de mampostería, donde sirve para acuartelar a los militares cuando salen para realizar maniobras. En esta gran extensión de terreno que ocupa este lugar solían maniobrar la aviación contra tanques, artillería contra tanques, etc. El campamento instalado especial para la compañía, se encontraba a unos 400 metros de distancia del que acabo de mencionar. Estaba cerrado con alambradas y contenía 20 tiendas de campaña.

Aquí nos dedicábamos a limpiar las pistas para los tanques de cartón que empleaban en los simulacros de combates que hacían, arreglos de carretera, y limpieza de bosques. Estando en este campo, estalló la guerra por haber entrado tropas alemanas en territorio polaco, ocupando Danzig. Como Inglaterra tenía firmada una alianza militar con Polonia, le declaró la guerra a Alemania el día 5 de setiembre a las dos horas, Francia, esto ocurrió el año 1939.

Al estallar la guerra se suspendieron en la compañía los trabajos que estábamos haciendo, y empezamos a construir un gran campo compuesto de 500 tienda de campaña, para que ocuparan los presos que iban trayendo de la Guayana Francesa para equipararlos y mandarlos a la guerra, y para los alemanes que los recogían dentro del Departamento que existían en calidad de civiles, ocupándonos en estos trabajos. Llegó el día 10 de octubre, y 15 individuos recibimos orden para ser trasladados a Sefon como metalúrgicos, y en efecto así fue. El día 11 salimos 15 individuos y llegamos al campo de Sefon el día 12 a las cinco de la tarde.

Este campo llamado Sefon, era otro gran campo donde habían instalado talleres de prueba, donde examinaban a los españoles, y luego las empresas francesas sacaban al personal español a trabajar.
Estuve en el campo mencionado unos días, pero una mañana anunció el micro de dicho campo mi nombre para que fuera trasladado a la barraca 66. Sin haberme enterado las causas, fui enviado nuevamente a otra compañía, y como yo, muchos más. Se formaron 4 compañías en dicho campo y fuimos a parar a otro Departamento llamado Deux-Sévres.

Octubre 1939 - 20 de junio 1940. Campo de Veluché, (Deux-Sévres).
El traslado lo hicimos en vagones de 40 hombres y 8 caballos. El viaje nos costó dos días, y para dicho viaje nos dieron una lata de sardinas y un pedazo de pan para cada uno. Una vez llegados al punto de destino denominado Veluché.
Empezamos a trabajar limpiando bosques y arrancando piedras, ya construir dos grandes campos militares. Estando este acontecimiento finalizó el año 1939. Entramos en el año 1940, continuamos con los mismos trabajos, y el mes  de marzo nos llamó a 9 españoles el capitán francés de la compañía y nos dijo que teníamos que empezar a trabajar para un contratista particular, pero que continuaríamos controlados por la compañía a la que pertenecíamos.

Comenzamos a trabajar y dicho contratista nos dio después de haber pasado la semana trabajando para él 5 francos a cada uno, y un paquete de tabaco. Así continuamos durante varias semanas, después nos daba 2 paquetes de tabaco y 10 francos por semana, y por último nos daba 15 francos por día a cada uno. Estando trabajando de esta forma, en el mes de mayo, tuvimos traslado de acantonamiento y fuimos a ocupar el acantonamiento que ocuparon hasta entonces dos compañías que fueron trasladadas a otros puntos.


 Este nuevo acantonamiento era un molino viejo a la orilla de un río, debajo de unos árboles muy frondosos. Estando así acantonados llegó el mes de junio, y el día 16 llegó la noticia de que los alemanes se iban aproximando y prueba de ello era porque hacía 10 ó 12 días que los trenes y carreteras de por allí pasaban abarrotados de personal civil y algunos militares en retirada de la pare de París. Estando en esta incertidumbre llegó el día 19 del mes de junio. El tiempo era bueno, pero había una intensa niebla y a las seis de la mañana aparecieron dos aviones por encima del acantonamiento rozando los árboles. Dieron dos o tres vueltas y se marcharon, pero a 2 kilómetros de aquel lugar había una estación del pueblo llamado Berpol y lanzaron cuatro bombas, causando bastantes víctimas.

