martes, 27 de febrero de 2018

LAVADERO CAMPA SAN ROQUE



LAVADERO campa san Roque


 Según datos recogidos en la signatura, AHFB-AR00164/003, el 12 de junio de 1889, remitido desde el ayuntamiento de la Villa de Portugalete, se da entrada en la Comisión Provincial de Vizcaya el expediente relativo a la construcción de un lavadero en el punto denominado “ladera de San Roque”, con el resultado de una afirmación al proyecto.

En la memoria explicativa elaborada y presentada el 6 de mayo de 1889 por el Maestro de obras de Portugalete, Francisco de Berriozábal a los regidores municipales se indicaba:

” Todo lo que pueda tender a la conservación de la salud, base primordial de la vida, ha sido constantemente objeto de la investigación de los Ayuntamientos, y siendo la limpieza su primordial elemento, mal podría el Ayuntamiento de la Villa de Portugalete dejar pasar más tiempo sin la construcción de un lavadero evitando a sus administrados molestias y viajes a pueblos limítrofes.



Así es que abastecida de aguas recientemente esta Villa, sería no procurar por la salud si dejando perderse estas, no se utilizaran en edificio de tanta importancia. A llevar semejante necesidad tiende la presente memoria del lavadero que el ayuntamiento de dicha Villa intenta construir en la ladera de San Roque.

El expresado lavadero, cuyos planos se acompañan es de sistema mixto y su planta la forma un rectángulo de veinte metros de fachada por once de fondo. Su distribución consiste en un pequeño vestíbulo, teniendo a su derecha dos pequeños lavaderos para ropa de procedencia dudosa y a la izquierda un local para fumigaciones. Pasando al interior se encuentra en su centro un gran estanque o lavadero general y contiguos a los muros individuales o lavaderos particulares con sus correspondientes llaves y reparaciones. El resto se ocupa en un lugar excusado y un pequeño local para las lejías.

 Su emplazamiento se efectuará en la ladera de San Roque próximo al depósito de las aguas, que además de ser un magnífico campo para el tendido de las ropas se utilizarán en su lavado las aguas excedentes después de servir al vecindario, haciendo que por medio de tubería las aguas se introduzcan en las cloacas. Las condiciones reunidas en el lavadero de que se trata son excelentes como puede verse por la planta y alzada que se acompaña”.



El presupuesto que Francisco de Berriozábal presentó al ayuntamiento para la construcción de este lavadero ascendía a 12.559,80 pesetas. Sus partidas se repartían de la siguiente manera: cantería 8.483,60 pesetas; carpintería 2.865 pesetas; albañilería 374 pesetas y hojalatería 837,20 pesetas. 

Este presupuesto, la necesidad de construir un lavadero en esta parte del pueblo, y que además fuera construido en terrenos comunes, evitando así la expropiación de este, facilitó que en pleno municipal los Señores individuos del ayuntamiento y la Junta de Asociados celebrado el 2 de junio de 1889, aprobaran el proyecto de la edificación de un lavadero en la ladera de San Roque.

Tiempo después, y según datos recogidos en el Archivo Municipal de Portugalete, el 17 de marzo del año 1910, por acuerdo municipal, se aprueba que el arquitecto municipal formule un proyecto de lavadero público adosado al que actualmente existe en la campa de San Roque, por ser el punto indicado tanto por su situación como por economía. Queda también acordado que, una vez construido este nuevo lavadero, desparezca el que actualmente exista en la plazuela de Coscojales.



 Para la construcción del nuevo lavadero, que estaba presupuestado de antemano por Ayuntamiento en la cantidad de 19.768,32 pesetas, se presentaron tres propuestas en la subasta de las obras por parte de los siguientes contratistas; Martín Goiburu, vecino de Portugalete, Lorenzo de Lazcano, vecino de Bilbao y Javier G. de las Cuevas, vecino de Musques.

Con fecha del 2 de julio se aprueba en el Consistorio municipal que Martín Goiburu fuera el ejecutor de las obras, siendo el presupuesto final que se destinó a tal fin de 18.407,88 pesetas. Como director de la construcción del lavadero en la Campa de San Roque, figura Don Emiliano Pagazaurtundua, Arquitecto de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Municipal de esta Villa, el cual con fecha del 7 de marzo del año 1911 da por terminado y ejecutado este proyecto, cuya inactividad y decadencia llegaría en la década de 1960.

De estos lavaderos, solo queda el recuerdo, puesto que hace años que dejaron su lugar a otras construcciones. El agua corriente sin restricciones en las viviendas, la bombona de gas y el calentador junto a la lavadora, hicieron prescindibles para aquellas mujeres, el gran sacrificio y trabajo ingrato de acudir a los lavaderos municipales. Mujeres para las que no quedan títulos suficientes para valorar y agradecer un trabajo que no fue nada vocacional, pero si imprescindible para sacar a delante cada cual a sus respectivas familias.



