AHV, LAS MISERIAS
El tiempo que trascurre entre la
Marcha de Hierro octubre de 1992 y el cierre de las instalaciones de AHV en
junio de 1995, en medio el viaje a Bruselas, es un periodo convulsivo en el
seno de la empresa. Un periodo que se destaca sobre todo por el cierre paulatino de las plantas productivas,
(baterías de cok, hornos altos...) y de unas reestructuraciones que hacían
necesario la recolocación del excedente de personal. Esto fue el anticipo de
las salidas geográficas a otras provincias, o meramente a otras empresas de una
parte de los trabajadores. Algunos, los más afortunados, recalaron en la ACB de
Sestao, y otros en la cercana planta de Bandas de Etxebarri. Otros a causa de este
proceso llegamos hasta Lesaka- Navarra, y muchos más fueron los que en buena o
mala suerte jugó en su destino, la mayoría terminaron fuera de las plantas que
AHV tenía repartidas en el territorio nacional español.
Fue además un periodo rico en
solidaridad, y lazos de unión con personas que en mi caso aún perduran. Tiempos
que el desahogo, las risas y la penas, o eran compartidas, o acababan contigo.
Periodo de
enfrentamientos y debates internos, donde los trabajadores nacidos hasta
mediados del 1947, pugnaban para que se cerrara la empresa cuanto antes, y así
ellos poder pasar a una jubilación de lujo. Donde su insolaridad hizo que se me cayera la venda de los ojos, y
viera que cierto egoísmo personal estaba muy por encima de la lucha de clases.
Donde el sálvense quien pueda era su primer mandamiento. Época en la cual era
muy normal escuchar de alguno de aquellos que administraban nuestro futuro con
cierto tufo de poder sindical, que te respondieran ante una crítica” si por mi
decisión me tienes que llamar tonto o hp, pues llámame hp”. Unos impresentables.
Casualidades de la vida, ¿o no?, en Sestao se
repite esta circunstancia con idénticos actores.
En mi Memoria Histórica de
aquella época, que como digo se debatía el futuro de la plantilla, uno pasó por
contabilizar 52 días de huelga sin salario, encerronas en la empresa e
intervenciones diarias en las asambleas de fábrica. Esto y más fueron generando
el germen futuro con el que me recompensaría la empresa, y los sindicalistas a
los que les leía sus vergüenzas, no a todos, a los más sinvergüenzas. Algunos
estando protegidos por unas siglas sindicales, robadas y aprovechadas sin
ningún tipo de recato. Así, sin proponérmelo, por el mero delito de defender
con la palabra los derechos de los trabajadores, entré en el apartado de
represaliado laboral.
Aquellos mal llamados líderes,
que convocaban huelga los fines de semana, con la consiguiente pérdida salarial
de los trabajadores, salario que se
horraba la empresa, mermaba y dividía a los trabajadores, ejercía un
nulo efecto en una empresa abocada al cierre, con qué poco gusto escuchaban mis
críticas. Era la ración diaria que tenían que soportar, y cuanto les agradeció
la empresa posteriormente por todo ello. Por mi parte, cuantas amenazas veladas
recibí, que luego se ejecutaron por parte de la Empresa.
Fueron días dignos por el mero hecho de estar
acompañados por nuestras mujeres, ellas nunca nos dejaron en la estacada, recibiendo
también de lo suyo por parte de la policía, en la defensa de los puestos de
trabajo de sus maridos y el porvenir de sus hijos. Donde la empresa no podía
ejercer su poder, llegaba el de las porras. No estuvieron todas, pero si las
más significativas, las que estaban convencidas que “pelear merece la pena”.
Mi actividad en defensa de
nuestros puestos de trabajo, pronto me hizo ver la realidad de que en mi caso,
ni la empresa ni los sindicatos harían por reconocerme y concederme lo que
tenían firmado, y además me pertenecía por derecho. En aquella época una vez
que se tomó la decisión del cierre total de la siderurgia, pocos apostaban por
el futuro laboral de los que más nos habíamos destacado y menos habíamos bajado
la cerviz. Como recuerdo a mi amigo Eduardo González despedirse el día que en
una asamblea no pudo más ante tanta
desfachatez y anunció que pedía la cuenta. Nos llamaban violentos, cuando esta
violencia era producto de la rabia que producían sus actuaciones Que felicidad para los tramposos, un enemigo
menos. ESK era en AHV una referencia de sindicato combativo.
