NOTICIAS DEL
PUERTO DE SANTURTZI AGOSTO 1860
“La lancha de este puerto propia
de los pilotos lemanes D. Ruperto de Careaga y D. Quirico Macho, se dirigía hoy
desde a villa de Castro-Urdiales en donde ha estado a este punto,
tripulada solamente con los dos dueños ya citados, y otros dos muchachos de
corta edad.
La casualidad de haber tropezado
en esta travesía con algunos buques sin abordar o sin prácticos, ha hecho que
estos dos aprovecharan tan buena coyuntura, transbordándose a ellos y dejando
su lancha a merced de los dos infelices muchachos. Al llegar pues a este puerto
con viento fresco y en popa, las dos criaturas trataren de sacar el timón, pero
sus pocas fuerzas no se lo permitieron, y habiendo tocado, fueron puestas
inmediatamente sacudidas por el viento y fuertes olas sobre las rocas que se
hallan cerca de la traviesa de esta barra.
Infinidad de personas, tanto de la clase de
marineros como de las demás se trasladaron precipitadamente al sitio en que
sucedía la desgracia, y poniéndose muchas de ellas en peligro, trataron de
salvar a aquellos dos infelices, lo que afortunadamente consiguen. Intentan
sacar la lancha que se encontraba varada sobre grandes peñascos sacudiéndola
fuertes olas, salen dos embarcaciones de este puerto, hacen firme una estacha
en la barca perdida, y remolcándola las otras dos citadas, con auxilio de gente
de tierra a la parle opuesta, consiguen también sacarla y traerla al puerto,
aunque muy estropeada y quebrada del costado de babor.
Entre las personas que se han hallado en este
lance, citaremos al atrevido pescador natural de este pueblo José García (a) el
Chusco, que tantas pruebas ha dado de gran corazón y arrojo en tales casos; hoy
lo hemos visto lanzarse al mar, pasar por entre grandes y rompientes olas al
punto del siniestro, colocarse sobre un peñasco, y derribarla a veces el empuje
del gran elemento, coger la estacha, librarla o desenredarla, meterse con ella
en la barca náufraga, y entre dos aguas dirigirla con exposición de su vida
hasta ponerla a salvo, con la ayuda referida.
Muchas y muchas personas han sido salvadas por
este valiente marino en repetidas épocas; entre ellas solamente citaremos a un
tal José María (cuyo apellido ignoro), patrón de un lanchón que se dirigía a esta
barra, y que fue botado al mar por un golpe que le dio la caña del timón que
dirigía. El lanchón seguía su rumbo con viento muy fresco, y el pobre y
desgraciado patrón veía que se alejaba sin tener ningún amparo y creyendo
segura su muerte, una vez que aquel franqueó la barra.
En tal aprieto, comenzó a lanzar
fuertes gritos, los cuales oídos desde este puerto, ya pesar de ser las diez de
una noche de invierno oscurísima y tenebrosa se arroja el intrépido García de
su cama, se viste apresuradamente, se dirige al puerto sin detenerse en riesgos
de ninguna especie, y sin vacilar enciende un farol, desamarra una embarcación,
invita a sus compañeros Vicente Osante y Bernardo Algorri a que le sigan, y
salen al borrascoso mar dando gritos de «ánimo, valor compañero», y
vuelven a oír los gritos ya débiles de aquel náufrago; se dirigen hacia él, lo
buscan con ansia, y por fin ven fosforear el agua en donde aquel se encontraba
ya sin fuerzas y casi sumergido. En tal estado, el García le alarga un remo, lo
coge fuertemente, y sujetándolo de un brazo, lo sube a su embarcación; se
desnuda lo arropa con sus vestidos, y lo conduce a este puerto. Este patrón
tiene un hermano en esa villa dedicado al comercio.
Si fuera a referir los hechos del
García en que ha salvado gentes, me ocuparía mucho tiempo, pero desde luego
debían llamar la atención de las autoridades y del Gobierno, para que como es
justo, fueran recompensados tantos servicios.
De ellos podrán informar los anteriores
pilotos mayores D. Antonio Musquiz, D. Juan de la Quintana, y el actual Sr.
Sampelayo, así como toda la cofradía de mareantes de este puerto de Santurce»
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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