A mí, me deja la nostalgia el recuerdo de acompañar a mi ama Vicenta Martín de Vidales Millas, mientras ella lavaba la ropa, la propia y la ajena, fuente de ingresos para mantener esa prole de sus once hijos. El recuerdo del olor del jabón Chimbo, la frescura del agua, el balde de cinc, el traslado del agua caliente desde la casa de Abatxolo, para suavizar el prelavado de las mantas, la fuerza con la que a modo de centrifugador de manual se estrujaba la ropa, mis hermanas con cierto rubor repartiendo la ropa por las casas.

La campa de San Roque, donde se extendía la ropa para su secado y en primavera se aprovechaba el lugar para varear y coser colchones ajenos, y con ello añadir un sueldo más, etc.

 Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

 

 

 


domingo, 25 de febrero de 2018

LAVADEROS DE PORTUGALETE- AZETA


            LAVADEROS DE PORTUGALETe AZETA



A pesar de que ya en el año 1889 coincidiendo con el proyecto de construcción de un lavadero en la ladera de San Roque, Francisco de Berriozabal y Garmendia, Maestro de obras presentó al ayuntamiento de Portugalete un plano de lo que pudiera ser el futuro lavadero en el barrio de Azeta, este no fue construido hasta la aprobación de un proyecto realizado en el año 1893.

 Según datos recogidos en el AHFB-AR00164/008, el 16 de marzo de 1893 el secretario del ayuntamiento de Portugalete  Eusebio de Santamaría, levanta un acta de certificación en la cual se indica que” en la sesión celebrada  en esta Corporación municipal  celebrada el 9 del mes actual, se acuerda que fuera nombrada una comisión formada por los concejales, Pablo Carranza y Modesto García Borreguero, acompañados por el Maestro de obras Francisco de Berriozabal para que formulen el oportuno proyecto de lavadero que es necesario construir en el barrio de Aceta para el mejor servicio principalmente de los habitantes del barrio.






























En dicho informe, que fue presentado el 15 de marzo,  se incluye un plano con la forma del edificio, y se señala  un presupuesto de 3.58 pesetas con 10 céntimos en el que se detallan las obras que se consideran necesarias para la realización del  proyecto. La Comisión además suscribe que cumpliendo con lo acordado con el ayuntamiento en sesión del nueve del actual, ha procedido en primer término a reconocer el punto más conveniente donde poder instalar el lavadero objeto de su comisión y después a la formación del proyecto que se acompaña.

Las condiciones en que se encuentra el barrio de Aceta no son nada apropósito para proponer diferentes soluciones, y, por lo tanto, en cuanto al punto designado creen llevar los requisitos necesarios al objeto que se destina, si el propietario del terreno consiente en circunstancias ventajosas hacer uso del mismo.

Se encuentra esta propiedad a la margen izquierda de la carretera que de esta Villa se dirige a Burceña, frente al Colegio de Santa Ana y a unos 16 a 20 metros de distancia en dirección a Bilbao, de la alcantarilla que partiendo de dicho colegio termina en el mar, cuyos expresados terrenos pertenecen a la Compañía del ferrocarril de Galdames a Sestao.

Dicho alcantarillado fue construido en un proyecto del año 1885 en el que participó una vez más el maestro de obras Francisco de Berriozabal. Su finalidad era el que las aguas fecales de las viviendas del barrio de Azeta fueran dirigidas al mar. Además hay que tener en cuenta que en aquellos años los vecinos de la calle Sotera de la Mier rondaban los 400 vecinos, siendo esta muy populosa en Portugalete,

Este lavadero para los años 50 del anterior siglo ya estaba fuera de uso, conservándose sus ruinas hasta que a raíz de las reivindicaciones vecinales en la década de 1980, provocadas por el alto indice de accidentes mortales en el tramo de carretera que transitaba por el barrio de Azeta, la autoridad competente, tomó la decisión de reformar la carretera dotándola de aceras en la doble dirección y ello trajo consigo la desaparición del lavadero. 

Agradecer a José Luis Garaizabal por su ofrecimiento en la foto que encabeza el artículo y el primer plano del lavadero.



Aurelio Gutiérrez Martín  de Vidales



jueves, 22 de febrero de 2018

NAUFRAGIO LANCHA "EL GALLO" FEBRERO 1880


LANCHA “EL GALLO,” NAUFRAGIO

En el mismo mes y año, febrero de 1880 que salen a concurso la construcción del Muelle de Hierro y el dragado de la ría y con ello tratar de evitar el alto índice de naufragios en la barra de la ría, un accidente marítimo con muertos, vino a poner de relieve la urgencia del inicio de las obras, para así poder paliar y reducir dichos accidentes.