En vista del mal cariz que iban tomando las cosas, se acordó nombrar una comisión para entrevistarse con el mando francés acerca de nuestra evacuación. Dicha comisión se entrevistó, contestando el mando francés que volvería al acantonamiento a las dos de la tarde y prepara la evacuación. Pero no fue así, a las dos de la tarde se presentó, pero diciéndonos: yo me quedo aquí, con el teniente de información y todo aquel que quiera hacer lo mismo, yo le garantizo que no le pasará nada. En vista de aquellas manifestaciones, se repartió algo a cada uno del poco comestible que había en intendencia, y cada cual escogió su camino. Todo español abandonó aquel lugar, quedando solamente el mando francés.

Junio 1940, campo de Uzerche, (Corréze).

A las seis de la tarde salíamos andando por la carretera camino de Niort para informarnos allí acerca de que si existían barcos ingleses en el puerto de La Rochelle y poder embarcar. Pero enterados que no había, fuimos a la estación por ver si podíamos coger algún tren para trasladarnos a Limoges, pero no pudimos por estar tomada la estación militarmente, y no daban entrada a ninguna persona civil. Guiado por un pequeño mapa que yo poseía, seguimos carretera adelante un tal Urrutia y dos compañeros más con dirección a Limoges. Pero para mayor desgracia nuestra hicimos 120 kilómetros en balde por confundirnos de carretera. En el trascurso de dicha distancia que separa Niort de Limoges que era de 100 kilómetros, en el camino día y noche andando nos pasó mucha gente civil en retirada, y militar, manteniéndose muchos con hierbas que cogían del campo.

A nosotros no nos faltó pan, porque yo tenía algunos francos. En el viaje pasamos 7 días y 7 noches hasta llegar al punto donde se encontraba la familia refugiada. Este pueblo se llamaba Uzerche, Departamento de la Corréze. El día 26 de junio de 1940, a la una y media de la tarde llegamos con los pies ensangrentados. A pesar de ello, cuál no sería mi alegría que al encontrarme nuevamente acorralado de mis hijos y la mujer, lloré amargamente. Pasado este rato nos preparó la mujer agua caliente con sal a los cuatro que acabábamos de llegar, y nos dimos un baño de pies que nos alivió mucho, y seguidamente nos dio de comer a todos, que mis amigos agradecieron mucho.


26 de junio - 27 julio, en Tulle y Cerice, (Corréze).

A  pesar de encontrarme con la alegría que es de suponer, después de haber pasado 18 meses separado de ellos, nuevamente a su lado, no fue del todo satisfactoria. A los cinco o seis días de estar juntos, tuvo que ingresar la mujer en el hospital de Tulle por tener un tumor en la matriz y tenía grandes hemorragias de sangre. Yo continué al lado de mis hijos en el refugio, pero a los pocos días, llega a dicho refugio en automóvil el inspector de policía de dicha capital con dos policías más, preguntando por los hombres que habían trabajado durante la guerra en la manufactura de armas de Tulle. No teniendo nada que ver con nosotros. Pero hubo una denuncia sobre nosotros recién llegados de compañías de trabajo, que éramos cuatro, y al buen señor inspector de policía, se le antoja decirnos que nosotros también teníamos que ser incorporados al resto de los españoles que se encontraban detenidos en Tulle.

Dichos españoles eran obreros que habían trabajado durante la guerra en la manufactura de armas, en cuya manufactura estuvieron trabajando tres hijas mías llamadas: Ylu, Nati y Victoria. Dicha manufactura se había cerrado al firmarse el armisticio, y acabada la guerra, ya consecuencia de ella, fueron detenidos los ya mencionados obreros españoles y reconcentrados en el punto denominado Cerice. Punto que había servido hasta entonces para los obreros que habían trabajado en las manufacturas y no tenían familiares allí. Fuimos incorporados, y así permanecimos juntos todos durante 20 días custodiados por fuerzas marroquíes.  El número de españoles que estuvimos detenidos era de 80 a 90.

