MATADERO Y CASA DE CARNE DE PORTUGALETE 1847
El primer matadero que se
construyó en Portugalete estaba situado en la confluencia de las calles
Coscojales y Salcedo, siendo Juan José de Berriozabal Urquiaga (Bilbao 1817,
Portugalete 1851), el maestro de obras al que se le encargó elaborar el
proyecto y dirigir su construcción.
Así, el 25 de abril del año 1847,
los señores regidores capitulares de Portugalete, Manuel de Valle y Escarza,
Gabriel de la Sierra, Antonio Astuy, junto al teniente alcalde de la Villa que
en esos momentos representa al alcalde ausente, Don Félix de Escarza, toman la
decisión de conceder la ejecución de las obras que han de realizarse en la
denominada Casa Carnicería y su matadero a Don Manuel Sáenz Samaniego, por el
importe de dos mil trescientos reales de vellón.
Las condiciones dispuestas por Juan José de Berriozabal, maestro de obras, y aprobadas por la Academia Nacional de las tres nobles artes de San Fernando eran las siguientes:
El empresario a cuyo cargo quede la ejecución de estas obras se sujetará a las órdenes del maestro encargado de su ejecución, tanto en la buena construcción como en la calidad de los materiales.
Se
enlosará toda la parte baja del matadero con buena losa caliza sin pelo soja ni
otro defecto, será de nueve pulgadas de grueso, y dos y medio pies de largo cuando
menos, labrándolas a escuadra y cincel todas sus aristas.
Se
soltará toda la losa que actualmente existe, así como también el depósito de
agua.
Se
formará una cuneta en el punto destinado al sangrado, así también un lavadero
en figura paralelepípedo con sus caños. Su dimensión será de siete y medio pies
de largo con dos de ancho en la parte superior, un pie de alto y pie y cuarto
de ancho en la inferior.
Se revocará
toda la fachada de la casa de carnicería de alto bajo con buen mortero compacto
de iguales partes de cal y arena.
Se
revocarán todos los lienzos o paredes del matadero y después de haber dado al
techo un buen baño de almazarrón con vinagre se le darán los baños necesarios
para que quede blanco.
Por otra parte, las condiciones
adicionales dispuestas por el ayuntamiento de esta Villa a las establecidas por
Juan José de Berriozabal para la ejecución de las obras de la Casa Carnicería y
Matadero, y aprobadas por el Jefe Superior Político de la provincia eran las
siguientes:
El
pago de la cantidad en que quede causado el remate de las expresadas obras, a
de satisfacerse del producto del impuesto de diez reales por cada res mayor, y
cuatro por las menores que se degüellen en dicho matadero. Entendiéndose por
las primeras las que pesen más de cien libras y por las segundas las que no
excedan de este peso, debiéndose ser ambas de ganado vacuno.
El
mismo rematante, traerá por su cuenta en cada año de los que dure esta
obligación los siete novillos de costumbre, que hará correr en la plaza de esta
villa los días marcados desde tiempos inmemoriales. Estos novillos han de ser a
juicio de quien presida estas funciones, suficientes a proporcionar la
apetecida diversión, pues de no serlo, quedará obligado a traer otros tantos
como los que no salgan buenos, para correrlos cuando se les marquen.
Estando
consignados los derechos de diez y cuatro reales de las reses que se degüellen en
el expresado matadero, se fijan cinco años que prudentemente cree la Corporación
suficientes para que el rematante quede reintegrado cobrando en todos ellos los
mencionados derechos.
Cada
puja se entenderá por un mes de baja en el cobro de los derechos. AHMP,
C 94-N 65.
Posteriormente en el año 1892, se
propuso el derribo del matadero y así poder aprovechar sus materiales. Estas obras
fueron llevadas a cabo por Antonio Diaz, que pujó con quinientas pesetas sobre
las cien que solicitaba el proyecto.
Entre otras cuestiones, en el expediente
de su derribo, firmado por el maestro de obras, Francisco de Berriozabal
Garmendia, hijo de Juan José de Berriozabal, se indicaba que la situación del matadero ya
entonces cerrado, “proporciona olores
fétidos perjudiciales para la salud, y tiene un aspecto repugnante, y con su
derribo no solamente ganara su higiene el pueblo sino que desaparecerá la sucia
plazoleta del lavadero sino que las calles de Coscojales y Salcedo se
prolongarán y alinearán desapareciendo el feo aspecto de parte de esta última y
el no menos repugnante lavadero, centro de infección como el matadero. ” AHMP
C94 N72
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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