MIS MEJORES
BOTAS
Han pasado 30 años desde que en
el mes de setiembre de 1992 compré estas botas en Santurtzi en la zapatería “Urra”
que entonces estaba en la plaza “Juan José Mendizabal” o popularmente “Cagonillos”.
Lo recuerdo perfectamente porque
al mes siguiente comenzaba la conocida Marcha de Hierro, en la que cerca de 500
trabajadores de A.H.V. en una marcha reivindicativa nos íbamos a desplazar andando desde Bilbao a Madrid.
La mayoría de estos trabajadores,
entre los que yo me cuento, nos aprovisionamos de las botas de seguridad de la
empresa, la cual no puso ningún impedimento, las quitamos las punteras de
metal, aquel marrón característico lo teñimos de negro, y ya teníamos calzado
inapropiado para pisar asfalto, pero adecuado para defendernos de aquel mal
tiempo de agua y frio que nos acompañó bastantes jornadas. Alguno lo pagaría
con unas ampollas para enmarcar.
En mi caso, volviendo a las botas,
preferí además de las de la empresa llevar otras más livianas, además de las
zapatillas con las que entrenaba casi a diario. Me dejé llevar por el consejo
de la mujer que me atendió en la zapatería y que ya siento haber olvidado su
nombre, la cual me dijo: “Aurelio, estas son las botas que llevan la mayoría de
los tripulantes de las embarcaciones de pesca de Santurtzi”. Suficiente para convencerme.
Del resultado de aquella caminata
de cerca de 400 km, me toco de premio ir a trabajar a Lesaka, total a 150km de
Santurtzi. Entre la ropa que trajimos y creo que la única que yo conservo son estas
botas, las cuales en los otoños e inviernos navarros en más de un apuro me han
mantenido los pies calentitos, y ahora llegados los octubres cuando voy a coger
el calzado adecuado para visitar y recoger si es el caso los hongos que crecen
en los alrededores, no tengo por menos que darlas una mano de lustre, y
agradecerlas la cantidad de recuerdos que me reportan.
Tenían razón en la zapatería “Urra”,
son y han sido buenas botas.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales.
Aurelio: Mano de betún "Servus".
ResponderEliminarAunque pueda parecer un poco ñoño, yo también acabo cogiéndole cariño a mis viejas botas de monte, que han soportado cientos de kilómetros: el camino de Santiago, montes y llanuras de Castilla, valles del País Vasco... Incansables compañeras
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