27 de julio - noviembre de 1940, compañía de trabajadores españoles de Lonzac, (Corréze).

Estando en esta situación llegan un día tres oficiales del ejército francés y dan la orden para estar preparados para salir y ser incorporados nuevamente a compañías de trabajo, o sea que teníamos que ser incorporados a cuatro compañías no completas que se encontraban en el pueblo de  Lelonzac, Departamento de la Corréze, o sea a 20 kilómetros de Tulle. Estas compañías se encontraban descansando en dicho punto llegadas en retirada de la parte de Orleans París.

Al llegar a este pueblo llamado Le Lonzac, se le hizo ver al mando francés que muchos de los españoles que se incorporaban tenían sus familiares viviendo en Tulle y alrededores, y si daba autorización para poder llevarlas a vivir allí. Como se obtuvo autorización, todo el mundo se lanzó en busca de casa, unos la encontraron en el mismo pueblo, otros en los barrios que tenía dicho pueblo llamado Fargeas. Yo pude encontrar una caseta a la orilla de la carretera en el barrio de Fargeas. Dentro de dicha caseta, existía un horno de cocer pan. Allí pude instalar a mis hijos, estando así, se arregló de sus hemorragias la mujer ene l hospital, y pudo incorporarse nuevamente entre nosotros.

Pero lo más bonito y curioso era la caseta donde vivíamos. Cada vez que teníamos que cocer pan, los trastos que poseía mi familia, tenía que sacarlos fuera, a la orilla de la carretera, hasta que cocían el pan. Esto ocurría todas las semanas una o dos veces. En estas condiciones estuvimos juntos 2 meses y medio, o sea los meses de julio, agosto y mediados de setiembre, en cuya fecha forman una nueva compañía, y dejando allí a la familia somos trasladados los hombres al Departamento de Dogdone, acantonándonos en cuadras, pajares y otros puntos similares. Este pueblo se titula Bounac.

Mi familia siguió viviendo en dicha caseta hasta el mes de noviembre, que por medio de ruegos y lamentos se le hizo ver al Señor alcalde de Le Lonzac, que en aquella caseta no podían pasar el invierno, y una vez convencido dicho alcalde, ordenó se trasladasen al pueblo, y a tres familias las instalaron en un molino viejo que había al lado de la estación.



Noviembre 1940 – abril 1941. Compañía de trabajadores  españoles de Agonac, (Dordogne).

Como se menciona la compañía estaba en Bounac, pero el mes de noviembre fue nuevamente trasladada a otro punto llamado Agonac, pueblo que distaba 15 kilómetros de la capital llamada Périgueux. En este pueblo la compañía se dedicó a la limpieza de cunetas de carreteras, corte de leña, corte de pinoso, etc. Estando aquí finó el año. Empieza el año 1941 y la compañía sigue acantonada hasta el mes de abril que nuevamente trasladada al departamento de Corréze, a un pueblo llamado Egletons, a 30 kilómetros de Tulle, pero en dirección contraria al antiguo acantonamiento.

Como queda mencionado más arriba, mi familia quedó viviendo en Le Lonzac. La compañía fue trasladada, primero a Bounac, y luego a Agonac. En vista de que aquí casi todas las familias que habían quedado viviendo en Le Lonzac, vinieron a vivir a este Departamento de  Dordogne, y solo quedaron allí tres o cuatro familias. Empecé a hacerlas gestiones para que mi familia pudiera venir. Escribí una carta al alcalde de  Le Lonzac, solicitando dicho traslado gratuito, y dicha autoridad, muy atenta, consiguió en pocos días de la prefectura el viaje gratuito por ferrocarril. Llegando a Agonac el día 20 de enero de 1941.

Abril-diciembre 1941. Compañía de trabajadores  españoles de Egletons, (Corréze).