 Durante dicho mes de febrero hubo un temporal de tal envergadura que obligó a tener amarrados en la ría de Bilbao es decir en la extensión que abarca desde Olaveaga hasta Portugalete 210 embarcaciones de todas clases, a saber 106 vapores ingleses, 24 españoles, 9 franceses,2 holandeses, 2 belgas, 2 noruegos, 1 alemán, y 1 de Dinamarca. Total 147 vapores, que sumados con los 63 buques de vela de distintas nacionalidades hacen las 210 embarcaciones citadas.

 De tal manera era el temporal, que según recoge el diario El Noticiero Bilbaíno se hicieron las siguientes  consideraciones. Parece imposible, pero sin embargo es una verdad, en la ría de la importancia de la de Bilbao apenas hay boyas ni cañones en los muelles para amarrar los buques. Así sucede que en días huracanados como los de esta semana, hayan sido arrancados grandes trozos de pretil de los muelles en los cuales se hallaban amarrados los vapores, urge, por tanto, que se coloquen cañones y boyas para evitar siniestros.

La siguiente, es la carta que Ricardo Vildosola envía al periódico El Noticiero Bilbaíno, en representación de la cofradía de Santurce en la que relata los hechos del naufragio de la lancha “El Gallo”, sucedido el 16 de febrero de 1880 a la altura de Muskiz.

Sr. director de EL Noticiero Bilbaíno.

 Muy señor mío, muy dolorosamente me es el tener que participarle a V. de la triste desgracia del náufrago de la lancha de la matrícula de este puerto titulada” EL Gallo”, que como otras de esta cofradía se dedicaba a la penosa navegación y ejercicio de abordar buques que se dirigen a la barra y ría de esa villa.

Esta lancha nombrada como he dicho «El Gallo», ha salido de este puerto hoy a las cinco de la mañana, tripulada con once robustos y fuertes marineros de este pueblo, gobernada y patroneada por su dueño y práctico lemán de barra el inteligente y valiente marino D. Clemente de Ostria, la que a las siete y media de la mañana  hallándose en esta abra a la altura de Musquez y Ontón y a distancia de tres millas de tierra, ha naufragado, quedando aquellos once infelices asidos y de mala manera a la lancha que acababa de zozobrar, sin que nadie fuera testigo de esta terrible desgracia, más que un joven que de un monte entre Ontón y Musquez pudo verlo.
























El joven Inmediatamente se dirigió al puerto de Poveña dando noticia de aquel siniestro, y en el momento cuatro hombres intrépidos de aquel puerto echaron al mar desde el embarcadero construido por el señor Mac-Lennan y compañía, un bote pequeño que por casualidad encontraron. Pero en el trayecto a distancia que recorrían, el bote  hacía muchísima agua al llegar donde estaban los desamparados náufragos, ya aquella pequeña embarcación apenas era suficiente para aguantar a los cuatro marineros, que con tan buenos deseos habían salido a salvar a sus compañeros, circunstancia que dolorosamente les obligó a desistir de tomar ninguno a su bordo, y solamente pudieron dirigirles algunas palabras de consuelo  y promesa de que avisarían al puerto de Ciérvana para que fueran a salvarlos.

 En este momento hubo escenas desgarradoras para unos y otros; pero el intrépido y animoso practico D. Clemente de Ostria. que tan cerca tenía el fin de su vida, dijo a todos sus tripulantes: «ánimo, muchachos que ya aguantaremos hasta que se avise y nos vengan a recoger».

 Dicho esto, el bote con los hombres volvió a Poveña, pero al poco tiempo uno de los muchachos de la lancha dijo a los demás: «y marcharé en el bote para sí puedo, avisar en tierra.» Dicho esto, se arrojó al mar, y dirigiéndose a nado a aquel bote que viendo los que le tripulaban tan denodado arresto, le esperaron y recibieron a su bordo, marchando como mejor pudieron al mismo punto de Poveña. Inmediatamente que saltaron a tierra, avisaron al puerto de Ciérvana de la desgracia ocurrida; y como en este puerto sí hallaran otras dos lanchas de esta misma cofradía de Santurce se lanzaron al mar con la precipitación y rapidez del rayo buscando a sus hermanos náufragos en el océano del mar, y que en aquel instante luchaban con la agonía  desgarradora de la muerte: así fue, avistaron la lancha náufraga, se acercaron a ella; pero ¡oh! dolor solo vieron en ella un solo hombre y desaparecieron otros dos en aquel terrible lance en los abismos del mar, sin que  sus esfuerzos consiguieran más que salvar la vida del que presenció la muerte de todos sus nueve compañeros de infortunio, y no pudiendo hacer más que recoger aquel hombre y lancha náufraga, volvieron al puerto de Ciérvana, en el que prestaron los auxilios necesarios a aquel desdichado que la Providencia había salvado.





