Por ser profesional instrumentista de 1ª y
realizando alguna cobertura de mando, con el cierre de las baterías de COK el
31 de agosto de 1994, lugar donde
trabajaba desde veinte años atrás, me hubiera correspondido ir a cubrir plazas
vacantes de mi categoría en Bandas de Etxebarri, y en lugar de eso mandaron a compañeros míos de
menor categoría a y experiencia. Aquella lista, fotocopia, que me pasaron bajo
manga en que mi nombre aparecía subrayado con el apunte al margen “de quitar”,
era definitivo para saber que mi suerte estaba echada. Si me la pasaron a
propósito con el ánimo de ver mi reacción y humillarme, poco me conocían, jamás
mi dignidad la he expuesto en el mercado de la corrupción.
Después de aquello a mí me premiaron con la aplicación del expediente de regulación de empleo y
posteriormente un puesto de obrero en la Colada Continua.
En este tiempo salieron las
plazas para cubrir los futuro puestos en la ACB, me presenté aprobé los
exámenes, y por lo tanto al tener plaza me correspondía estar a la espera de
acudir a los cursillos de formación. No necesité mucho tiempo para darme cuenta
que tampoco contarían conmigo y que se saltarían sus propias reglas. Esto no
hubiera sido posible si los que decían defender a los trabajadores hubieran
actuado con principios y dignidad, pero ahí cada cual miraba más las cifras
sindicales que la dignidad y los derechos de la totalidad de la plantilla.
Tenía entonces un jefe en la
colada, en expedición de bobinas a Ansio, que terminó en Sagunto, Bárcenas de apellido. El siendo conocedor que yo había
aprobado y tenía una plaza la ACB, me
animaba y me aconsejaba que no hiciera otros planes que no fueran trabajar en
Bizkaia. El día que hizo pública la
lista definitiva de trasladados y al ver que yo estaba incluido en ella me
dijo” Aurelio no hay derecho lo que están haciendo contigo, son unos hijos d…”
Amigo, no te faltaba razón pero por dar la cara por mí, la empresa, sus
secuaces te castigaron con el destierro, y es que la primera regla de aquellos traidores se basaba en la máxima
de, Roma no paga a traidores. Y ser amigo o defenderme no cotizaba al alza.
Esta es la época en la
que coincido con Eugenio Cimarras, compañero de trabajo, de relevo y de
ilusiones en el futuro compartido a tierras navarras. El y su esposa Pili nos
acogieron en su casa de Legasa cuando fuimos a Navarra trasladados y nos dieron
ese calor necesario que necesitan los desorientados. Recuerdo con mucha
satisfacción el año que pasé en la colada continua. Entonces había muy buenas
personas alrededor. Cerca, como electricista trabajaba mí ya fallecido Amigo, Isidoro
Revilla, que feliz fueron las horas que compartimos en el tajo y fuera. Que
fácil era supervivir juntos, la lucha de
Bilme, Obrascon, nos unió y de qué manera. Me llamaba Aurelito el rojo, y cuando vinimos a Lesaka me
regaló el estatuto de los trabajadores, ya sabía él que la cabra siempre tira
para el monte. Existió un momento de nuestra Vida, que juntos en la boca del
tragante del Horno Alto María Angeles, en una mañana de escaqueo arreglamos el mundo y nos sobró
tiempo. Isi, cuanto le he echado en falta, en mi corazón guardo su recuerdo y cuanto he llorado su ausencia.
Ante la imposibilidad de tener
opción de encontrar trabajo en alguna de las empresas que AHV tenía en Bizkaia,
es el momento de probar suerte, y
solicito ir voluntario junto con Eugenio a trabajar a Lesaka, puesto que en principio no
parece que existan argumentos en contra, querían quitar cuanto antes al
personal e ir reubicándolos. A golpe de porcentaje los de los sindicatos nacionalistas a
Navarra, los de los sindicatos estatales a Asturias. Hasta me animan como a otros,
que si podemos resolver el problema de la vivienda, es lo que llevamos por
delante.