Como la compañía en el mes de abril del mismo año 41 es trasladada  a Egletons, sigue mi familia viviendo en Agonac (Dordogne), y a mediados de noviembre recibo carta en Egletons, en la que me comunican que tanto la casa que habita, como todo el terreno de los alrededores, se vende a una empresa y dicha empresa, piensa montar una serrería, que por cierto resulta ser españoles. El nuevo propietario pregunta a mi mujer que si no tiene hombre o marido, le explica mi mujer mi paradero, y le contesta que si hace las gestiones para mi traslado, puedo empezar a trabajar en los trabajos de dicha serrería.

Una vez recibida estas noticias, sin pérdida de tiempo, hago un oficio al capitán solicitando mi traslado, tanto de Departamento, como de compañía, y el capitán muy atento, me hace toda clase de averiguaciones, y cómo ve que todo lo que le explico es verdad, hace las oportunas gestiones, y a mediados del mes de diciembre, me comunica que cuando yo quisiera, puedo trasladarme de Departamento, quedando agregado al grupo  647 que reside en Chancelade, a 11 kilómetros de Agonac, y a 4 kilómetros de Périguieux.


Diciembre 1941- 22 marzo 1943, Grupo 647, Chancelade, Agonac (Dordogne) 

Cuando recibí la orden, me presenté al capitán, dándole las gracias y comunicándole que aproximándose la navidad, aprovecharía mi traslado, si me concedía el permiso. Muy atento me concedió dicho permiso, y el día 22 de diciembre llegué a Agonac con toda la documentación en regla, autorizándome que hasta  el día 2 de enero de 1942 no tenía necesidad de presentarme en el grupo 647 para que me dieran de alta, y como queda aprobado disfrutar de las Navidades del año 1941 y resto de los días, y así finaliza el año.

Empieza el año 1942, hago mi presentación en el grupo, soy dado de alta y empiezo a hacer vida civil al lado de mi familia, pero bajo el control ya citado. Sigo trabajando todo el año en dicha fábrica, y finaliza el año 1942.

Empieza el año 1943 hasta el día 22 de marzo que recibo un telegrama del agrupamiento nº1 de Limoges diciendo que en el término de 24 horas me presentaría con todo el equipo sin excusa, ni pretexto. En caso contrario, sería conducido por la gendarmería para ir a trabajar a Bordeaux, zona ocupada por los alemanes, y bajo control de ellos.

Cual grande no sería el disgusto ocasionado otra vez en la familia, que además de verme separado de mi familia, tener que ir a parar a manos del nazismo internacional, causante principal de la guerra mundial, que como todo el mundo sabe, y jamás se olvidará de los destrozos ocasionados y los millones de personas que han sido víctimas.


 25 de marzo – julio 1943, Acuartelamiento Niel- Bordeaux (Gironde).

Pues bien como queda dicho, el día 23 de marzo cojo el tren a las seis de la mañana con dirección a Limoges en compañía de varios españoles más que llevan el mismo camino que yo. Llegamos a la estación de Limoges, en la que nos esperaban dos filas de guardias móviles. Nos llevan a un rincón y quedamos como detenidos hasta que llega un autocar del agrupamiento que nos conduce a él. Se forma allí a la expedición de unos 400 españoles y la misma noche nos llevan a la estación para llevarnos a Bordeaux, en la que nos custodian muchos guardias.

Llega el tren a Montpon, punto de demarcación y aquí cesa la guardia francesa, y se hacen cargo los alemanes. Aquí era la primera vez que veía el uniforme de los cabezas cuadradas. Pronto sentimos en “raus, raus”. Por fin llegamos a Bordeaux y en autocares nos llevan al campo denominado Colonial. Este campo era destinado para reconcentrar al personal tanto extranjero como francés, de cuyo campo lo distribuían según la necesidad de las diferentes empresas alemanas.

Toda la expedición de españoles fue reclamada por un tal Otto, a la “caserna Niel”. Esta “caserna” (acuartelamiento), que se hallaba dentro del mismo Bordeaux estaba ocupada por españoles que eran empleados en las diferentes que los alemanes construían en Bordeaux y aproximaciones, tales como la base submarina, talleres etc.

