miércoles, 31 de julio de 2019

TOMÁS ARRIGUNAGA ACHONDO




TOMÁS ARRIGUNAGA ACHONDO


Tomás Arrigunaga, o (Arregunaga) Achondo, personaje histórico y escasamente reconocido en la Villa, nace en Portugalete el 17 de mayo de 1760. Su fallecimiento acontece en la población de Salta, (Argentina) en el año 1841.

Sus padres fueron: Sebastián Arrigunaga Zubiaga, (Getxo, 16/05/1711), y Ana Bautista Achondo Arteaga, (Getxo, 24/4/1723), este matrimonio se realizó en Getxo el 2 de febrero de 1747. Además de Tomás este matrimonio tuvo al menos otros tres hijos: Juan Antonio, (Getxo, 9/11/1751), Josefa Ignacia, (Portugalete, 26/10/1756) y María Antonia, (Portugalete, (8/5/1759).

Sus Abuelos paternos fueron: Domingo Arrigunaga Gana y Úrsula Zubiaga López de la Torre y los maternos: Juan Bautista Achondo Menchaca y María Simona Arteaga Basagoiti.

Se casa Tomás en la población de Salta (Argentina), el 10 de marzo de 1786 con Eulalia Ruiz-Carajabal Gómez. Esta era hija de Antonio Ruiz-Carajabal y Diez Ibáñez, rico comerciante natural de Cádiz y de María Cecilia Gómez Gallardo, natural de Salta.

Según consta en las actas de la XI reunión de Genealogía, celebrado en Santiago de Compostela, del 10 al 14 de setiembre del año 2002, Tomás Arrigunaga Achondo, firmaba como “Archondo”, apellido que adoptarían sus descendientes.


“Tomás, fue un militar y administrador colonial, que ejerció como gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán poco antes de la Revolución de Mayo, a la que se opuso tenazmente junto a otras familias salteñas.
Llegó a Buenos Aires en 1776, con la expedición del primer virrey del Río de la Plata, Pedro de Ceballos. Lo hizo con el grado de mayor del Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Aires.
A fines del siglo XVIII fue enviado con una fracción de ese regimiento a la ciudad de Salta, donde se afincó y formó su familia. Fue por tres veces alcalde del cabildo de la ciudad, en el que también ocupó varios otros cargos. A principios del siglo XIX fue comandante del batallón en Salta del Regimiento Fijo. En 1780 tomó parte en la campaña contra Tupac Amaru, sublevado contra la corona española. Fue coronel del cuerpo de Cántabros del ejército realista.
En 1807 fue designado gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán. Para la segunda invasión inglesa envió a Buenos Aires abundantes medios para la defensa del Río de la Plata, entre ellos gran cantidad de pólvora, plomo y dinero, pero en 1808 fue reemplazado por José de Medeiros.
En 1810, al llegar la noticia de la Revolución de Mayo, apoyó la causa realista; convenció al gobernador Nicolás Severo de Isasmendi, que en un principio se había pronunciado a favor de la Primera Junta de gobierno, de oponerse a la misma. Fue arrestado por su fidelidad al rey de España y por eso el vocal Juan José Castelli consideró la posibilidad de fusilarlo.
Al producirse la ocupación de Salta por el ejército realista de Pío Tristán, Arrigunaga aportó ganado y auxilios económicos, colaborando en el avance hacia San Miguel de Tucumán.
Después de la Batalla de Tucumán, la ciudad de Salta fue brevemente ocupada por una avanzada patriota y Arrigunaga fue arrestado y una parte de sus bienes incautados. Dicen que ofreció tal resistencia física que fue imposible trasladarlo a Tucumán. Aquí ayudó económicamente y organizó el servicio médico a los realistas en la Batalla de Salta.
Y cuando triunfó Manuel Belgrano y la ciudad quedó en manos patriotas, ocultó en su casa al obispo Nicolás Videla del Pino, naciendo entonces la leyenda del tapado.
Dicen que como don Tomás se negó a prestar juramento de no volver a levantarse en armas contra los patriotas, condición impuesta por Belgrano a Tristán para dejarlo volver al Alto Perú, no fue autorizado a dejar Salta. De todos modos, más tarde huyó, se incorporó al ejército realista de la Pezuela y participó de la Batalla de Sipe Sipe, o de Amiraya donde cayó derrotado José Rondeau.
En el Alto Perú, Arrigunaga y Archondo ocupó varios cargos en la administración colonial, tanto en Potosí como en el departamento de Cinti.
Los patriotas mostraban asombro ante la firmeza en su posición realista, como la indulgencia que mostraba con los vencidos, después de haber abandonado todos sus bienes en Salta.
Al final de la guerra de la independencia solicitó al gobierno de Bolívar el pago por sus servicios militares y civiles y de los préstamos que había hecho al ejército realista. El reclamo fue rechazado, pero insistió, esta vez ante el gobierno de España.
Regresó a Salta alrededor de 1830, dedicándose desde entonces a tratar de recuperar sus bienes perdidos. Logró, al menos, la devolución de sus bienes inmuebles, entre ellos la casona de Caseros y Alberdi, que más tarde vendió para llevar adelante obras piadosas en la Catedral de Salta.
Murió en Salta en 1841 y fue sepultado en esa Catedral (vieja), al pie del Señor del Milagro”. (Luis Borelli, “El Tribuno” periódico argentino, 9 de abril 2016).

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales




No hay comentarios:

Publicar un comentario