CASAMIENTOS EN SANTURTZI HERMANOS DE MIS BISABUELOS PATRICIO Y Mª NIEVES
Datos personales
domingo, 26 de marzo de 2017
VICENTA MARTÍN DE VIDALES
Este artículo tiene el motivo de rendir cuentas con el pasado y reconocer todo este tiempo olvidado de los orígenes de mi Ama Vicenta Martín de Vidales Millas, nacida y criada en Mora provincia de Toledo, o como más le gustaba a ella, Mora de Toledo. Tanto es así que en su libro de familia en este sentido queda recogido.
Durante años la familia de los Navarrillos, hemos aprovechado cualquier ocasión de mencionar nuestra procedencia, dando por delante el apodo, como una marca de distinción ante nuestros semejantes. El plus de mencionar los Navarrillos, marineros y pescadores es una marca de judío viejo en este Portugalete y Santurtzi que hace tiempo se llenó de foráneos en busca de un mejor futuro.
Mi aita se llamaba Patricio Gutiérrez Moral Castillo Santa Cruz Arana Santa María Ostria Pico. Hijo de María Soledad y de León Aureliano. Por sus venas corría sangre de Santurtzi y burgalesa, puesto que gracias a su abuela materna tenía ascendientes en Santurtzi desde y anteriores al año 1704. Por parte de su madre, hasta la tercera generación sus ascendientes eran de pueblos diseminados por la provincia de Burgos.
Mi Ama, Vicenta Martín de Vidales Millas García Carretero García Jiménez García, hija de Juana y Francisco, nació en Mora como sus padres sus abuelos y alguno más de sus antepasados, igualmente que su primer marido Amalio.
La cuenta sale clara en favor de mis raíces morachas. Orgulloso estoy que por mis venas corra sangre aceitunada y por mi corazón ideales comuneras.
A mi Ama, como a su familia en Mora se la conocía con el apodo de los Calaveras, apodo que desde ahora en adelante cuando tenga que referir mi procedencia diré con orgullo, soy Aurelito, el hijo de Vicenta y Patricio, familia de los Calaveras y Navarrillos.
Es una deuda contra el olvido y un reconocimiento hacia mi madre, sus antepasados y seguro hacía ese pueblo que la vio nacer. No se porque, pero cuanto más me alejo en el tiempo por su desaparición, más necesito acercarme en sus recuerdos,.
Allí donde estéis, Musu bero bat.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
sábado, 25 de marzo de 2017
MORA DE TOLEDO
MORA DE
TOLEDO
Homenaje a mi Ama, Vicenta Martín de Vidales Millas, natural de Mora y que un día de 1944 abandonó su pueblo para formar una familia en Portugalete.
Mora, municipio que se sitúa al
sudeste de la provincia de Toledo, a 30 km más o menos de la capital. Limita con
las poblaciones de Villanueva de Bogas y Turleque hacia oriente, Manzaneque al
sur, Orgaz al oeste y Mascaraque al norte. Está situado en un terreno llano, de
naturaleza arcillosa y en las cercanías del Río Algodor; también posee colinas
y cerros en el terreno, destacando la Sierra del Morejón y del Castillo con
altitudes superiores a los 950m.
La Historiografía tradicional,
con respecto a Mora indica que en la antigüedad se denominó Maura. Por otro lado,
la CHRONICON MUNDI, esta población es llamada Moram; mientras que en el S. XII,
XVII y XVIII, según algunos documentos es conocida como Maurus (Cognomen que
indica origen mauritano o moro) En el término municipal existen testimonios
arqueológicos que señalan que aquí hay vida desde épocas prehistóricas. Estos
testimonios son pinturas rupestres de la Edad del Bronce ubicadas en el Cerro
del Morejón, dentro de la Cueva de la Zorra denominada así popularmente;
también existen testimonios en el Cerro del Castillo, donde aparecen distintos
estratos arqueológicos, derrumbes, muros y cerámicas de la etapa prerromana.
Autores diversos señalan que la
primera población de Mora debió asentarse en el lado oriental del Cerro del
Castillo. De las épocas siguientes no conocemos gran cosa, los datos son muy
escasos y nada sabemos de la evolución del pueblo de Mora hasta que llegan a
España los musulmanes. En concreto tenemos las primeras referencias sobre la
población en el S.X, con Abderramán III en el marco de una expedición contra la
ciudad de Toledo que se había sublevado y donde se dice que derrota a la fortaleza
de Mora que tiene que irá pedir perdón al califa al llano. Lo que señala que
Mora en esta época ya estaba bajo dominio musulmán.