Nos dieron dos días de descanso y circulación libre por todo Bordeaux. Al tercer día a las 6 de la mañana, fuimos llamados al comedor y destinados para trabajar en dichas empresas. A mí me destinaron a la empresa Zublen, dicha empresa se dedicaba a hacer la nueva entrada en la ría para los submarinos. Fui destinado a la sección de carpinteros de encofrado. Estando en estos trabajos llega el día 17 de mayo. El tiempo estaba bueno, y a las 12 y media del mismo día, recién habíamos comido, nos encontrábamos en el mismo trabajo unos cuantos españoles, cuando sentimos un ruido sordo de motores de aviación. Cuando de repente levanté la vista y un compañero dijo: 1, 3, 6, 9, 15, 17, decir esto y empezar una tormenta de bombas de aviación a descargar sobre diferentes puntos de Bordeaux.

Todo fue uno, no tuvimos tiempo para nada, nos tumbamos sobre la tierra sobre la tierra y aguantamos todo el bombardeo. Era Doña Rafaela la que nos hizo una visita con tal precisión que todos los principales objetivos, al parecer, fueron llevados a cabo. Tales como las principales oficinas que ocupaban los alemanes, el muelle de la base submarina italiana, el pabellón de aviones donde había 25 ó 30, prestos para volar. Así como varios pabellones de talleres. Fue un momento horrible, alrededor de donde estábamos nosotros cayeron unas 30 bombas. A unos 15 metros de nosotros cayó una que alcanzó de lleno una cocina de los italianos, que la destrozó toda, e hizo un hoyo de 4 metros de profundidad por 6 u 8 de anchura.

Gracias al terreno falso que existía por todos aquellos alrededores, que solo nos alcanzó tierra y algunas piedras, pero como estábamos tumbados un poco más abajo del nivel de la tierra, tuvimos la suerte de salir ilesos. Se calculaba que en aquel bombardeo tomaron parte de 100 a 150 aviones, y según se corrieron rumores se calculó que hubo unos 100 muertos y de 400 a  500 heridos. Entre los muertos aparecieron 8 españoles, todos ellos obreros que habitaban en el acuartelamiento de Niel, por lo cual fueron enterrados con la bandera republicana española. Este acto lo presencié.



Julio 1943, retorno a la zona libre.

De esta forma trascurría el tiempo y seguía yo trabajando para la empresa Zublen, y un día me enteré que uno de los dos españoles que trabajaban en calidad de oficinistas, o sea, los que llevaban el control de los españoles que trabajaban en dicha empresa, era vasco de San Sebastián, llamado pedro Odriozola. Empecé por entrevistarme con él, lo cual un día hablé, nos hicimos a conocer como vascos, hablamos en euskera y tanto los alemanes como franceses y españoles que nos escuchaban quedaron con la boca abierta, sin entendernos ni una palabra.

Cada día que trascurría más odio a los alemanes, y una vez que tenía cierta amistad con el oficinista vasco, enseguida pensé en que me podría facilitar un certificado de trabajo, sin cuyo requisito no facilitaban el recibo en la oficina de extranjeros. Un día me atreví a pedírselo, y me dijo que aunque tenían terminantemente prohibido extender a nadie certificados de trabajo, a mí como vasco me lo daría. Así que al poco tiempo ya obraba en mi poder el recibo. Así trascurrió cierto tiempo y por fin llegó el día que también me entregan la carta de identidad, cuál no sería mi alegría que ya me veía con aquel documento fuera de las garras alemanas. Pero esperé cierto tiempo todavía porque si venía a zona libre sin más documentos, peligraba que algunos gendarmes me cogieran y dieran por falsa aquella documentación y me entregaran de nuevo a los alemanes.

Felipe Villacañas Mindeguia, en el primer semestre del año 1944 se reuniría con su familia en Agonac. 

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales


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