VICENTA MARTÍN DE VIDALES MILLAS
IN MEMORIAM
Mi Ama,
Vicenta Martín de Vidales Millas, nace el 14 de setiembre de 1914 en Mora (Toledo)
y fallece en el hospital de Santa María de Bilbao el 12 de octubre de 1995. Sus
padres fueron Vicente Martín de Vidales García Carretero, nacido en Mora en el
año 1886, y que falleció en Toledo, el 21 de enero de 1927, y Juana Millas García,
nacida en Mora en el año 1882 y que falleció en el mismo pueblo toledano el 22
de enero de 1971.
Sus abuelos
por parte paterna fueron: Juan y Manuela y por parte materna: José y Juana.
Todos ellos nacidos en Mora, y de profesión labradores. Esta saga familiar era
conocida en el pueblo como “los calaveras”.
Sus hermanos
fueron: Francisco Martín de Vidales Millas, (Mora 1910), Natividad, (Mora 1912) y
Sagrario, (Mora, 1917).
Mi Ama
Vicenta estuvo casada en primeras nupcias con, Amalio Rodríguez Jiménez, de
profesión labrador, nacido en Mora el 11 de junio de 1911, y que falleció
fusilado en la cárcel de Ocaña, por mandato de Franco el 31 de enero de 1941. La
boda se celebró 10 de setiembre de 1935.
Amalio era
hijo de; Ascensión Rodríguez Jiménez y de Baldomera Jiménez Salamanca. Todos nacidos
en Mora, y de profesión, labradores. Amalio solo tuvo una hermana de nombre
Ascensión nacida en Mora en el año 1913.
En el año
1945 llega a Portugalete mi Ama Vicenta Martín de Vidales Millas, su marido, Amalio Rodríguez Jiménez,
condenado por un tribunal militar franquista había sido fusilado en la cárcel
de Ocaña, y ella a su vez expulsada del pueblo durante un periodo mínimo de
diez años. Su vida era insostenible en el pueblo que la vio nacer.
Viuda y con tres niñas pequeñas, aconsejada
por familiares que realizaron los trámites oportunos, se desplaza a
Portugalete, puesto que sus tres hijas nacidas en Mora, Ascensión ,
Vicenta y Carmen , eran ingresadas en la Congregación de las
Esclavas del Amor Misericordioso de Sestao.
La
Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso, había sido fundada en
Madrid por La Madre Esperanza en la Nochebuena del año 1930, y en 1933 ya había
una congregación en Santurce y en el año 1935 otras en Sestao y Bilbao. Esta
fundación se distinguirá por su sensibilidad social. La Madre Esperanza ve con
claridad la guerra que se avecina. Victimas particulares e inocentes serán los
niños que en gran número se verán huérfanos y abandonados, disponiendo las monjas
el papel de madres. Disponían sus estatutos expresamente que las hermanas
comieran lo mismo que los niños, y solo después que estos hubieran acabado, y
que por lo menos un 25 por ciento de los internos tuvieran estancia
absolutamente gratuita.
Estas serían
las buenas voluntades de todas las congregaciones religiosas que acogieron a
los niños en la posguerra, pero la realidad total fue bien distinta, tal y como
lo relata Almudena Grandes en su libro “Las tres bodas de doña Manolita”
Vicenta,
como muchos de los emigrantes con escasos recursos con los que contó
Portugalete a partir de la terminación de la guerra, compartió con ellos la práctica habitual de buscar alojamiento en
una casa particular que les alojara como pupilos con derecho a cocina. En el caso
de mi Ama, su destino la llevó a la calle del Medio, en la casa de
Florencio “Negus” e Isabel.
Su vida con
la familia del “Negus” transcurre hasta 1948, año en el cual se casa con
mi Aita Patricio, pasando desde entonces a vivir a la casa de Abatxolo. Durante
este tiempo su medio de vida y sus ingresos económicas provenían de trabajos
del hogar en casas. Con dichos ingresos pagaba el alquiler y lo que le llegaba
para ayudar a sus hijas.
El
cómo pudo llegar a conocerse Vicenta y Patricio, pudiera ser de la siguiente
manera. Las hijas de Vicenta estaban internadas en Sestao en el Amor
Misericordioso, Araceli que hasta los 11 años había vivido en Ortuella y que
estaba ingresada en el preventorio José Antonio de la sección femenina de
Gallarta, es llevada en enero de 1948 al mismo centro sestaotarra, al igual que
Purificación la hija de Florencio e Isabel.
Mis hermanas
Carmen y Araceli estarían en Sestao hasta cerca del año 1951, sin embargo, mis
hermanas Ascensión y Vicenta, antes de ir a vivir a la casa de Abatxolo,
estuvieron unos años en la Congregación que las Esclavas del Amor
Misericordioso tenía en Bilbao.
Esto
posibilitó con toda seguridad que las tres familias se conocieran entre sí en
las visitas a sus respectivas hijas a Sestao, y que la consecuencia final fuera
el matrimonio de Vicenta y Patricio. Con esta unión, Vicenta recogió entonces
el apodo de su suegra María Soledad “La Navarrilla”, y desde entonces fue
conocida como Vicenta “La Navarrilla”, apodo que a su vez trasmitió a sus hijas
e hijos.
Mi Ama con
tres hijas, mi Aita con tres hijos, y los cinco restantes que tuvieron entre
ellos, y que llegamos a este mundo de una manera escalonada, Nieves en 1949,
Blanqui en 1951, Javier en 1953, Aurelio en 1955 y Arantza en 1957, formamos una
familia en total 11 hermanos. En aquella casa que como me contó mi hermana
Carmen, cuando no había agua potable, cosa corriente, había que bajar hasta la
fuente de la Canilla, y subir los baldes a casa tapados con hojas de higuera
para que no se desparramara el agua. Un millón de anécdotas nos trae esta casa
a sus antiguos moradores……
A partir de
entonces, la vida laboral de Patricio es como marinero en el Sporting y en AHV.
