sábado, 23 de abril de 2022

PORTUGALETE SANTURTZI JUNTA SALVAMENTO

 

PORTUGALETE-Santurtzi Salvamento náufragos



Actas de las Juntas Locales de Salvamento de Portugalete y Santurtzi en las que reflejan a la Junta Central de Salvamento su participación en los naufragios sucedidos en el Abra durante los años 1881/1882, años que coinciden con el inicio de la construcción del Muelle de Hierro de Portugalete

Junta local de portugalete.



La junta local de Portugalete intervino en el salvamento de diez personas de la barca Fermina, un bañista, ocho personas de la barca Rosita, diez y ocho del vapor inglés Tartesus, y dos de la goleta francesa Alma;)

Barca FERMINA

Las comunicaciones dirigidas por el Presidente de esta Junta local, son las que siguen: A las ocho y media de esta mañana he dirigido a V. E. el siguiente telegrama: Naufragó barca Fermina, matrícula Coruña, tripulación salvada, detalles correo.



Hallándose fondeada la barca Fermina, de la matrícula de la Coruña, en el abra de este puerto, con viento huracanado del N.O. y mucha mar del ventado, le faltaron las anclas á cosa de las cuatro de la tarde, viéndose precisados a dar vela, en cuya maniobra sotaventearon bastante, y esto, unido a la dificultad de virar por avante a consecuencia del viento y la mar, teniendo que hacerlo por redondo, hasta que en una de estas se aconcharon sobre las rocas de la costa de Santurce, chocando con ellas, aunque ligeramente, teniendo la suerte de sucederle en el momento que el buque se ponía en vela de la vuelta N.E., en cuya vuelta siguieron hasta hallarse frente a la medianía de la playa de las arenas de Guecho; en cuyo punto, ya sea por la avería que en el timón y codaste debía experimentar el buque por causa del choque contra las rocas, o ya porque se hallaba muy próximo a las rompientes de la barra y le venía encima un fuerte chubasco, dio popa y se dirigió a embarrancar en la referida playa, siendo las seis de la tarde, hora de la bajamar, por lo que varó en el banco exterior y por consiguiente el más peligroso.

Inmediatamente ordené a varios mareantes de esta localidad, para que acompañasen a los individuos de esta Junta que designé con objeto de que acudieran al sitio del siniestro, después de comunicarles las correspondientes instrucciones, las que fueron cumplidas satisfactoriamente, y por tanto evitaron el que tuviéramos que lamentar alguna desgracia. fue el caso, Excmo. Señor, que la tripulación, bien por considerarse en inminente peligro, bien por calcular que la pleamar era a media noche, o más por el aceleramiento que suele haber en tales casos, se prepararon a echar la lancha y embarcarse para dirigir a la playa, en cuyo trayecto es indudable que hubieran perecido la mayor parte de los individuos; pero las personas que mandé, a quienes también acompañaba el Ayudante de marina de esta sección, llegaron a tiempo para darles voces y hacerles señas que desistieran de tal maniobra, y lo consiguieron; teniendo después la satisfacción de ver venir al buque para adentro, llegando hasta donde a las tres y media de esta mañana han podido saltar todos a pie seco sobre la playa.

Durante la noche dispuse que quedaran varios hombres de guardia, frente al buque náufrago, y con faroles encendidos, tanto para prestarles el auxilio que pudieran, como para animar a los náufragos viendo que se velaba por ellos.

Lo que elevo a conocimiento de V. E. para su inteligencia y demás efectos.

Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete 8 de Junio de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.

BAÑISTA



Excmo. Sr.: A cosa de las cinco y media de la tarde del día de ayer, se oyeron voces de socorro y lancha, que daban un número considerable de personas que se hallaban en la cabeza del muelle de las Arenas, para salvar a un bañista que se estaba ahogando. Inmediatamente di orden para que se tripulase una lancha de esta cofradía, la que, con nueve remeros, patronada por el práctico lemán D. Pablo Sanz, se dirigió hacia el sitio donde se hallaba nadando el individuo para quien se pedía el auxilio, que era entre las fuertes rompientes de fuera en la playa de Lamiaco, sitio de mucho peligro por la mucha mar que a la sazón había, y la fuerte corriente de vaciante que llevaba en aquel momento.

