El PTE fue el primer partido político en el que con 20 años milité, y fue principalmente a raíz del asesinato de Víctor Manuel Pérez Elexpe y a la labor de captación de Iragorri, trabajador de la Naval que era de la cuadrilla del barrio. En este partido solo estuve hasta mi marcha al servicio militar obligatorio en abril del año 1976.
Verdad, Dignidad, Justicia y Reparación.
ASOCIACIÓN
POR LA MEMORIA HISTÓRICA DEL PTE Y DE LA JGRE: www: pte-jgre.com
IN MEMORIAM DE
VÍCTOR MANUEL PÉREZ ELEXPE.
BITTOR
Joven trabajador y estudiante de 23 años. Militante
del PCE(i)
Asesinado por la Guardia Civil en Portugalete (Vizcaya), en la calle
General Castaños, junto a las escaleras de bajada a la plaza de la Rantxe, a
las 6,30 de la mañana del día 20 de enero de 1975, cuando repartía octavillas
de apoyo a la huelga de Potasas que se había convertido en Huelga General en
Navarra.
Víctor Manuel Pérez Elexpe, Bittor, nació en Portugalete, en el barrio de Repélega,
un barrio de trabajadores y gentes sencillas. Cumpliría 61 años este 4 de mayo de 2012,
si le hubieran dejado crecer y vivir. Víctor sería hoy un adulto solidario con
las causas justas, con los oprimidos y la libertad de los pueblos, como lo fue
siempre en su corta vida. Pero en la mañana del 20 de enero de 1975 tuvo la
desgracia de toparse con un siniestro guardia civil que lo persiguió a
tiros por las calles de Portugalete, cuando repartía octavillas del PCE(i) en
solidaridad con los trabajadores navarros; unas octavillas que llamaban al
pueblo a sumarse a la justa lucha de los mineros convertida en aquellos
momentos en huelga general.
El
guardia civil llevó hasta las consecuencias más atroces su labor de guardián
del Régimen, descargando todo su odio hacia los luchadores por la libertad
sobre el cuerpo de Víctor. Dos tiros por la espalda, a escasos metros de
distancia no podían fallar; uno de ellos le atravesó el corazón y el joven
Víctor cayó fulminado y murió prácticamente en el acto.
En
efecto, el cabo de la guardia civil Narciso San Juan del Rey, vecino del barrio
de la Repélaga, el mismo barrio donde vivía Víctor, le dio el alto cerca de la iglesia de
Santa María y Víctor emprendió la huida tan rápido como pudo para evitar la
detención.
¿Conocía
Narciso San Juan a Víctor y sabía de sus actividades políticas? Es probable que
así fuera, siendo como era vecino de su barrio. Como el guardia civil nunca ha
sido llevado ante un juez es difícil acreditar este extremo, pero muchos
de los amigos y conocidos de Víctor, así como miembros de su
familia sospechan que sí lo conocía. Así lo cree su hermana Mariefi, cuando
afirma: “El guardia civil era vecino nuestro, conocía a mi hermano y, nos
imaginamos su militancia política. Al día siguiente fuimos a su casa, pero ya
lo habían trasladado”.
Naturalmente
que lo habían trasladado, no tardaron ni media hora en poner en marcha la
maquinaria mediática y “legal” del franquismo. Desde el Gobierno Civil o la
Dirección General de la Guardia Civil, orquestaron una burda campaña tratando
de ocultar aquel terrible crimen, llegaron a decir que Víctor llevaba un arma. Una
calumnia que la dictadura puso en circulación para proteger al guardia civil.
Hoy podemos documentar en las diligencias que realizó la Guardia
Civil de Bilbao que a las siete de la mañana ya habían nombrado un
instructor; se trataba del comandante del puesto y de un auxiliar,
un cabo de la Guardia Civil, que se dirigieron con premura a Portugalete.
A las nueve treinta de la mañana tomaban declaración a Narciso San Juan del
Rey, una declaración llena de mentiras -como después probaron los
testigos presenciales- a los que nunca llamaron a declarar, ni en las
diligencias previas ni posteriormente. Unas diligencias chapuceras, llenas de
despropósitos, en las que ni siquiera aparece la declaración de los policías
que ayudaron a Narciso San Juan en la persecución de Víctor.
