martes, 13 de febrero de 2024

 

NAUGRAGIO BUQUE “SANTA ANA” SETIEMBRE 1869

CRÓNICA DE UN temporal

Del libro:100 años de la Junta del Puerto de Bilbao

Muchos y grandes temporales desgraciadamente se desarrollan con frecuencia en esta costa de Cantabria, pero el que ayer presenciamos sin temor de equivocarme puedo asegurarle fue uno de los mayores que se han desatado en un huracán primero del Sudoeste, y luego a cosa de las tres y media de la tarde con más furia del Noroeste, apareciendo en un completo borrado toda esta Abra, convirtiéndose el mar en olas grandes y espumosas.

 Para esta hora ya el imponente huracán había echado esta costa y a la altura del segundo castillo al quechemarín español Santa Ana de la matrícula de Santander, que desde la villa de Avilés venia destinado con doscientas cuatro cajas de azúcar para el señor D. J. A. de Uriguen de este comercio, y algunos más efectos. Este buque que la fuerza del viento arrastraba, se vio precisado a dar fondo con las dos anclas arriando sus cadenas hasta los chicotes, pero al poco tiempo creciendo por momentos el temporal, hizo faltar las dos cadenas al débil quechemarín, que comenzó a saltar sobre las peñas, y su capitán y cuatro tripulantes que tan de cerca veían su muerte segura. Dios sabe cómo se embarcaron en la lancha de abordo, después de haber pedido auxilio a un vapor que a la vista se lo estaba prestando a otro buque de vela y por cuya causa no pudo socorrer al quechemarín.



Sin embargo de lo imponente y amenazador del temporal y de las grandes mares que rompían, el anciano, pero intrépido y valiente marino de este puerto de Santurce, D. Juan Domingo de Basagoiti, salió con su lancha a socorrer a aquellos cinco infelices, que consideraba expuestos en su lancha bote, dándoles alcance cerca del punto del siniestro, trayéndolos a su lado, convoyándolos hasta dejarlos seguros en este puerto, en el que dispuso el señor alcalde se alojaran en una casa decente y se les socorriera con cuanto fuese necesario.

A la parte del Nordeste se veía otro patache muy comprometido, que era arrojado al arenal de Algorta por el temporal, pero gracias al Sr. D. Juan S. de San Pelayo que con su pericia y denodado arrojo fue con su lancha bolisa bien tripulada hasta el costado de este buque, dando allí sus acertadas disposiciones (como siempre) se consiguió ponerlo frente al canal de la barra y entrarlo en el puerto. Este buque era el que auxilió en el Abra el vapor Pelayo de esa matrícula, que lo tomó a remolque, pero faltaron los calabrotes, y aunque luego hizo grandes esfuerzos para volverlo a tornar, le fue imposible.

                                                        Anselmo Guinea

Entre los buques que medio zozobrados franquearon la barra, lo hizo una corbeta francesa que traía las velas rifadas corriendo el temporal y que por su mucho andar y la circunstancia de venir poco lastrada dio una guiñada en la misma barra hacia la parte del Sudoeste y cuantos lo observamos creímos se iba a la playa de Portugalete, pero felizmente enderezó por lo bien que traía su aparejo, pasando por entre muelles como un relámpago.

 El capitán de esta corbeta (que siento no saber su nombre) se portó con generosidad antes de llegar a este Abra, recogiendo a su bordo la tripulación de la lancha de D. Valentín Causa de esta matrícula, compuesta de nueve hombres, a los que trató con la mayor amabilidad, asegurándoles que si no tenía entrada en la barra de Bilbao los llevara consigo hasta donde la Providencia los destinara. Habiendo antes asegurado la lancha, trayéndola de remolque hasta la Punta de la Galea, allí faltó la tosta a esta lancha y se fue a pique.

                                                   Fernando Pérez del Camino

Puede asegurarse que, de no haber dado este humanitario auxilio tan bondadoso marino, hubieran perecido los nueve hombres de esta cofradía. A la misma hora de las tres, cuando tanto arreciaba el huracán se presentaron a la vista otros buques y entre ellos la corbeta Paraguaya de esa matrícula, y los que se dejaron correr hacia el Este, llevándose esta corbeta otra lancha de este puerto hasta cierta altura, en la que la abandonó teniendo que refugiarse su tripulación en el puerto de Miñacs, distante de la Punta Galea una milla escasa, y gracias a estas dos casualidades debemos el que en este pueblo no hayan quedado en la orfandad diez y ocho o veinte familias.



En la misma marea entró de arribada el vapor de esa matrícula el Vizcaíno Montañés que había salido tres o cuatro horas antes con destino al puerto de Santander. En las arenas de Portugalete y muelle se hacía casi imposible el poder andar lastimando el rostro los grano o partículas de arena que hacía volar aquel desencadenado viento, teniendo que abandonar su trabajo los muchos operarios que se hallaban en la construcción de los cimientos de la manzana de casas que se ha de edificar en aquel punto, arrancando en la plaza le dicha villa uno de los hermosos árboles que la adornan. También vi como una ráfaga de viento hizo dos pedazos la bandera de señales que se alzaba en la torre del muelle de Portugalete. Dios quiera que el día de ayer no traiga el llanto envuelto en gran luto a muchas familias de los puertos de esta costa. Irurac bat, 23 de setiembre de 1869.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

1 comentario:

  1. Grandes y frecuentes vendavales eran, al parecer, más peligrosos que ahora debido a peores medios tecnicos que los actuales. Pero el relato no deja dudas al respecto. Gracias Aurelio. Mariano G.

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