La narración de lo ocurrido desde la siete y cuarto de la mañana en que naufragó aquella lancha, hasta las once y mediado la misma, hora en que llegó la de Ciérvana hecha por éste que salvaron, testigo de la muerte de los otros nueve, y entre ellos un hermano suyo, es difícil digo imposible, de describir ni aproximarse a relatarla, porque la pluma se resiste a poder hacerlo.


 Entre los once tripulantes había dos muchachos de corta edad que fueron sostenidos en un principio por el valeroso práctico y patrón de aquella lancha D. Clemente de Ostria. hasta tanto que se le agotaron sus tuerzas, sumergiéndose aquellas tiernas criaturas para no volver  aparecer, a los pocos minutos sucedió lo mismo con su protector poco antes, el sr. Ostria, que sin duda cansadísimo, desfallecido y sin fuerzas, también se sumergió; esto mismo ocurrió con cuatro  hermanos, que uno a otro se sostenían pereciendo dos de ellos después de haberse auxiliado hasta el último, siendo uno de ellos el salvado por la lancha que salió de Ciérvana; este tenía agarrado al otro hermano hasta casi acercarse la misma lancha a quien debe su existencia, pero falleció en sus mismas manos.

Los nombres de los que tripulaban aquella lancha y se han ahogado, con los dos que se han salvado son: el dicho

D. Clemente de Ostria, casado, que deja a su viuda v tres hijos.
D. Raimundo Hormaechea, soltero.
D. Antonio Urioste, casado, deja su viuda con tres hijos.
 D. Pedro Ruiz, casado, deja su viuda en cinta v una hija.
D. Juan Beraza, soltero, y su hermano. 
D. Matías Beraza, también soltero.
D. Manuel Loredo. Deja su viuda en cinta y un hijo.
 D. Juan Landeta, casado, deja su viuda y un hijo.
D. Ramón Rivas, soltero.
D. Telesforo Martínez, que fue el salvado en el bote, soltero.
D. Ángel Hormaechea, soltero, salvado en la lancha.


 Nada digo a V. del llanto y luto de que se halla revestido en tan triste momento este pueblo; así es que el Ayuntamiento se ha reunido en el acto y ha hecho comparecer al seno del mismo a los pocos particulares que nos encontramos en este puerto, para proporcionar algún pequeño medio de enjugar tan abundan es lágrimas de estas nueve familias que han quedado en la orfandad, resultando de esta reunión el que el municipio contribuya de los fondos destinados a calamidades públicas, con dos mil reales, y que abierta una suscripción por los concurrentes haya dado un resultado de seis mil trescientos diez reales, acordándose al mismo tiempo nombrar una Junta y una Comisión del seno de la misma para tratar con las autoridades  superiores de esa villa y esas redacciones de periódicos afín de llegar medios conque poder socorrer en lo posible a tanta desgracia .

El práctico que se ha desgraciado, D. Clemente de Ostria, era uno de los más queridos de las tres Cofradías de Portugalete, Algorta y esta de Santurce y muy apreciado por todos los capitanes, no solamente españoles sino extranjeros que atravesaban la barra y ría, y en particular de los ingleses, pues poseía su idioma como si él también hubiera sido inglés. Estuvo embarcado en el vapor Dalia, inglés, más de dos meses, o Ínterin permaneció en esta costa extendiendo el cable submarino o telégrafo.

Otra desgracia por el estilo de la que tengo el disgusto de anunciarle, sucedió el 16 de agosto de 1874, con la lancha de este puerto nombrada Tía y Sobrino, su patrón D. Leonardo Landeta que también pereció con otros ocho tripulantes.

 Si al insertar en su apreciable periódico la desgracia sucedida en este puerto tuviera a bien y le fuera posible abrir en las columnas del mismo, una suscripción en favor de estas viudas y huérfanas llamando la atención de ese bondadoso y caritativo sin igual pueblo, se lo agradecería en el alma en nombre de las nueve infelices familias, y por ello se atreve a darle las gracias su afectísimo S. s. q. s. m. b.,

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales



jueves, 15 de febrero de 2018

ALDABAS EN LESAKA

ALDABAS EN LESAKA

Este es un catálogo de las diferentes formas y maneras de las aldabas que se pueden ver en las puertas y portalones de Lesaka. 

En un recorrido por el pueblo, se pueden apreciar gran variedad de ellas realizadas en forja, con toda probabilidad realizadas por Lanz, herrero y artista local,  y como curiosidad algunas de ellas en forma de animal como una  culebra o simulando un insecto. 

Aunque sea la denominada  "Mano de Fátima" en sus diferentes formas, la aldaba más repetida. (Para la cultura musulmana o judía, la Mano de Fátima o Hamsa o también foneticamente  Jamsa, no es más que una expresión simbólica de buenaventura divina (Que Dios te bendiga o proteja).











































Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales