PORTUGALETE EN
MARZO DE 1886
Acompaño parte de una crónica publicada
en El Noticiero Bilbaíno en marzo de 1886 firmada por Nihil, que
trata sobre las consecuencias del aumento de población y la higiene en
Portugalete. Hoy, casi 140 años después, yo puedo asegurar que la villa, aunque no
llegó a ser la tacita de plata del Cantábrico, si es un lugar del que
uno puede estar orgulloso de haber nacido y convivido.
“Portugalete población situada en
la desembocadura del Nervión, ya por su riqueza, ya por la cercanía de la
capital estaba llamada a ser la tacita de plata del Cantábrico y así
debía ser por su aspecto exterior, pero si penetramos en sus adentros vemos que
sus cloacas están esperando el agua del cielo para su limpieza.
En la plazuela del Cristo vemos en estos
ciertos líquidos que salen de algunas casas y corren a través de la vía
pública, y en la calle General Castaños en dirección a Santurce, aparte del
lodo que nunca falta, con la ausencia de peones camineros, tanto del tranvía
como de la Diputación, vemos una de sus cunetas rebosar hasta la acera, esto
sin contar los montones de estiércol que hay en esta carretera cerca del cruce
y los que abundan en el camino de San Roque.
En el barrio de Aceta, se ve la necesidad de
terminar el alcantarillado y cerrar algunas cloacas para que el barrio no sea
como en toda epidemia el foco de las enfermedades infecciosas y contagiosas que
han venido a la villa. Otra de las causas de las enfermedades está en que hay
que remover distintas casas que hay denunciadas y apuntaladas esperando la
orden de desahucio, y mientras tanta infinidad de habitantes viven hacinados en
ellas a falta de recursos pecuniarios. En estas casas viven personas que
humanamente no pueden habitar.
Sobre el matadero y lavaderos
públicos, a la espera de tan deseada traída de aguas.
En cuanto a los paseos públicos
que hay en la villa, salvo el Muelle Nuevo, hoy no tenemos ninguno, en especial
en la época canicular. En Invierno y con buen tiempo cualquiera es bueno, pero
en la época del calor, con el que contábamos con el de Nocedal ha desaparecido,
y por muchos años, gracias a la mutilación que han sufrido los pobre álamos que
sin delito que el de dar una magnífica sombra a los transeúntes, parece que
estorbaban a alguien y según los maliciosos han sufrido esta pena hasta el
extremo de convertirlos en sombras chinescas. Si los amantes de la naturaleza
están de duelo, en cambio los propietarios de los sembrados están de
enhorabuena pues culpaban a la sombra que proyectaban a la escasez de la
cosecha, y como los árboles no podían defenderse algún alma caritativa ha
cortado por lo sano, nunca mejor dicho”.
Aurelio Gutiérrez Martín de
Vidales
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