También
aceleraron la actuación de la prensa adicta al Régimen: el ABC, La Gaceta del
Norte y algún periódico local se dedicaron con esmero a difundir las mentiras
más abominables, con titulares que daban a entender que se había producido un
tiroteo entre el asesinado y el guardia civil. Aquello fue una vergonzosa
exhibición de falta de principios y de ética profesional por parte de los
periodistas involucrados en la noticia y de los directores de los periódicos
que se prestaron a organizar semejante farsa. La Gaceta del Norte llegó a
extremos insospechados, publicando una fotografía montaje en la que podía
visionarse las pertenencias de Víctor: una bolsa de trabajo y las octavillas. En aquella fotografía incluyeron, con total descaro, una pistola que los
guardianes de la dictadura habían manipulado como “prueba” contra Víctor, para
así proteger mejor a su asesino.
La
chapuza orquestada por el Régimen era un auténtico insulto a la inteligencia, a
la vez que un intento de dañar la figura de Víctor como luchador
antifascista. Obviamente nadie podía creer que los militantes comunistas
se dedicaran a repartir propaganda llevando encima una pistola, sabiendo
como sabían que podían ser detenidos. Queremos decir con total rotundidad que
los militantes comunistas no tenían pistolas, tampoco las tenía Víctor. Lo que
sí tenía Víctor era una total entrega a la causa antifascista, a la lucha por la
libertad. Víctor era un joven valiente, entusiasta y luchador; era un
joven revolucionario, un militante ejemplar que dedicó su corta vida a la causa
de la libertad, la democracia y el socialismo, a la lucha por derribar la
infame dictadura que acabó segando su vida. Víctor Manuel, a pesar de su corta
edad, tenía ya importantes responsabilidades en el PCE(i), formaba parte del
Comité Provincial de Vizcaya y tenía el encargo de contribuir a la elaboración
de un periódico del partido para Euskadi bajo el nombre de Jeiki, la
maqueta del cual ya estaba terminada y se la requisaron en el registro. Un
periódico que acabó publicándose pocos meses después de su asesinato en
castellano y euskera para mejor llegar a todos los sectores de la sociedad
vasca. Para los que conociesen esta publicación queremos manifestar que Víctor
fue uno de sus iniciadores, aunque desgraciadamente nunca pudo verlo publicado.
El
PCE(i) desmintió la farsa organizada por la dictadura y defendió el nombre
del joven camarada Víctor como luchador revolucionario y antifascista. Las
“armas” de Víctor eran hojas de papel de propaganda política, octavillas de
solidaridad con los obreros de Potasas. Desde su partido no se permitió que se
ocultaran las razones que habían llevado a su asesinato: la solidaridad con una
huelga obrera. Se explicó en asambleas y se realizaron movilizaciones. Como más
adelante veremos se promovieron concentraciones y acciones de solidaridad en
las que participaron todas las fuerzas políticas. Se explicó la Verdad, que
no era otra que esta: era muy fácil morir en cualquier calle del país por unas
reivindicaciones, era muy fácil que te mataran por exigir libertades para el
pueblo.
La
verdad de lo ocurrido aquella mañana es que Víctor tuvo la mala suerte
de encontrarse con uno de los más torvos y reaccionarios miembros de
las estructuras del Régimen, el cabo de la Guardia Civil Narciso San Juan del
Rey, vecino de su barrio. Se da la circunstancia que en el momento del
asesinato ni siquiera estaba de servicio, pues como prueba su misma declaración
iba de paisano y volvía de su servicio nocturno. Esto no le impidió seguir a
Víctor de cerca y descargar su pistola sobre su joven espalda.
Las
declaraciones de los testigos tiran por tierra todas las alegaciones del
guardia civil en el expediente antes citado; así, nueve trabajadores
vecinos de Portugalete, que se encontraban en el lugar del asesinato, dan
testimonio de lo que realmente sucedió aquella terrible mañana. Todos coinciden
en asegurar que un joven con una bolsa en la mano derecha y nada en la izquierda, corría
despavorido delante de un hombre de paisano que lo perseguía con una pistola en
la mano; todos coinciden también en decir que
el perseguidor realizó al menos dos disparos en en pocos
segundos, el último de los cuales derribó al joven matándolo al instante.