La pesca, es un recurso para ayudar la economía familiar de tanta prole.
Mi Ama
Vicenta, titular indiscutible y honorífica de todos los calendarios que quieran
glosar a la mujer trabajadora, desempeño infinidad de actividades laborales
para sacar a sus hijos adelante. Sea lo siguiente una muestra, que no la
totalidad:
En el mismo
portal donde compartía vivienda con Isabel y Florencio “Negus” estaba la
confitería de Barriocanal, lugar donde se dedicó a realizar tareas de limpieza
bajo el auspicio de Aurora. Lo mismo que en el portal que estaba
enfrente del suyo, en la casa de Rosaura, que yo conocí y tengo un
recuerdo de ser una mujer buena y cariñosa. Más adelante trabajaría en casa de
Pepita, igual de buena persona, con mi Ama se portaron extraordinariamente.
En el
centro de la calle del Medio o Víctor Chavarri, la sastrería de Juan de la
Fuente. Aquí mi madre trabajaba limpiando y con el tiempo mis hermanas Carmen y
Vicenta de costureras, junto a Nieves Larrea, Lauri, Felisita, Ana Mari etc.,
Buenas trabajadoras, y si no lo fueran, la hija de Franco, Carmen Polo, no
hubiera encargado a esta sastrería hacerle un abrigo.
Cuantos
retales no habrá recogido, guardados en la faldiquera Vicenta en la sastrería.
Con estos después nos haría apaños en la ropa. Arte, ganas y estilo la sobraba
para regalar.
Frente a la
sastrería, la pastelería de Mendizábal, lugar donde trabajó junto a Araceli.
Cada una en sus tareas, bien diferentes, pero oportunas para sacar la casa
adelante. ¡Qué buenos estaban los manolitos de mantequilla! Trabajó en el
matadero municipal limpiando vísceras, y en el Ojillo, en la carnicería de
Lucita donde se ganaba el jornal picando cebolla. En ello estaba el día que muy
embarazada de mi o de mi hermana Arantza se resbaló y casi nacimos en el
intento.
El lavadero
era otro de los lugares donde sacaba otro jornal, lavando nuestra ropa y la de
aquellos que se lo solicitasen. Lavaba para la familia Ibarmia, para Ramonita,
también para Felisa, una familia que vivía al comienzo de las escaleras del
tren y otras que no recuerdo su nombre. Ropa blanca que en algunos casos
entregaban mis hermanas los domingos por la mañana antes de ir a misa, puesto
que la iglesia nos pillaba de camino. En otros casos, el día de labor que lo
solicitasen.
El
estraperlo y el tren de la Robla en el que viajaba, fueron medios para sacar
provecho al excedente de pesca que Aita traía a casa. Ir hasta Valmaseda para
traer algo al cambio y engañar a los del fielato, era un arte que manejaba con
suma maestría. Sin embargo, las mejores piezas, sobre todo jibiones, eran
destinadas a equilibrar la balanza del fiado de las tiendas de comestibles del
barrio. Entonces, en los ultramarinos, las familias con sueldos escasos se
compraban y se apuntaba la compra para liquidarla el día de paga.
Otra fuente
de ingresos fueron los colchones. Si Vicenta era buena en todo lo que hacía,
como colchonera no tenía precio. Las campas del lavadero y de Repélega son
testigos de ello. Primavera y verano las mejores épocas para la realización de
esta actividad. Era ponerte en la campa a varear, y pronto una mujer te
preguntaba si se vareaba para casa o para fuera. Si la respuesta era lo segundo
en seguida se llegaba al acuerdo del día y precio. Vicenta era tan honrada, que
jamás por más que quisiera podría llegar a rica con este trabajo. Cuantas
vacaciones escolares a partir de cumplir los 15 años, me hacía acompañarla a
varear colchones. En aquel entonces me decía: Aurelito, hoy tenemos faena, y
una Fanta ese día me llevaba al gaznate. Hoy en día en mi casa siempre tengo
una vara de avellano, es mi fiel compañera en mis paseos por el monte, y además
me regala muy buenos recuerdos.
También
estuvo hasta que alcanzó la edad de 65 años, unos quince años trabajando en el
bar Paco. Ni de esta actividad, ni de las anteriores le quedó pensión alguna,
unas porque ella no se dio de alta y en otras porque no la dieron.
Vicenta hasta su fallecimiento en 1995, en los 50 años que vivió en Portugalete tuvo tiempo suficiente para dejar una huella, de la que estamos orgullosos sus descendientes. Trabajadora, cariñosa y amante de su marido Patri e hijos, nos enseñó con su ejemplo, que la Vida es más sencilla si lo que hacemos, es con Amor.
Esto, y
muchas cosas más fueron posibles a causa de que el destino trajera a mi Ama a
Portugalete, que viviera en casa de “Negus”, que pudiera conocer a mi
Aita, y yo, que lo pueda contar, para homenajear a todos y todas, que hicieron
de su vida un sacrificio por sacar a su prole adelante.
Además Ama, como no tengo tiempo para para olvidarte, te recuerdo el tiempo de todos los días.
MAITE
ZAITUZTEGU.
Aurelio
Gutiérrez Martín de Vidales.
...Sin palabras!!! Después de su nombre y apodo le encaja:SIEMPREVIVA
ResponderEliminarGracias, el Recuerdo así la mantiene.
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