LAS SALCHICHAS DE MI
BARRIO
Si a cada uno de nosotros se nos preguntara cual
es nuestro plato favorito, seguro que habría una gran diversidad en la
contestación. En mi caso la respuesta es sin ningún genero de dudas, y por este
orden, lentejas, salchichas, y arroz, preferentemente con conejo y además si es
acompañado con alguna salchicha, mejor.
Pero no cualquier salchicha, salchichas las de
“Edu”, las del Barrio. Las de Abatxolo. Esas salchichas que si a uno le preguntan
como están hechas, la contestación es “que ni idea”, pero si me preguntas a que
saben, la respuesta es, a Felicidad. Su fórmula, tan protegida como la de la
coca cola.
Salchichas, que su saber comer se transmite de
padres a hijos. Como es el caso de mi hija que desde su tierna infancia comparte
la misma pasión que yo, y ahora es su hijo el que se pone feliz cuando le pones
en el plato salchichas de Abatxolo. Un paquete de ellas es un regalo en cada
visita. Aratz, a los hermanos Estancona no les conoce, ni sabe quiénes son, pero lo que sale de las
manos de esta familia hace tiempo que sabe diferenciar en el paladar.
Mi pasión por ellas y su sabor, es probable que
radique, en mi infancia de hace cerca 60 años, cuando la comida en casa, como
en la de la mayoría, se basaba en, pan, patatas, habas, berza, coliflor,
puerros, alubias, garbanzos, lentejas, arroz, macarrones, huevos y lo demás
para las bodas y Navidad. El que mi Ama trajera salchichas de Adora, y estas
fueran la excepción del menú, creo yo, que hizo que me uniera para toda la vida
con ellas. Con estas, no con otras.
Tengo que decir, que, en Abatxolo, antes en Azeta, la carnicería
del Barrio, la que jamás ha tenido un rotulo para identificarla, cada cual la
ha llamado por el nombre que mejor le ha convenido. Para mi es la carnicería de
Edu, persona con la que compartí los días felices de la infancia, ese periodo
de la Vida que creo yo, une a las personas.
Antaño, en
mi casa se la decía, “la carnicería de Adora, la de Juli”, en cuyo interior también
podías encontrarte con Eduardo, y Toñín. Juntos formaban un equipo para atender
a las familias del barrio, y bien lo debieron hacer para que la parroquia se
mantenga fiel tantos años después. Fueron los tiempos en el que ciertas mujeres
llamaban la atención del resto de la parroquia con aquella frase tan socorrida
de “Dame de lo mejor que mi marido trabaja en la Gene”.
Sin la
Gene, La Naval, AHV, la Babcock,… con el Barrio avecindado de pensionistas y
jóvenes con futuro laboral incierto, lo mejor, se reparte a partes iguales.
Hoy al pie del cañón, es la carnicería de Edu, de
Txerra, de Estancona, con Javi, con una sonrisa que se regala en cada venta,
con los mismos ingredientes que antaño. Con el mismo mimo y cariño, siguen
llenado de ilusiones los platos de los comensales, grandes y pequeños, de
Salchichas arte-sanas.
Otro día las morcillas. Igual de arte-sanas.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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