Sin embargo de todo, ya por dar cumplimiento a la misión que se les había confiado, ya por el ánimo que da siempre un inmenso gentío que, desde ambas orillas tenía la vista fija en ellos, y en el que reclamaba de ellos su salvación, o ya por ver en  tan triste situación a uno de sus semejantes, despreciando el peligro a que se exponían, tanto la embarcación que montaban, como la vida de los que la tripulaban, se dirigieron con el arrojo nunca desmentido de los marinos de esta cofradía, hacia el punto en donde se hallaba el que sólo de Dios y de ellos esperaba su salvación, y consiguieron recogerle con aplauso general de cuantos estaban presenciando tan triste escena.



Después de conseguido el objeto principal, faltaba ver cómo se salvaba la lancha del peligro en que se hallaba; pero ya por lo bien que maniobraron los que la tripulaban, o ya porque comprendieron las señales que yo les hacía desde tierra, vinieron por el único punto que podían salvarse, consiguiendo que poco después de las seis estuviera sano y salvo en tierra el que momentos antes se hallaba próximo a perecer.

En aquel momento resonó un grito general de suma satisfacción, tanto de los habitantes de esta villa, como de la colonia veraniega que se encontraba en ambas orillas de la ría, y tras él, otro indicando que abriera una suscrición para premiar el arrojo y comportamiento de los valientes individuos que habían tripulado la lancha y salvado la vida del citado señor. Inmediatamente abrí dicha suscrición, encabezándola en nombre de la Junta local de Salvamento con la cantidad de 300 reales, y dispuse que el Secretario de esta Junta, acompañado del Vocal D. Pablo de Carranza, recorriera a los individuos que pedían se abriese dicha suscrición, y al poco rato ascendía ya a 4.000 reales, y creo excederá bastante de esta cantidad, y lo que resulte será distribuido del modo que esta Junta local y otros varios individuos que también tomaron parte en la dirección y demás, considere más conveniente.

Dios guarde A V. E. muchos años. Portugalete 11 de Agosto de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.

Noticiero Bilbaíno 12 agosto 1881, el bañista era un joven francés representante de comercio, Mr. Rousseau.

Barca ROSITA



Excmo. Sr.: En la tarde del día 7 del corriente, al franquear la barra de este puerto varios buques que se hallaban fuera, con un fuerte temporal, la pasaron felizmente cinco de éstos. Pero el sexto, que era la barca española Rosita, de esta matrícula de Bilbao, al llegar a la barra le dieron tan fuertes golpes de mar, que la arrojaron sobre el banco del N.E., en cuyo punto maniobró tan acertadamente, que consiguió salir al canal; pero como para conseguir esto había tenido que guiñar mucho S.O., y tan pronto como el buque estuvo a flote, tomó tal arrancada, que antes de poder quitar esta guiñada se hallaron embarrancados en el banco del S.O., a cosa de las cinco de la tarde, en donde si bien el buque podía considerarse completamente perdido, había la seguridad de que la tripulación sería salvada, así como la mayor parte de su carga, que se compone de madera y tabla de pinotea. En su consecuencia, se trató de comunicarles las órdenes que nos parecieron más acertadas, las que muy a nuestra satisfacción fueron exactamente cumplidas.

Como era nuestro deber, nos hallamos todos los individuos de esta Junta local en el punto más próximo posible del buque náufrago, teniendo a nuestras órdenes a varios prácticos y lancheros de esta cofradía, para verificar las maniobras o faenas que el caso requería, hasta que a las nueve en punto de la noche les ayudamos a saltar en tierra a los siete individuos de que se componía la tripulación del buque, con la mayor parte de sus equipajes. A uno de los tripulantes, que se hallaba enfermo, le mandé llevar al santo hospital de esta villa, y que inmediatamente le asistiera el médico titular de la misma, y hoy tengo la satisfacción de participar a V. E. que se halla completamente restablecido. Al resto de la tripulación los acompañamos a una posada del muelle, en donde de antemano ordené que para aquella hora les pusieran una buena cena y camas, en donde los dejamos sumamente agradecidos y satisfechos.

Es cuanto tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. para su satisfacción y gobierno y el de esa Junta central que tan dignamente preside.

 Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete 11 de Diciembre de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr. Presidente de la Junta central de Salvamento de náufragos. Madrid.