En fuentes escritas como el
CHRONICUM MUNDI y de REBUS HISPANIE, señalan que la fortaleza cayó en manos
cristianas tras la entrada de Alfonso VI en Toledo en 1185. Es de relieve
señalar que Mora antes de esta fecha figura como dote de la princesa Zaida,
hija de Aben-Abed, rey de Sevilla y casada con el rey castellano. En la Crónica
de Alfonso VII se confirma la presencia cristiana, donde Munio Alonso es
alcalde de la fortaleza en 1131. Mora se hallaba en la línea de frontera entre
cristianos e islámicos, todavía existe el topónimo de “finisterre” situado en
un enclave geográfico que supuestamente marcaría la división entre líneas.
Sucesivamente este territorio va pasando de manos cristiana a islámicas.
Poco después se producen las
primeras menciones al poblado de Mora: · En una carta de Alfonso VII en 1150,
se cita las localidades de Villanueva de Bogas y de Mora la Vieja. · En 1150,
Alfonso VII cede a Rodrigo Muñiz Mora la Vieja con todos sus términos y
pertenencias. · En otro documento fechado en Toledo en 1155, se dice que se
dona a varios caballeros la villa de Palumbar indicando que ésta se encuentre
entre Mora la Vieja y Mascaraque. Castillo de Peñas Negras. · Otros autores
sostienen que el primer asentamiento de Mora se encontraba en altura, al igual
que otras poblaciones islámicas del momento, ocupando la parte oriental del
cerro del Castillo; y que Mora la Nueva se emplazaría en el llano, donde
actualmente reside. Tras la Reconquista, y tras donar Mora al noble Rodrigo
Muñiz en 1150, que no pudo frenar el avanza almohade; decidió donar “el castro
de Mora” en 1171 y su Castillo de Piedra Negra en 1180 a la Orden de Santiago.
Esta donación a la Orden de Santiago y a su Maestre Pedro Fernández fue
confirmada por la Bula del Papa Alejandro III, en 1175. Alfonso X en 1180,
ratifica esta posesión. El siguiente paso para analizar el Pueblo de Mora, lo
encontramos en la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional.
En concreto los Libros de visitas
de la Orden de Santiago con un total de nueve documentos fechados entre los S.XV
y XVI (1478, 1480, 1494, 1508, 1511, 1528, 1537 y 1554-1556). Entre ellas
encontramos una serie de descripciones de cómo era el pueblo de Mora y su
fortaleza o Castilla y alrededores en estos siglos. Ya en el S. XVIII, en 1602,
por concesión del rey Felipe III se funda el Condado de Mora y Guevara, con D.
Francisco de Rojas y Guevara. Las armas del nuevo escudo condal son cinco
estrellas azules en campo de oro, todo ello orlado de jaqueles blancos y
azules. Ya en el S.XVIII, Carlos III, en 1768, le concede la grandeza de España
a este título nobiliario. En el S.XVIII, Mora era una población eminentemente
agrícola, actividad que compaginó con la ganadería. Carecía de una base
industrial amplia, ya que el trabajo artesano se mantuvo apegado a una estructura
de autoconsumo. Comienza el siglo con una guerra y termina con los prolegómenos
de otra. Carlos II deja como heredero a Felipe de Anjou en detrimento del
archiduque Carlos María de Austria.
Durante la Guerra de Sucesión,
Mora se vio inmersa en una profunda crisis por la desmedida presión fiscal.
Pero la crisis de la guerra no será la única soportada por Mora, ya que hacia
la mitad del siglo se encontrará con las adversidades climatológicas, con la
disminución de la población y con una economía estancada e inamovible. La falta
de agua de lluvia, arruinó durante la mitad del S.XVIII las cosechas, llegando
a sucederse en el tiempo las “procesiones rogativas” de imágenes como la del
Cristo de la Veracruz y de la Virgen de la Antigua para que esta situación acabase.
Existían en este siglo seis ermitas, cinco de ellas fuera de la población,
anques sólo se citan los nombres de cuatro de ellas: Santísimo Cristo de la
Vera Cruz, Santa Ana, Santa Lucía y Ntra., Señora de la Antigua, denominada
antes de San Cristóbal. A partir de los años 60-70 del S. XVIII, tiene lugar en
Mora la entrada del cultivo del olivar, para utilizar su producto como
alimenticio y para la elaboración de jabón. Y por el contrario observamos un
deteriore relativo en la explotación de la vid.