Así lo hago y en agosto de 1995,
realizamos un contrato de compraventa del piso de Santurtzi, recibiendo como
primer pago un millón de pesetas a cuenta, y que en caso de que decidera no
seguir adelante, con el acuerdo de devolver al comprador el doble. Me animo a
esto porque la Dirección de la empresa en Sestao en todo momento nos dicen que
nuestra salida sería teniendo en cuenta el periodo de escolaridad de nuestros
hijos, o sea sobre setiembre. Sin embargo parte de mis compañeros irían en
enero del siguiente año y en mi caso, mi salida fue el 16 de setiembre de 1996,
después de muchas aventuras.
La desgracia de la desaparición
de mi Ama después de una grave enfermedad, sucede el 12 de octubre de 1995, al
día siguiente, a pesar de ser escasos los trabajadores que quedaban, los de las
oficinas y alguno desperdigado por los
talleres, acudo a notificarlo y a colocar unas esquelas en la fábrica.
En aquel entonces trabajaban dependiendo
del departamento de RRHH mis compañeros Juan Luis García y Javier Estébanez.
Juntos habíamos coincidido trabajando en la empresa y a la vez estudiando
psicología en la UNED y en Zorroaga. Con Juanlu me unía que habíamos estudiado
juntos electrónica en la escuela de Minas, juntos trabajamos en AHV como
instrumentistas en el Control Térmico de Baracaldo y juntos formamos parte de
los inicios del sindicato LAB. Al primero que le di la noticia fue a Juanlu, y ante mi pregunta de cómo estaba mi
futuro, su respuesta fue; que veía algo raro, que no aparecía en la primera
lista de salida a Navarra, y lo mejor era preguntar en Baracaldo.
Juanlu, es el culpable de las
horas felices que me han regalado músicos como: Tangerine Drean, Mike Oldfield,
Pink Floyd, que por cierto gracias a Mike Oldfield la Marcha se me hizo muy
llevadera escuchando rato si y rato también, su Tubular Bells II, publicado ese
año.
Hacía allí me encaminé y
acto me dirigí a la oficina del responsable de RRHH, Miguel Angel Lujua. Le
conté el motivo de mi presencia, la muerte de mi madre y a la vez querer ser
conocedor de mi futuro. Ante una pregunta de cuál es mi nombre y apellido el me
respondió, “tú eres el famoso Aurelio, si por mi fuera no trabajarías en una empresa
que tuviera más de tres trabajadores”. Su
oferta ir a trabajar a un almacén a un pueblo de Murcia, El palmar, o
bien Badajoz. El mundo se hundió a mis pies ante tal oferta y ante ese ser tan
despreciable. Le hago el comentario de que ante premisas de la empresa, había
apalabrado la venta del piso, y su respuesta fue, que ese sería mi problema que
la salida de personal la firmaba él y
nunca me permitiría trabajar para AHV. Aunque hoy en día ya no tenga rencor por aquella vivencia, no
quiero ni tengo necesidad de olvidarlo, porque su nefasta actuación fue una
enseñanza de Vida para mí, y ejemplo de lo que no hay que hacer con tus
semejantes. Este individuo llegó a ser presidente de CEBEK, será normal, en el infierno solo se
admite a la malicia.
Pasado un tiempo, una persona de
confianza que llegó a conocer y a leer mi expediente socio laboral, me dijo que
un tonto a las tres había anotado entre otras lindeces “habla en las asambleas
con el EGIN debajo del brazo”. Lo del expediente era muy común, empezaron con
el régimen franquista y vivieron con sus maneras.
Quiso que la diosa fortuna, o
quizás el reciente espíritu de mi Ama, que al salir de la oficina, en ese
momento pasaba por el pasillo Javier Estébanez. Nos saludamos, hablamos, y como
a Lujua le pareció extraño que me conociera, le hizo pasar y Javier a mí me
hizo esperar. Después tomando un café,
me comento que el impresentable le había interrogado sobre mi persona y
que opinión tenía de mí. Javier, lo cual siempre le estaré agradecido, le dijo
que independientemente de mis ideas políticas, laboralmente y como persona no
tenía ninguna queja.
Buscaron entonces una solución,
mandarme al almacén de Villabona en Gipuzkoa, bueno no está mal, superaba la
primera oferta, seríamos 7 los trabajadores. Por ello me tenía que formar,
sobre todo en informática, y mientras pasaba el tiempo que yo me formaba en una
academia, mes a mes me iban dando largas, y por lo tanto otra vez crecía la inquietud de que si una vez más me
estaban dando largas. Pero no era así, casualidades de la Vida, y que conocí
posteriormente por mi situación sindical en Lesaka, había en aquel entonces dos
eventuales parientes de unos que habían hecho del sindicato su profesión,
aunque todos éramos afiliados ELA, que al ser conocedores de las plazas que
había en Villabona, hicieron internamente todo lo `posible para que sus
parientes fueran al almacén y yo ocupara su puesto en la planta de Lesaka.