Como hemos dicho, aquel disparo le había alcanzado el corazón.
Es
importante detenerse en la lectura de estos testimonios, pues como se ha dicho,
desmienten con rotundidad todo lo declarado por Narciso San Juan que
manifestaba haber disparado a las piernas para detenerlo. Lo que acreditan los
testigos es demoledor, el guardia civil había disparado
alzando la mano, lo que contradice el disparo a las piernas y hace
sospechar que en realidad pretendía alcanzarlo de lleno en la espalda. Además,
se encontraba a escasos seis metros de distancia de Víctor, unos instantes
más y lo hubiera detenido sin necesidad de disparar ¿Por qué entonces lo hizo
dos veces? Una de las declaraciones es aún más dura; tras el primer
disparo, el testigo asegura haber oído al perseguidor decir lo siguiente: “¿No
has caído?, ¡Ahora vas a caer! y volvió a disparar el tiro
que mató a Víctor. A tan corta distancia lógicamente no podía
fallar. Víctor hacía en ese momento lo único que podía, correr, huir de una
segura detención, como hubiese hecho cualquier joven en su situación; correr
para evitar la tortura y la cárcel. Pero lo que no sospechaba el joven Víctor
es que realizaba su última carrera, lo que no podía saber es que quien le
perseguía no se conformaba con detenerlo, lo que no sabía es que iba pararlo para
siempre.
Todos
los indicios llevan a sospechar que Narciso San Juan no actuó solo, en su
declaración admite ser el autor de los disparos, pero contó con la ayuda de al
menos dos personas; dos personas que el mismo nombra en su declaración: un
policía municipal y un guardia civil retirado. Dice que siguió a Víctor
hasta situarse cerca del Ayuntamiento, donde encontró a un sargento retirado,
según la declaración, Sargento Abad, que le prestó ayuda para
detener y registrar a Víctor. Parece que es el momento en que Víctor
emprende su huida y aparece en escena otro policía, un guardia municipal.
A Narciso San Juan lo trasladaron de Portugalete a otra ciudad, obviamente
jamás se supo dónde; en cambio, los otros dos, el municipal y el guardia civil
retirado siguieron viviendo en Portugalete con total impunidad, sin que nunca
nadie les haya pedido responsabilidades sobre su participación en los hechos.
Los
padres de Víctor presentaron una querella contra el guardia civil, las acciones
judiciales parten de abril de 1975 ante un juzgado de Bilbao, a través de
un bufete de abogados de aquella ciudad, del que formaban parte: Juan Luis
Ibarra Robles, que fue quien se ocupó del caso, Pedro Ibarra y Begoña Zabala, pero
la causa no prosperó y fue sobreseída rápidamente. La jurisdicción
ordinaria se declaró incompetente, y poco después el caso fue
archivado. Los testigos jamás fueron llamados a declarar, a pesar de la
rotundidad de sus testimonios que evidenciaban claramente que Víctor Manuel
había sido perseguido y asesinado a sangre fría. Que había sido abatido a
tiros por un guardia civil en Portugalete cuando repartía propaganda de
solidaridad con los obreros navarros.
El guardia civil jamás fue llevado ante un juez, ni hizo más declaración que la
que se incluye en las diligencias del día del asesinato. Nadie le pidió
responsabilidades sobre por qué había descargado su pistola contra Víctor.
Narciso San Juan del Rey fue protegido por las autoridades civiles y militares,
lo evacuaron de Portugalete y organizaron una sucia campaña de desprestigio
contra Víctor.
A
los que conocimos a Víctor, a su familia, a sus amigos y a sus camaradas
de militancia nos asiste el deber y el derecho de desvelar y divulgar la
verdad; la misma verdad que manifiestan los nueve testigos que presenciaron
como Víctor fue asesinado cobardemente y por la espalda. La verdad es que fue
perseguido a tiros, por las calles de Portugalete, hasta que cayó
abatido sin vida. Víctor Manuel Pérez Elexpe, como todas y cada una de las víctimas
del franquismo, merece que se haga justicia, merece que se diga la
verdad de lo que realmente ocurrió, merece que le pidan perdón por haberle
arrebatado la vida a los 23 años. Víctor merece: Verdad, Reparación y
Justicia.
