jueves, 28 de julio de 2022

JOSE RUBIO DELGADO

 

JOSE RUBIO DELGADO

In memoriam


 

José Rubio, nació en A Coruña y vivió en Gironella, municipio de la provincia de Barcelona.  Fiel a la República, fue carabinero como lo fuera su padre y uno de los miles de hombres que sufrieron la barbarie y el horror de los campos de concentración nazis. Desde sus experiencias en la guerra civil española hasta su estancia en los tristemente famosos campos de exterminio nazi, José cumple la trayectoria vital de un hombre que pudo sobrevivir para poder contarlo.

Cuando en el año 2015 el Ayuntamiento de Bera aprueba una moción con “la finalidad de recordar a los vascos que fueron deportados, desplazados, detenidos y asesinados en la Segunda Guerra Mundial, y en especial  aquellos que tuvieron por alguna causa su residencia en Bera”, nadie podía esperar que gracias a  las redes sociales y  al doctor en historia Xavier Tornafoch, que en su día tuvo el honor de conocer y que llegó a entrevistar a José Rubio Delgado,  se pudiera aclarar el destino de uno de las personas a las que se hacía referencia en dicha moción, y que en Bera  por efectos de la guerra se le daba por desaparecido.



Dicha entrevista fue publicada en diciembre de 1988 en el nº66 de la revista “EL VILATA”. Referencia que Xabier Tornafoch indica a este Ayuntamiento de Bera, y que, en resumen, nos dice que José Rubio Delgado sobrevivió a la guerra y a los campos de exterminio nazis, rehaciendo posteriormente su vida en Cataluña.

Lo que viene a continuación, es una traducción al castellano del original publicado en lengua catalana en la revista “EL VILATA”.



José Rubio Delgado nació el 28 de abril de 1917 en A Coruña, pero él mismo reconoce que esto fue de manera accidental, ya que su familia es granadina de raíz.  Mi padre era carabinero, un cuerpo de orden público que ahora no existe, hacía tareas de control de aduanas, entre otras cosas. El padre era natural de Granada y allí nací yo. La vida se le mostró esquiva desde muy pronto. Cuando tenía un año quedó huérfano. Sus padres murieron de cólera en el trayecto de A Coruña a Málaga ciudad a la que iba destinado su padre. José cree que la epidemia de cólera que afectaba en Europa en aquellos tiempos era la causa directa de la Gran Guerra.

Hay que tener en cuenta, dice José, que había una gran cantidad de muertos que se pudrían en los campos de batalla de Europa.

¿Qué hizo usted cuando quedó huérfano?

 Fui a vivir con una tía, en un pueblo de la provincia de Granada que se llama La Herradura. Yo iba a la escuela, a veces, pero muchos días iba al campo a pastorear el ganado. Recuerdo la pobreza de mi pueblo; todo el mundo iba en carro. Y sólo había un autobús para ir a Granada capital. A los 10 años, sin embargo, me llevaron a la Escuela de Carabineros, en el Escorial. Era una escuela para los huérfanos del cuerpo de carabineros. Allí terminé enseñanza básica de la época.



 Cuando terminé la enseñanza básica estudié para carabinero, y el 1 de mayo de 1935, con 18 años cumplidos fui destinado como carabinero de la República a Vera de Bidasoa, un pueblo fronterizo de Navarra, que está cerca de Irún.

 La guerra civil.

 ¿Cuál Fue su reacción al estallar la guerra civil?

 Como Navarra cayó en manos de los rebeldes, nosotros fuimos rápidamente a Irún, para defender la República. Combatimos en Irún hasta el 4 de septiembre de 1936. Cuando las tropas de Franco entran en Irún nos refugiamos en Francia.

De Francia tomamos camino hacia Barcelona,​​donde se organizó una compañía de carabineros con el resto de otras compañías.

Una vez que nos habíamos integrado en la nueva compañía fuimos a Cartagena para defender a la República. De allí fuimos a luchar en la sierra de Guadarrama bajo las órdenes del capitán Galán (hermano del Galán que fusilaron en Jaca a principios de los años 30 por conspirar en favor de la República), de Guadarrama fuimos a Ciudad real. Allí instruíamos los milicianos y voluntarios que querían luchar contra Franco. En aquel tiempo yo era teniente de carabineros. En Ciudad Real crearon la 3ª Brigada Mixta de Carabineros y volvimos al combate.



