jueves, 18 de diciembre de 2025

 

NAUFRAGIO BERGANTÍN WILLIAM 1854



EL DIARIO ESPAÑOL, 5 de enero 1854. Artículo publicado anteriormente en el BOLETÍN DEL COMERCIO DE BILBAO el 31 de diciembre de 1853.

El bergantín William, que hace tres meses salió de Londres con destino a Limpias-Cantabria para cargar trigos, y después de haber arribado a diferentes puertos, se presentó en el Abra el 17 del actual, donde se fondeó. Ya desapareció para el siguiente día, y arribando a Castro-Urdiales, volvió a salir para Limpias el 26 con viento fresco del Nordeste. A las ocho y media del miércoles se presentó a la vista por el Oeste con viento muy duro, y antes de la hora de marea que era entre 11 y 12 horas, se abocó a la barra.

El piloto mayor le hizo las oportunas señales desde los sitios acostumbrados, es decir, el castillo allende Santurce y la torrecilla del muelle de Portugalete. Como el buque salido el día anterior de Castro para Limpias no llevaba práctico de nuestro puerto, y a la sazón era imposible suministrarle por el viento impetuoso y la marejada que levantaba, venia sin este importante auxilio, de consiguiente su capitán no debió comprender bien las señales que se le hacían.



Así fue como arremetió a Santurce hasta que se persuadió de que la bandera le capeaba hacia el Nordeste, y virando en rumbo a Algorta, fue a meterse en las rompientes de Guecho, las que le envolvieron de tal modo que no tuvo más recurso que tirarse a embarrancar, por donde divisó más agua y menos mares. Las lanchas de Portugalete que habían salido a la piquera de la barra lo estuvieron llamando desde muy cerca, para dirigirle al canal, y aun los marineros le capeaban con los chaquetones. En Santurce se tripuló la bolisa con 15 hombres, pero al intentar auxiliar al buque, les fue impedido salir por juzgarse azarosa la empresa. Lo propio sucedió en Algorta, en cuyo puerto se hallaba preparada otra lancha.

Tuvo la suerte el buque varado de quedar en buena posición para que al bajamar permaneciera completamente en seco, de modo que recibiese todos los auxilios desde tierra y desembarcara la tripulación con toda seguridad. Por la noche se le bajaron los masteleros y vergas, recogidos en la jarcia, velas y enseres. Y considerábase ya que el casco no tenía más aprovechamiento que el de romperle en su cama, para lo cual fijó el cónsul de su nación un anuncio de remate, cuando nos aseguran que habiendo propuesto el constructor Sr. Unzueta, director de los trabajos, sacarle a flote por una cantidad alzada que no ha de serie satisfecha si no cumple el objeto, ha convenido en ello el Sr. cónsul inglés.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

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