Vapor TARTESUS



Excmo. Sr.: En la mañana del día de ayer, al salir de este puerto varios vapores cargados de mineral, a uno de estos nombrado Tartesus, de nación inglés, se le inutilizó el hélice al hallarse próximo a la barra, resultando que la corriente y la mar que estaba algo picada le arrojaron sobre el banco del N.E., de cuyo banco se trató de sacar en la marea de la noche, ayudado por dos remolcadores; pero sus esfuerzos fueron infructuosos por  haber fallado dos veces el calabrote, y cuando fueron a tomarlo por tercera vez les dijeron desde abordo que tenía agua en las bodegas, y por tanto no era conveniente el sacarle, porque podría ir a fondo en medio del canal.

 Por lo que, y en vista de la mala noche que pasaron abordo sus tripulantes, se han conducido a tierra esta mañana en una lancha de esta cofradía a los 18 individuos de que se componía toda la tripulación. Es cuanto tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. y en el de la Junta que tan dignamente preside.

Dios guarde á V. E. muchos años. Portugalete 11 de Diciembre de 1881. El Presidente, Fernando de Carranza. Excmo. Sr. Presidente de la Junta central de Salvamento de náufragos. Madrid.

Goleta ALMA



Excmo. Sr.: A las cinco y media de la tarde de ayer, al franquearla barra de este puerto la goleta francesa Alma, Dunkerque, que se hallaba en el abra de este puerto, desde la mañana, sufriendo un fuerte temporal, lo hizo con tan mala suerte, que, debido a la mucha mar que había y las fuertes corrientes, tomó una guiñada para el N. E., habiendo ido a parar en el banco interior de la barra en dicha parte. Trascurridos que fueron algunos minutos, maniobrando con mucho acierto, consiguió salir al canal; pero al cerrar el timón, para ir a dicha parte, se mordió uno de los guardines de éste, siéndoles imposible quitar la guiñada que llevaba para el S. O. donde embarrancó en el punto llamado de la Peñota. Como la mar era gruesa y el viento del N. O. duro con fuertes chubascos, el buque vino para dentro, yendo sobre los restos del vapor español Hispalis.

Al ver embarrancar dicho buque, el cual se consideraba completamente perdido, y viendo el peligro que corrían sus tripulantes, se mandó una lancha bien esquifada para salvarlos, a la que le fue imposible ir donde el buque se hallaba; en vista de lo cual se hicieron todos los esfuerzos posibles para hacer llegar un cabo abordo, y después de trascurridos tres cuartos de hora de estar en esta maniobra, y que había echado de abordo una corredera con un salvavidas, la que vino bajo del muelle nuevo de hierro; después de cogida ésta, se tomó otro cabo más grueso, con dicha corredera, el que se amarró al expresado muelle, diciéndoles a los de abordo lo amarrasen a la cruceta del palo mayor, siéndoles imposible por los fuertes balances que daba el buque, amarrándolo entonces al tronco del palo, con intención de poner una guindola para salvar los náufragos, los cuales corrían inminente peligro.


Pero viendo era imposible salvarlos por dicho cabo, por ser fuertísimos los golpes de mar que rompían sobre el buque y cabo dado a tierra, y ser mucha la resaca que había, y además estaba ya oscureciendo, nos reunimos en Junta sobre el muelle, el Piloto mayor de barra, Ayudante de marina, los individuos de la Junta de Salvamentos, varios pilotos, prácticos lemanes y varios particulares de esta localidad; habiendo acordado se aguantasen abordo, y entre tanto se diera otro cabo más grueso para que, en caso de que el buque amenazara mayor peligro, se amarrasen a dicho cabo para traerlas a tierra. Estando en estas maniobras, y siendo próximamente las siete y media de la noche, descargaron sobre el buque tan fuertes golpes de mar que hicieron a éste tumbar sobre el costado de babor, cayendo a la mar toda la tripulación; no dando tiempo para poderlos salvar, según se había acordado: en el momento se hicieron todos los esfuerzos posibles para salvarlos, metiéndose en el agua la mayor parte de los que estábamos en el punto del siniestro, para coger los infelices que flotaban sobre el mar; no pudiendo conseguir salvar más que dos de los tripulantes, los cuales fueron seguidamente conducidos al hospital, en donde se les acostó, prestándoles todos los auxilios necesarios. Al cuarto de hora de haber zozobrado el buque, éste se hizo pedazos.

Esta mañana hemos estado varios señores a visitar los náufragos, y al mismo tiempo les he llevado la ropa necesaria para que pudieran vestirse, cuyos individuos se encuentran ya en completo estado de salud, habiendo salido a la calle. La tripulación del referido buque eran siete, inclusos el capitán y práctico, los que se salvaron eran marineros.



Todos los que acudieron al sitio del siniestro hicieron todos los esfuerzos posibles para salvar los náufragos, siendo los que más se han distinguido por su arrojo y serenidad, debiéndosele a ellos el haber salvado el segundo de los náufragos, son: Don Aquilino Babio, práctico lemán de este puerto, José Babio y Benigno Escobar, marineros, todos tres de esta localidad. Lo que tengo el honor de poner en su conocimiento y en el de la Junta que tan dignamente preside.

Dios guarde a V. E. muchos años. Portugalete 27 de Marzo de 1882. Por ausencia del Sr. Presidente, el Secretario Alejo Martin. Excmo. Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.   

El Consejo Superior dio las más expresivas gracias al Presidente y señores que componen la Junta de aquel punto, así como a los que tomaron parte en los salvamentos expresados. 


Junta local de SANTURCE.



Salvamento de los tripulantes de un bote de regatas y de la lancha Valiza.

El Presidente de la Junta local de este punto, dirigió las dos comunicaciones que a continuación se expresan:

Excmo. Sr.: Esta Junta local, en sesión celebrada en el día de hoy, y en virtud de lo que dispone el art. 6. ° de los Estatutos de la Sociedad, ha acordado comunicar a V. E. el naufragio ocurrido ayer en esta Abra.

LANCHA particular

    fotografía de Xabier Burgaña.

Excmo. Sr.: Con motivo de las regatas internacionales que se celebraron ayer en esta Abra, se presentaron varios botes y lanchas y vapores a disfrutar de tan animado concurso. Uno de estos botes, de vuelta de su paseo, se dirigió a cosa de las cinco de la tarde, a la vela, en demanda de la ría. Al llegar a la barra, fue arrollado por un golpe de mar, tumbándole un segundo golpe. D. Celestino García e Ibarra, vocal de esta Junta local y auxiliar del piloto mayor, que providencialmente presenció el siniestro, y comprendiendo la angustiosa y horrible situación de las personas que en el bote se hallaban, bajó al puerto con la mayor presteza, y llamando a seis marineros que en aquel momento encontró, y cuyos nombres se anotan más abajo, montó la lancha Juanita que estaba más a mano, y salió con la velocidad del rayo al socorro de los náufragos.

A pesar de hallarse el bote náufrago a milla y media de este puerto, y tener que atravesar barra adentro, con gran riesgo de sus vidas, por los grandes rompientes y la fuerza de las vaciantes, recogieron y salvaron de una muerte cierta a las cinco personas que, agarradas al bote, pedían socorro con gritos desgarradores, trayéndoles a este puerto, en donde se les prestaron cuantos auxilios y atenciones su situación exigía.



Al tener la inmensa satisfacción de comunicar a V. E. este acto de verdadero heroísmo, llevado a cabo por D. Celestino García, secundado por los valientes jóvenes marineros Manuel San Martín y Ortiz, Damián Castillo y Burusteta, Nicolás Calvo y Gutierrez, Valentín García e Ibarra, Tiburcio Echevarría y Echevarría y Luis Fernández y Landeta, me creo en el deber, secundando los deseos unánimes de esta Junta local, de recomendarlos eficazmente a V. E. a fin de que V. E., si lo estima justo, los proponga a la Comisión ejecutiva o Junta Superior para una recompensa pecuniaria a los tripulantes, a fin de que la gente de mar de estas cofradías vea cuán beneficiosas son instituciones como la Sociedad española de Salvamento de náufragos, que saben recompensar actos como el que cito más arriba.

Por lo que se refiere a D. Celestino García e Ibarra, cree esta Junta que es digno por todos conceptos de una distinción honorífica, el que ya ha sido agraciado por otros varios actos de salvamento, con la cruz de Beneficencia de segunda clase.

Todo lo que me apresuro a poner en el superior conocimiento de V. E. para su satisfacción y efectos oportunos. Dios guarde á V. E. muchos años.

Santurce 24 de Agosto de 1881. El Presidente, G. de la Quintana y Murrieta. Excelentísimo Sr. Presidente de la Sociedad española de Salvamento de náufragos. Madrid.

Lancha VALIZA o bolisa



Excmo. Sr.: Apenas trascurrido un mes desde que ocurrió el último naufragio en esta Abra, y ya tengo el triste deber de poner en el superior conocimiento de V. E. el ocurrido ayer.  

Hallábase, como de costumbre, prestando el servicio de barra la lancha Valiza del piloto mayor, y el ayudante que se hallaba abordo había atravesado la barra una vez en dos vueltas para dar los pies de agua a los buques que, por ser la hora de la marea, una de la tarde, pretendían la salida y entrada. Como las aguas subían con fuerza y la mar rompía á tiempos sobre la barra, al ponerse la lancha Valiza de proa hacia Portugalete, cayó una mar sobre ella y la volvió quilla arriba.

La posición de este puerto permite que se descubra la barra por todos lados.

A los gritos de los que desde el muelle del puerto y de las casas pedían socorro, acudió toda la población, saliendo tres lanchas con la velocidad del rayo al lugar del siniestro, no reparando al inminente peligro que corrían, sino al deseo de salvar la dotación de la lancha náufraga, compuesta de ancianos en su casi totalidad.

Gracias a la celeridad con que acudieron en socorro de aquellos, pudieron arrebatarse a la furia de las olas nueve de los trece que montaban la lancha, recogiendo al décimo en muy mal estado, pues que falleció apenas lo trajeron a tierra, desapareciendo bajo las olas tres, que no fueron vistos.



No tengo palabras con que expresar a V. E. el desgarrador aspecto que presentaba este puerto en aquellos momentos; ni, aunque lo intentase, podría pintar las escenas de aquellos tristes momentos, en que llenas de angustia las familias de los náufragos miraban con ansia a las lanchas que volvían con los náufragos salvados, por ver si entre ellos descubrían a los seres que en aquellos instantes eran su vida. Las tres lanchas que salieron de este puerto, patroneadas por D. Aureliano Gutiérrez, D. Juan S. de Sampelayo, expiloto mayor de barra, y D. Urbano Macho, vocal de esta Junta, hicieron prodigios por socorrer a los náufragos; pues como he dicho antes, la lancha Valiza había zozobrado en la misma barra, y se necesitaba mucho valor, mucha abnegación y mucha práctica para atreverse a atravesar los grandes rompientes de la barra.

Hallábase al mismo tiempo del naufragio fuera de barra el vapor remolcador Volador, capitán D. Benito San José, de Portugalete, quien al observar los movimientos de las lanchas y oír las voces qué hasta el vapor llegaban, viró en redondo y se dirigió a toda máquina al lugar del naufragio. Otra lancha de Santurce, que se hallaba entre muelles de Portugalete, acudió también en socorro de la del piloto mayor; pero la que en concepto de esta Junta local y de cuantos presenciaron el naufragio merece especial mención, es la tripulada por D. Gumersindo Algorri, titulada Virgen del Carmen, de este puerto.


Hallábase fuera de barra en el momento del naufragio, y al notarlo, virando en redondo se dirigió a la vela sobre la barra, cuidando de calar el timón y arriar la vela antes de llegar a las rompientes. Tan vertiginosa era la rapidez con que andaba, que fue llevada sobre una mar en una distancia de cerca de medio kilómetro, pasando como una exhalación por el lugar del siniestro, evitando el choque con la lancha náufraga y con el vapor. La seguridad con que dirigió el patrón Algorri su lancha sobre una recta de tanta extensión, la sangre fría de él y de los cuatro que lo acompañaban, fueron sin duda alguna causa de que no fuera arrollada por las olas. Aquella lancha parecía un proyectil lanzado por un cañón de grueso calibre y de gran potencia. Si grande fue la destreza, no fue menor la sangre fría que demostró dicho patrón al ordenar quedasen con las camisetas solas, por si eran lanzados al agua, y advertir que dos de los cuatro viniesen a popa de la lancha, para que con el peso de los tres se hundiese más y gobernase mejor.

En resumen, todos hicieron en esta ocasión cuanto humanamente fue posible por salvar a tantos infelices que luchaban entre las garras de la muerte Adjunto acompaño una relación de las lanchas, patrones y tripulantes que prestaron socorro en este naufragio, según acuerdo de esta Junta local, para que se digne V. E., si lo cree conveniente, proponer para una recompensa.



Dios guarde a V. E. muchos años. Santurce 22 de Setiembre de 1881. El Presidente, P. A. Pedro de Galíndez. Excmo. Sr. Presidente de la Asociación Española de Salvamento de Náufragos. Madrid.

 El Consejo Superior acordó otorgar medallas de plata, de bronce y premios en metálico, a los patrones y marineros cuyos nombres se expresarán en la Sección de recompensas otorgadas.

(datos recogidos del Anuario de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos).

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.


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