Con la 3ª Brigada Mixta, José Rubio, combatió por buena parte de la geografía peninsular. En octubre de 1936 fue en Pozuelo de Alarcón. Después en Córdoba, y en Pozoblanco. En 1937 vuelve a Madrid, esta vez para detener la ofensiva de los nacionales sobre la capital. José Rubio recuerda las condiciones de la lucha en Madrid.  

Nosotros combatíamos con el fusil en la mano y poco más. En cambio, las tropas de Franco contaban con aviación alemana (los Junkers) e italiana (los Fiat). Lo que provocaba un número de bajas muy elevado entre nuestras filas.

La guerra le llevó a pisar Cataluña dos veces: en mayo de 1937, para detener los combates entre comunistas y anarquistas en Barcelona, ​​y en 1938 en el frente del Segre.

Después que se iniciara la retirada de los ejércitos republicanos en diciembre de 1938, José Rubio atravesó toda Cataluña hasta que el 16 de febrero de 1939 cruzaba la frontera para Puerto-Bou.



Después de la guerra civil.

Fuimos a parar al campo de refugiados de Saint-Cyprien. No podíamos salir del campo y nos pasábamos el día paseando por la playa.

Cuando Estalló la 2ª Guerra Mundial, José Rubio se alistó al XI Regimiento de Voluntarios Extranjeros del ejército francés.

Este regimiento fue liquidado a las primeras de cambio. Nosotros éramos tropas de choque que luchábamos por delante de la línea Maginot, y esto nos producía un elevado número de muertes. De 200 hombres, quedamos 20. Entonces se formó el XD Regimiento de Voluntarios Extranjeros, y me vuelvo a alistar. Luchamos en el pueblo de Verdún hasta que el 9 de junio de 1940 caímos prisioneros de los alemanes.

Una vez en manos de los alemanes, José Rubio fue internado en un pelotón de trabajo formado por unos 30 hombres, 9 de los cuales eran españoles. Estuvieron cosechando trigo por los alemanes cerca de Bélgica, y más tarde fueron trasladados al campo de “Stalag IX”. Allá nos pasábamos el día jugando al fútbol sin hacer nada. A comienzos de 1941 José Rubio, inicia la peregrinación por las cárceles alemanas, tras lo cual irá a Mathausen.



Mathausen.

Antes de llegar al campo de exterminio de Mathausen, José pasó por las cárceles de Frankfurt, Nuremberg y Munich. Los 28 de abril de 1941 llegaba, por el río Danubio a el campo de exterminio de Mathausen, en compañía de 28 españoles más.

¿Cuál Fue la primera impresión al entrar en Mathausen?

Cuando entramos en ella teníamos los ánimos por los pies. Con nosotros había otros españoles que en enseguida nos dijeron donde habíamos ido a caer., Recuerdo que a la entrada del campo había una inscripción, en varias lenguas que ponía: “el que saldrá mejor parado de aquí será con la cabeza bajo el brazo”. Nada más entrar nos despiojaban, nos ducharon con una manguera y nos dieron aquel traje a rayas, y que teniendo en cuenta que estábamos al costado de los Alpes no abrigaba nada.

¿De Qué países era la gente que estaba en Mathausen?

En aquel barracón donde estaba yo, había gente de todos los países (alemanes, españoles, polacos, etc.). En todo el campo podía haber unos 200 españoles. Los judíos estaban aislados en barracones aparte.



¿Había Alguna organización de resistencia en el campo?

En Mathausen no había ninguna organización de resistencia, todos vivíamos como podíamos. Era la ley del más fuerte. Todos recibíamos palos por igual. Allí un varapalo podía significar la muerte.

¿Cómo era la vida cotidiana en el campo de Mathausen?

La vida en el campo era muy dura. Nos levantábamos a las 6 de la mañana y trabajábamos en una cantera hasta las 12 del mediodía. A veces cargábamos piedras en unas barcas del río Danubio. Cuando nos levantábamos desayunábamos una taza de café que en realidad era agua sucia.

