sábado, 30 de marzo de 2019

LAS SALCHICHAS DE MI BARRIO


LAS SALCHICHAS DE MI BARRIO


Si a cada uno de nosotros se nos preguntara cual es nuestro plato favorito, seguro que habría una gran diversidad en la contestación. En mi caso la respuesta es sin ningún genero de dudas, y por este orden, lentejas, salchichas, y arroz, preferentemente con conejo y además si es acompañado con alguna salchicha, mejor.

Pero no cualquier salchicha, salchichas las de “Edu”, las del Barrio. Las de Abatxolo. Esas salchichas que si a uno le preguntan como están hechas, la contestación es “que ni idea”, pero si me preguntas a que saben, la respuesta es, a Felicidad. Su fórmula, tan protegida como la de la coca cola.

Salchichas, que su saber comer se transmite de padres a hijos. Como es el caso de mi hija que desde su tierna infancia comparte la misma pasión que yo, y ahora es su hijo el que se pone feliz cuando le pones en el plato salchichas de Abatxolo. Un paquete de ellas es un regalo en cada visita. Aratz, a los hermanos Estancona no les conoce, ni sabe quiénes son, pero lo que sale de las manos de esta familia hace tiempo que sabe diferenciar en el paladar.

Mi pasión por ellas y su sabor, es probable que radique, en mi infancia de hace cerca 60 años, cuando la comida en casa, como en la de la mayoría, se basaba en, pan, patatas, habas, berza, coliflor, puerros, alubias, garbanzos, lentejas, arroz, macarrones, huevos y lo demás para las bodas y Navidad. El que mi Ama trajera salchichas de Adora, y estas fueran la excepción del menú, creo yo, que hizo que me uniera para toda la vida con ellas. Con estas, no con otras.



Tengo que decir, que, en Abatxolo, antes en Azeta, la carnicería del Barrio, la que jamás ha tenido un rotulo para identificarla, cada cual la ha llamado por el nombre que mejor le ha convenido. Para mi es la carnicería de Edu, persona con la que compartí los días felices de la infancia, ese periodo de la Vida que  creo yo, une a las personas.

 Antaño, en mi casa se la decía, “la carnicería de Adora, la de Juli”, en cuyo interior también podías encontrarte con Eduardo, y Toñín. Juntos formaban un equipo para atender a las familias del barrio, y bien lo debieron hacer para que la parroquia se mantenga fiel tantos años después. Fueron los tiempos en el que ciertas mujeres llamaban la atención del resto de la parroquia con aquella frase tan socorrida de “Dame de lo mejor que mi marido trabaja en la Gene”.

 Sin la Gene, La Naval, AHV, la Babcock,… con el Barrio avecindado de pensionistas y jóvenes con futuro laboral incierto, lo mejor, se reparte a partes iguales.

Hoy al pie del cañón, es la carnicería de Edu, de Txerra, de Estancona, con Javi, con una sonrisa que se regala en cada venta, con los mismos ingredientes que antaño. Con el mismo mimo y cariño, siguen llenado de ilusiones los platos de los comensales, grandes y pequeños, de Salchichas arte-sanas.

Otro día las morcillas. Igual de arte-sanas.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales




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