Esta es la Peligrosa “arma” que Víctor
distribuía en el momento de su asesinato.
Una octavilla de solidaridad con los obreros navarros.
Octavilla del PCE(i) repartida en la manifestación.
El día del funeral, varios cientos de personas se manifestaron en Portugalete,
en solidaridad con Víctor y su familia. Una manifestación reprimida por la
policía y la guardia civil, produciéndose gran cantidad de detenidos. Las asambleas
y concentraciones se extendieron en diferentes puntos del País Vasco. El
día 22 en Portugalete y el 23 en Bilbao; más tarde, el 26 se realizó una gran
concentración en Portugalete. Víctor contó con el apoyo unánime de todas las
fuerzas políticas que se echaron a la calle en protesta por su asesinato y en
defensa de la libertad. Lo mismo ocurrió en otros puntos del país, destacando
especialmente las manifestaciones convocadas en Madrid por la Asamblea
Democrática de la Juventud.
Desde
la cárcel de Carabanchel los presos políticos de todos los partidos de
izquierdas enviaron a la redacción del MOR notas de solidaridad con Víctor y su
familia. El entonces PCE(i), la ORT, el MCE y también el PCE distribuyeron gran
cantidad de octavillas denunciando el asesinato de Víctor. Un mes después, el
26 de febrero, las fuerzas políticas de Portugalete llamaron a una jornada
de lucha en Euskadi por las libertades democráticas, la autodeterminación y el
recuerdo de todos los asesinados por la dictadura. Una jornada que tuvo una
importante repercusión en Euskadi.
Si
volvemos a la documentación oficial y al intercambio de notas entre las
autoridades franquistas, vemos como trataron a los manifestantes; la respuesta
del Régimen fue una contundente actuación represiva, llegando a presionar para
que no se leyeran homilías en favor de Víctor en las parroquias de Portugalete
y Sestao. Así, en un Télex del Gobernador Civil de Vizcaya al Director General
de Política Interior se denuncia la lectura de Homilías y su contenido, así
como la continua salida de propaganda a la calle sobre el asesinato de Víctor.
Otro documento del Jefe Superior de Policía de Bilbao, muestra como habían sido
detenidas más de 30 personas y llevadas a distintas comisarías, lo que nos da
idea de la importante movilización que se había producido.
Octavilla conjunta convocando una jornada de lucha en
Euskadi el 20 de febrero 1975.
A la memoria del camarada
Víctor Manuel Pérez Elexpe.
Poema tomado del Correo del Pueblo nº 26 del 20
de enero de 1976 en primer aniversario del asesinato de Víctor Manuel.
Vizcaya, Vizcaya 20 de enero.
Un grito, un grito surca el viento
son las seis de la mañana
han matado un compañero.
Víctor, Víctor se llamaba dicen
que era, que era un joven obrero.
¿Quién habrá matado madre
a un hijo de nuestro pueblo?
Dicen que hacía una cosa
que está, que está prohibido hacerlo
que echaba hojas pidiendo
libertades para el pueblo.
Dicen, dicen que murió sangrando
por la espalda y por el pecho
que a sangre fría con balas
le atravesaron el cuerpo.
Dime, dime madre por qué es esto
por qué, por qué asesinan a obreros
cuando piden libertad
y defienden sus derechos.
Por qué, por qué mataron a Víctor
si lo que hacía era bueno
si luchaba por nosotros
y defendía lo nuestro.
Dicen, dicen que ayer fue su entierro
pero que su voz no ha muerto
que ahora son miles los gritos
que traducen su silencio.
Yo voy, yo voy a ser como Víctor
quiero, quiero luchar por el pueblo
madre déjame vengar la muerte del compañero
déjame ir madre a vengar la muerte del compañero.
Víctor, Víctor hermano tu muerte
ha dado vida, ha dado vida en un momento
a cientos de miles de hombres
que van a ocupar tu puesto.
Ahora, ahora Víctor descansa
fue suficiente tu esfuerzo
nacerán más comunistas de la luz de tu recuerdo
nacerán más comunistas de la luz de tu recuerdo.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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