El
Emperador que se hizo Jarrillero
Javier
García Borreguero, portugalujo de pro, ante la reciente actualidad del txakolí en la Villa, me cede este artículo para su publicación .
“Carlos
el Emperador, consumía el txakolí de Portugalete, al menos en la fecha que se
sitúa como de 1556, cuando el Emperador tras abdicar el trono en su hijo Felipe
II a causa de su dolencia de gota, deja los Países Bajos y viene
definitivamente a vivir a España, camino de un retiro definitivo en el
monasterio de Yuste. Desembarcó en Laredo aquél 28 de setiembre, fecha que
esta ciudad conmemora todos los años con una fiesta medieval.
El
Emperador había nacido en Gante en 1500, y hoy diríamos que murió joven en
1558. Sabemos que desembarcó por
vez primera en Tazones en septiembre de 1517, debido a que el mal tiempo les
impidió entrar en Laredo. Era entonces muy joven, con apenas 18 abriles, y
costó mucho que a un extranjero se le reconociese como "rey de sus
reinos" en la España conformada por los Reyes Católicos.
Su
alimentación definitiva en España fue bien estudiada por sus médicos y consejeros,
buscando buenos vinos que coincidiesen con los gustos del germano emperador, y eligiendo
los de la costa cantábrica, entre los que destacaban sobre todos “el txakolí de
Portugalete”.
Estos
datos aparecen reseñados en el libro “Vinos de Navarra y País Vasco” de
Ediciones Susaeta, pero desgraciadamente no tenemos mucha más información.
Podemos deducir que, debido a sus problemas de gota, pero también a su buen
gusto, el caldo “de los viñedos de Azeta y Abatxolo” no faltaba nunca en su
mesa. Incluso las últimas investigaciones realizadas sobre sus restos han
confirmado la enfermedad de gota, pero no han llegado aún a confirmar el
consumo de nuestro txakolí.
Habrá
que seguir investigando para que alguien le pueda adjudicar el título de primer
“jarrillero real” antes de su sucesor Alfonso XIII, consumidor de txakolí en la
casa flotante del Sporting junto a las escaleras de los chicos de la famosa Punta del Muelle de
Hierro
A Carlos I de España y V de Alemania, el atender
su gran imperio y sus batallas le impedían residir fijamente en una sola corte.
No obstante, había mandado reconstruir en 1535 un castillo medieval sito en lo
más alto de Toledo, y allí se instaló con su primera corte, en una
fortificación que más tarde se ha conocido más como el Alcázar. Supongo que fue
allí donde empezó a saborear el txakolí que le trajeron sus cortesanos, como el
vino más parecido a los del Rhin que él tan bien conocía. La corte duró allí
(hasta 1561), lo suficiente para que la ciudad de Toledo tomase el nombre de
Imperial.
Carlos I era gran amante de la caza (el pescado
fresco no llegaba al interior), y consecuentemente debió tener unos índices de
ácido úrico en la sangre bastantes altos, lo que le traería sus consiguientes
ataques de gota. Seguramente, nuestro txakolí le vendría "recetado" para
diluir los cristales del ácido úrico, debido el carácter ácido de estos vinos.
Hay que recordar que nuestro txakolí está producido con uvas de tipo “Hondarribi Zuri”, y que sus cepas se adaptan muy bien a nuestra costa, pero que no maduraban demasiado debido a la falta
de horas de sol.
Carlos I finalmente ya enfermo de gota, abdicó
en su hijo Felipe II y se retiró definitivamente al remozado monasterio en
Yuste, donde se instaló desde 1556 con un séquito de unas 70 personas, y se confirmó
jarrillero hasta su fallecimiento en 1558.”
Aurelio
Gutiérrez Martín de Vidales