Así por ese giro del destino,
bendito destino, acabé en Lesaka y no de almacenero en Villabona. Eso sí, con
la gratificación de la pérdida anual de un millón de pesetas, y con el
compromiso a Javier Estébanez de que aparcara temporalmente mi ímpetu defensor
de causas perdidas.
Administraban por cuenta propia
en aquel entonces la sección sindical de ELA en Lesaka unos individuos que se
asemejaban a Mortadelo y Filemón, con más mando Mortadelo que su paje. Como
todos los ruines, administraban el sindicato como un cortijo propio, manejando
sobre todo a los trabajadores eventuales que no eran pocos, como mercancía propia.
La Dirección de la empresa les dejaba hacer, con pingues beneficios para este
par y sus compinches. Personas soberbias y carentes de escrúpulos humanos. De
las miserias y de comer de la mano de su amo habían llegado al convencimiento,
que aunque a su hábitat natural, les correspondía los oficios destinados a los
criados, solo por el mero hecho de compartir con él la misma finca, se querían
igualar al dueño.
Por aquel entonces, y hasta que
me desengañé, los viernes solía acudir a las concentraciones en favor de los
derechos presos que se realizaban en Bera. Un día sin embargo, uno de este par
de trúhanes conocedor de estos hechos, me insinuó que el sindicato no veía con
buenos ojos estas presencias mías en el puente, literalmente le mandé a la
mierda. A partir de entonces, sería sobre el año 1998, con esta gentuza, palo y
a la cabeza.
En agosto del año 2002, y con las elecciones
sindicales en ciernes, visto que su situación en ELA era ya inaguantable, estos
individuos quisieron dar un golpe sindical, pasándose a otro sindicato de
ámbito nacional, queriendo de paso que lo hiciéramos todos los afiliados, en una
jugada estratégica propia de cortos mentales. Ahí comenzó su declive personal y
mediático, acabando con una patada en el culo, cambio de cromos y olvídame por
parte de la Dirección de la Empresa. La causa, un grupo pequeño, pero leales a
ELA reorganizamos el sindicato con excelentes resultados. A partir de entonces,
los nuevos actores en escena, obligaron a los amos del cortijo a diseñar otra
estrategia. Y una vez más se cumplió la máxima, de Roma no paga a traidores. No
sé por qué asociación de ideas, pero estos individuos siempre me recuerdan a
los requetés de 1936.
Gracias a la situación que se generó en ELA, con la salida
de esta cohorte de impresentables, de mis últimos 20 años que han trascurrido
en esta planta, los buenos momentos
superan con creces a los malos, destacando los 14 años que dediqué a lo que
mejor he sabido hacer, defender los derechos de los trabajadores, siempre con
la máxima de dar, sin esperar a recibir nada a cambio.
Está claro que el no ser
dueños de nuestro destino ni planificar a ciencia nuestro futuro, mi presencia
en Lesaka le ha supuesto a más de uno una amargura que les durará hasta el
final de sus días, de lo cual me alegro.
Ahora bien, como lo cortés no quita lo
valiente, les doy gracias a los que sin proponérselo me han dado la oportunidad de conocer a unos
Amigos, de los que ya no quedan, aquellos que lo que te dan, lo hacen con una sonrisa. Gracias, Larri,
Txema, Xanti, Patxi.
Gracias también porque sin saberlo ni
quererlo, me dieron la oportunidad de ser feliz por haber convivido y conocido
con compañeros como, Edurne, Marivi, Luis Mari, Xabiko, Arregui, Javier,
Iriondo, Fernández, Andoni, Burgaña, Obeso, Briones, Santiago, Sánchez, Mikel,
Carlos, Jon, Montxo, Kike, Manolo, y muchísimos más.
Dejo pendiente para la siguiente
ocasión, relatar la Memoria de nuestros veinte años vividos en Bera, porque a
pesar de que el tango diga que veinte años no es nada, a lo largo de este
tiempo la Vida da para contar. Y tengo la necesidad de contarlo, porque
existimos mientras alguien nos recuerde.
Bera 31 de enero de 2016
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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