lunes, 25 de marzo de 2024

 

PORTUGALETE EN MARZO DE 1886



Acompaño parte de una crónica publicada en El Noticiero Bilbaíno en marzo de 1886 firmada por Nihil, que trata sobre las consecuencias del aumento de población y la higiene en Portugalete. Hoy, casi 140 años después, yo puedo asegurar que la villa, aunque no llegó a ser la tacita de plata del Cantábrico, si es un lugar del que uno puede estar orgulloso de haber nacido y convivido.

“Portugalete población situada en la desembocadura del Nervión, ya por su riqueza, ya por la cercanía de la capital estaba llamada a ser la tacita de plata del Cantábrico y así debía ser por su aspecto exterior, pero si penetramos en sus adentros vemos que sus cloacas están esperando el agua del cielo para su limpieza.

En la plazuela del Cristo vemos en estos ciertos líquidos que salen de algunas casas y corren a través de la vía pública, y en la calle General Castaños en dirección a Santurce, aparte del lodo que nunca falta, con la ausencia de peones camineros, tanto del tranvía como de la Diputación, vemos una de sus cunetas rebosar hasta la acera, esto sin contar los montones de estiércol que hay en esta carretera cerca del cruce y los que abundan en el camino de San Roque.



En el barrio de Aceta, se ve la necesidad de terminar el alcantarillado y cerrar algunas cloacas para que el barrio no sea como en toda epidemia el foco de las enfermedades infecciosas y contagiosas que han venido a la villa. Otra de las causas de las enfermedades está en que hay que remover distintas casas que hay denunciadas y apuntaladas esperando la orden de desahucio, y mientras tanta infinidad de habitantes viven hacinados en ellas a falta de recursos pecuniarios. En estas casas viven personas que humanamente no pueden habitar.

Sobre el matadero y lavaderos públicos, a la espera de tan deseada traída de aguas.

En cuanto a los paseos públicos que hay en la villa, salvo el Muelle Nuevo, hoy no tenemos ninguno, en especial en la época canicular. En Invierno y con buen tiempo cualquiera es bueno, pero en la época del calor, con el que contábamos con el de Nocedal ha desaparecido, y por muchos años, gracias a la mutilación que han sufrido los pobre álamos que sin delito que el de dar una magnífica sombra a los transeúntes, parece que estorbaban a alguien y según los maliciosos han sufrido esta pena hasta el extremo de convertirlos en sombras chinescas. Si los amantes de la naturaleza están de duelo, en cambio los propietarios de los sembrados están de enhorabuena pues culpaban a la sombra que proyectaban a la escasez de la cosecha, y como los árboles no podían defenderse algún alma caritativa ha cortado por lo sano, nunca mejor dicho”.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

 

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