MIS
DEPORTES FAVORITOS
A parte de la escuela, en los
ratos libres de patio, el barrio y sus campas era el territorio favorito para
disfrutar y correr detrás de un balón. A poco más llegaban mis habilidades, y
como niños que éramos, con el deseo de figurar algún día en un equipo puntero.
Las salidas al Serantes y a la Arboleda eran otras de mis aficiones, la llamada
del monte siempre ha sido una constante a lo largo de mi Vida.
Hoy en día no entiendo aquellos
que dicen amar la Naturaleza y respetar el medio ambiente, y acuden al monte
con un spray como sustituto de un buen bocadillo.
Tuve la suerte de que mi
educación escolar fuera en Sestao, en la Salle, con la obligación de acudir diariamente
desde Portugalete a esta población, y así completar una acumulación de
kilómetros en mis piernas infantiles que quizás son los que me beneficiaron en mis
aficiones deportivas posteriores.
En la Salle, conseguí que me
eligieran para jugar al Beisbol, deporte que era escasamente conocido, y del
que no hacía falta ser un habilidoso. Además, de ser poco atractivo, porque su
horizonte cercano como figura deportiva no existía, y por lo tanto dejaba la
puerta abierta a los que como yo, éramos pocos los llamados y muchos los
elegidos.
Una vez acabada la escuela
primaria y pasar a la escuela profesional de Minas en Baracaldo, comenzó mi
afición por el atletismo, quizás porque en el año 1970 conseguí una medalla en
una prueba de larga distancia y que como regalo y recuerdo se que le di a Asun, que ella conserva como llavero estos últimos 48 años.
No sería hasta el año 1979,
cuando una vez casado y residente en Santurtzi, un grupo de personas que
acudíamos habitualmente al Polideportivo entre las que quiero destacar a Peña,
Mikel Orrantia, Casimiro… comenzamos a entrenarnos conjuntamente con más deseos
que conocimientos. Mi gusto por las largas distancia me ha llevado a participar
en 21 maratones, con los consiguientes entrenamientos, que el que conoce este mundo
estará conmigo que a veces son más duros que las propias pruebas.
Durante esa época, subir
corriendo al menos una vez a la semana al Monte Serantes era una parte
importante de mi entrenamiento y disfrute.
El cierre de A.H.V. y mi traslado
posterior a trabajar en Lesaka y vivir en Bera, me dio la oportunidad de tener
un mayor contacto con la naturaleza. Dejé el cemento por las pistas de tierra,
dejé el Serantes por el monte Larhun. Conocí y me integré en un grupo de
montaña de Irún, con los que tuve la oportunidad de conocer la mayoría de los
montes de Nafarroa y Gipuzkoa y sobre todo atravesar en dos ocasiones el
Pirineo. A Yosu, Félix, José Luis Tapia y muchos más Compañeros no quiero
dejarlos en el olvido.
Paulatinamente fui alternando las
zapatillas por las botas.
De mi periodo en Nafarroa, y trabajar en la empresa que hoy es conocida como ArcelorMittal, me dió la oportunidad de conocer a Larri, Txema, Xanti, Patxiku, compartir con ellos travesías largas y
cortas en la montaña, relacionarme, y vivir con este grupo
maravilloso de personas fue sin duda lo más gratificante de mi periodo en
aquellas tierras navarras.
Hoy a mi vuelta a Santurtzi, una
vez cumplidas mis obligaciones laborales que han durado 44 años, con los
músculos más atrofiados, continuo con mi salida obligatoria dominical al Serantes,
corriendo por supuesto mis cerca de dos horas de ttipi ttapa. Es el placebo que
no pienso abandonar mientras ni Espíritu me acompañe.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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