A las 12 del mediodía nos daban un cazo de agua con legumbres, y retornábamos a trabajar hasta la noche en que pasaban lista. Nos daban un poco de café y un pan de 300 gramos para 5 personas. Íbamos a dormir a las 10 de la noche. Dormíamos en el suelo y teníamos una manta para dos personas.

¿Cómo eran los soldados que los custodiaban?

En el campo había un comandante de la SS. Todos los oficiales y soldados (algunos no llegaban a los 15 años) también lo eran. Aquellos soldados jóvenes entraban de noche en los barracones de los judíos y los golpeaban con barras de hierro. Nosotros oíamos desde nuestros barracones los gritos de los judíos. Estábamos muertos de miedo porque no sabíamos si vendrían a picarnos a nosotros.



¿Tenían alguna comunicación con el exterior?

Ninguna. No sabíamos nada. Estábamos totalmente incomunicados.

¿Pensaba Usted que saldría vivo de allí?

Yo pensaba que nunca saldría vivo de aquel infierno. Recuerdo que cuando alguien se escapaba nos hacían trabajar todo el día sin comer, y por la noche nos hacían estar formados en la plaza sin poder dormir. Los que se escapaban, una vez que los encontraban, eran colgados delante de todos. En medio del campo había dos hornos que echaban humo negro lote el día.

Dachau.

Cuando José Rubio salió de Mathausen estuvo trabajando en una fábrica de armamento, para después llevarlo al campo de Dachau. «En aquel campo no hacíamos casi nada, las condiciones eran mejores que en Mathausen. Nos pasábamos el día jugando al fútbol con los SS.» La estancia en Dachau se prolongó hasta comienzos de 1945, momento en que José fue trasladado al campo de Buchenwald.

Buchenwald.

Entré al campo de Buchenwald a principios de 1945. Aquí trabajando en una cantera. En este campo había una resistencia organizada. Habían estado escondiendo armas, y yo me apunté. Valía más morir luchando que como un prisionero. La Liberación de José se produjo precisamente en el campo de Buchenwald.



¿Cómo se produjo?

Hacía días que los americanos bombardeaban el campo. Los veíamos desde los barracones y como los alemanes sacaban gente del campo y los mataban por las cunetas. El barracón donde estaba fue evacuado, pero yo me escondí y me fui a otro. Así pude salvar la vida.

Los alemanes abandonaron el campo el 1 de abril de 1945. Los prisioneros cogieron armas y luchar contra los alemanes que se retiraban, hasta la llegada de las tropas americanas. Los americanos nos hicieron entregar las armas, y ahí se acabó todo. Recuerdo que entre los americanos había muchos mejicanos e italianos con los que enseguida hicimos amistad.

Después de los campos de concentración.

Después de su liberación, José Rubio volvió a Francia, y permaneció dos meses sin hacer nada. Se alistó en la Agrupación de Guerrilleros (los maquis), pero no llegó a intervenir en ninguna acción.

Me instalaron en Saint Laurent de la Salanque, un pueblo agrícola del sur de Francia, y allí viví como vendimiador. El Estado francés llegó a ofrecerme la nacionalidad francesa, pero la rechacé, aunque a efectos legales yo era francés. También me dieron 1.000 francos en concepto de veterano del ejército francés.



Regreso a Gironella.

Vine a Gironella en noviembre de 1958, porque me casé con la que ahora es mi mujer (Dolores Ríos), que vivía en Gironella. La conocí en Francia, en el pueblo de Saint Laurent donde yo vivía.

José trabajó haciendo vigas en Quim de las Eras, y más tarde trabajó muchos años en la fábrica textil de Cal Metro, en Gironella. Ahora es jubilado. No volvió nunca más a Mathausen ni a ninguno de los campos de concentración que estuvo internado. Es miembro de la Amical Mathausen de Barcelona, ​​y conserva el carné de deportado, expedido por el Estado francés. José dice que desde que está en Gironella no ha visto a ningún de sus excompañeros en los campos de concentración.

José Rubio víctima de las fatalidades de una época, y de horror humano, expresa un deseo con pausada e impresionante serenidad:

Quiero vivir en paz. Nunca olvidaré lo que he pasado y lo que he vivido. Pero han pasado muchos años y los protagonistas de aquellos hechos pertenecen a otra generación.

 Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.

 

 

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