LA HUELGA MINERA DE 1910 EN IMÁGENES
La huelga minera de julio de
1910, una de las más largas que vive el socialismo vizcaíno hasta el momento,
puede considerarse el último “asalto” minero sobre la ciudad de Bilbao, y, de
hecho, cierra el ciclo huelguista iniciado en 1880. Esta huelga además es
uno de los últimos triunfos de Perezagua como líder socialista, y su
declive marca también el fin de la primera etapa del socialismo vizcaíno, y el
inicio de la hegemonía de la facción conjuncionista y moderada.
En febrero de 1910, durante el
congreso de la Federación de Obreros Mineros de Vizcaya, se había planteado la
necesidad de reivindicar que “la jornada sea de nueve horas en verano e
invierno”. No obstante, hasta el verano no se decide ir a la huelga. Así, el 15
de julio de 1910, en las minas de Concha I y II se llama al paro y en
veinticuatro horas casi toda la zona minera se encuentra en huelga. La muerte
de un minero tiroteado el día 16 no hace más que caldear los ánimos.
Al igual que en las anteriores
huelgas, el rechazo de la patronal a las negociaciones con los representantes
socialistas se hace patente. Ante este panorama, a finales de julio llega a
Bilbao la comisión del Instituto de Reformas Sociales, con Gumersindo de
Azcárate a la cabeza, para evaluar la situación.
La huelga es larga y dura. Las
disensiones entre patronal y representantes obreros hacen difíciles las
negociaciones, máxime cuando las cuestiones personales influencian el proceso,
como la protagonizada por Facundo Perezagua y el diputado Salazar, cuando este
último llama “apache” a Perezagua y cuestiona su presencia en la mesa de
negociaciones. El socialista, ante tales palabras sale de la sala y paraliza
por algún tiempo las negociaciones.
La huelga sigue su curso durante
el mes de agosto, y cuando a finales de mes parece que se alcanza un acuerdo,
nuevamente estalla otro paro que discurre paralelo a la huelga minera en curso.
Esta vez son los descargadores y carreteros del muelle los que paran el
trabajo, contagiando a toda la zona fabril.
Será una actuación patronal, el
anuncio del patrón minero José María Martínez de las Rivas, de reducir las
horas de trabajo, la que incite el fin del paro. Martínez de las Rivas atiende
las reivindicaciones de los obreros mineros y para justificar su comportamiento
apela a la compasión y exhorta a sus compañeros a seguir sus pasos. Esto le
vale la reprimenda del Círculo Minero y el sobrenombre de “empresario
esquirol”, tal y como recuerda Prieto.
Finalmente, tras alcanzar el
acuerdo de reducción de jornada, el día 18 de septiembre casi todos los obreros
mineros y fabriles vuelven al trabajo. La huelga ha durado más dos meses, una
de las más largas que se recuerdan, y ha vuelto a encumbrar a Perezagua al
liderazgo minero, aunque su hegemonía no durará mucho tiempo más. (Extracto
del artículo original cuya autora es Sara Hidalgo García)
Imágenes rescatadas de la revista
Novedades, julio 1910
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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