NAUFRAGIO GOLETA
AUDAZ NOVIEMBRE 1862
CRÓNICA DE UN
NAUFRAGIO
Naufragio del bergantín goleta Audaz
capitán Garteiz. Irurac bat, 13 de noviembre de 1862
Cuando apenas desaparecían de las
playas de Algorta los vestigios de la que fue corbeta Linda, y cuando
poníamos la planta ayer mañana sobre el húmedo muelle de las Arenas, a donde
nos trasladábamos para presenciar los estragos que había causado el mar durante
la noche en aquella velera embarcación construida por el Sr. Unzueta, miramos
al pardo horizonte y a la mar, algo más sosegada que la víspera, y divisamos
por el Este una vela empujada por el duro viento del N. O. Al verla, nos
apiadamos de los tripulantes de la embarcación que la sostenía, y nuestro
corazón la envió un saludo por haberse salvado del huracán que bramó en toda la
noche anterior.
La mar estaba algo inquieta, pero
poco, el viento era fresco del N. O., y la ría, algo engrosada por las lluvias
y chubascos, arrastraba bastante corriente en su desagüe La marea bajaba
rápidamente, y tenía tres horas de vaciante. El buque que habíamos avistado,
metióse en el Abra, y contra toda esperanza y ley marinera, púsose en facha
como para acometer A la barra. así que lo vió el piloto mayor, hizo le seña
desde la torre de banderas del muelle de Portugalete, de la inutilidad de la
acometida, fundándose muy justamente en que las condiciones del puerto en aquel
instante eran las peores para darle entrada. Y así era en efecto, ya por la
falta de agua en la barra, ya por la recia vaciante del rio, cuanto porque
aquella ofrecía bastante riesgo por las mares que sobre ella rompían.
El buque, sin embargo, seguía su
rumbo, viento en popa, y todos los circunstantes comprendiendo el inmenso
peligro que iba a correr, tenían fija la vista en él, temiendo un desastre. Ya
el piloto mayor al ver la tenacidad del capitán del buque para ganar el puerto,
sin duda porque no podía recalar a otro alguno, no tuvo más remedio que hacerle
las señales de la dirección que había de seguir, y a las 10 en punto llegaba la
nave a la barra. Sobre sus palos no se veían más que una gavia y un velacho, y
si bien el viento era algo duro, casi todos estábamos persuadidos de que para
vencerla corriente del rio que se estancaba en la barra, le era preciso fuerza
de vela y empuje violento. Colocado ya en sus aguas siguió gobernando
perfectamente, y al salir de ella quedó enganchado un rato sin poder vencer el
desagüe del rio. Soltó los dos foques para obtener más ímpetu, pero sin éxito,
y flameando un poco las velas por falta de aire y dando algunas pequeñas
viradas, fue por fin corriéndose sobre el banco del S. O. donde tocó, hasta
quedar varado del todo, largando en el momento bandera de socorro. Venia sin
práctico a bordo.
En los primeros momentos de
llegar el buque a la barra, salieron varias lanchas de Portugalete, sin duda
con objeto de dar auxilio al buque, pero las vimos regresar con no poco dolor,
cuando quedó varado frente a la Peñota. No pudimos comprender aquella
maniobra, porque ni la mar estaba mala, ni había riesgo en acercarse a la
embarcación, que se hallaba barra adentro; más los tripulantes de las lanchas retirándose
a su fondeadero y quedó el bergantín goleta abandonado a merced de las olas y
del viento.
Los señores segundo comandante de marina e ingeniero de la provincia, que se habían presentado desde la mañana en las Arenas de Algorta, al presenciar el siniestro se trasladaron rápidamente al otro lado del río, sin duda para dictar las medidas más convenientes al salvamento del buque náufrago: más como el accidente fue tan imprevisto y faltaron los elementos precisos para un pronto auxilio, el buque quedó cerca de una hora sin que obtuviese ninguno. Cansados ya los tripulantes de esperar, echaron la lancha al mar, bajaron algunos a ella, y ya se disponían a embarcar sus equipajes, cuando vimos salir de Portugalete una lancha bien esquifada y dirigirse sin la menor novedad al buque náufrago.
Llegó a él y recogió la tripulación, en el momento que otra lancha salió sin duda hacer lo mismo, atracando su gente al buque y disponiéndose a picar los palos, porque la vimos trepar por los aparejos; pero hubo de desistir de esta idea, porque algunos momentos después volvió a embarcarse y a regresar al puerto. La lancha de carabineros de mar salió la última, y por cierto que no pasó de la punta del muelle, sin dar popa a la barra. Los tripulantes desembarcaron en la escalinata primera del muelle de Portugalete.
Pocos momentos después volvimos a la villa, apenado el corazón de haber presenciado un siniestro inesperado, y dejando al desgraciado Audaz dando bandazos a babor y estribor, abandonadas las velas a merced del viento, y expuesto a que por la noche no deje vestigios siquiera de lo que fueron su casco y aparejo. Este buque navegaba con sal desde Cádiz para Bilbao, e ignoramos si estaba asegurado. Sobre los montes que confinan en la Peñota vimos una multitud de gentes, que quiera el cielo no llevasen la intención de las que se presentaron en las playas de Guecho en la noche del lunes. Muy pronto nos ocuparemos de estos y otros sucesos que bien merecen llamar la atención de nuestras autoridades y de nuestro comercio.
AHFB, JCR 4128/171. Registro de la protesta de mar hecha por José Antonio de Garteiz, capitán del bergantín goleta "Audaz", procedente de Cádiz con carga de sal y con destino al puerto de Bilbao.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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