Cuando finaliza el S. XVIII, Mora sigue siendo
un pueblo eminentemente agrario, donde la propiedad rústica se hallaba en manos
de la nobleza y de la iglesia. En el S. XIX, los morachos en este momento
adoptan una actitud menos respetuosa al prestigio y poder social. La situación
existente a principio de siglo era la escasez de cereales por las malas
cosechas y el alza de precios hasta un nivel muy alto. Esta situación va a dar
lugar al desarrollo de unos tumultos que se desarrollan en Mora y sus alrededores
en 1802. Se trataba de manifestar el malestar social de las capas obreras
asalariadas acuciadas por las crisis sucesivas y que han incidido fuertemente
en ellos.
Durante la Guerra de la
Independencia, Mora padeció las repercusiones importantes. Generales como
Dupont y el general francés Dijon con su destacamento de dragones ocuparon la
población durante periodos de la guerra, sufriendo Mora grandes hostigamientos
de parte de estas tropas. Es en este periodo cuando comienza la disminución del
patrimonio de los Rojas a consecuencia de la guerra. La epidemia del cólera
también llegó a Mora en 1834, situándose los momentos más altos en los meses de
junio y julio. De la Guerra Carlista en 1939, Mora sufrió el desgaste de los
pocos recursos que tenía la hacienda municipal. A pesar de todo esto, Mora
siguió creciendo en olivar, la industria jabonera, con las desamortizaciones,
varios patrimonios familiares,… y caminando se llegó al S.XX. EL S. XX no gozó
de una firme estabilidad política, en la primera mitad del S. XX se suceden una
dictadura, una 1ª y 2ª República, hasta llegar a una Guerra Civil, para dar
paso a la dictadura franquista por un periodo de 40 años.
Otros autores sostienen que el
primer asentamiento de Mora se encontraba en altura, al igual que otras
poblaciones islámicas del momento, ocupando la parte oriental del cerro del
Castillo; y que Mora la Nueva se emplazaría en el llano, donde actualmente
reside. Tras la Reconquista, y tras donar Mora al noble Rodrigo Muñiz en 1150,
que no pudo frenar el avanza almohade; decidió donar “el castro de Mora” en
1171 y su Castillo de Piedra Negra en 1180 a la Orden de Santiago. Esta
donación a la Orden de Santiago y a su Maestre Pedro Fernández fue confirmada
por la Bula del Papa Alejandro III, en 1175. Alfonso X en 1180, ratifica esta
posesión. El siguiente paso para analizar el Pueblo de Mora, lo encontramos en
la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional.
En concreto los Libros de visitas de la Orden
de Santiago con un total de nueve documentos fechados entre los S.XV y XVI
(1478, 1480, 1494, 1508, 1511, 1528, 1537 y 1554-1556). Entre ellas encontramos
una serie de descripciones de cómo era el pueblo de Mora y su fortaleza o
Castilla y alrededores en estos siglos. Ya en el S. XVIII, en 1602, por
concesión del rey Felipe III se funda el Condado de Mora y Guevara, con D.
Francisco de Rojas y Guevara. Las armas del nuevo escudo condal son cinco
estrellas azules en campo de oro, todo ello orlado de jaqueles blancos y
azules. Ya en el S.XVIII, Carlos III, en 1768, le concede la grandeza de España
a este título nobiliario. En el S.XVIII, Mora era una población eminentemente
agrícola, actividad que compaginó con la ganadería. Carecía de una base
industrial amplia, ya que el trabajo artesano se mantuvo apegado a una
estructura de autoconsumo. Comienza el siglo con una guerra y termina con los
prolegómenos de otra. Carlos II deja como heredero a Felipe de Anjou en
detrimento del archiduque Carlos María de Austria.
En el S.
XIX, los morachos en este momento adoptan una actitud menos respetuosa al
prestigio y poder social.
La situación existente a principio de siglo era la escasez de cereales por las malas cosechas y el alza de precios hasta un nivel muy alto. Esta situación va a dar lugar al desarrollo de unos tumultos que se desarrollan en Mora y sus alrededores en 1802. Se trataba de manifestar el malestar social de las capas obreras asalariadas acuciadas por las crisis sucesivas y que han incidido fuertemente en ellos. Durante la Guerra de la Independencia, Mora padeció las repercusiones importantes. Generales como Dupont y el general francés Dijon con su destacamento de dragones ocuparon la población durante periodos de la guerra, sufriendo Mora grandes hostigamientos de parte de estas tropas. Es en este periodo cuando comienza la disminución del patrimonio de los Rojas a consecuencia de la guerra. La epidemia del cólera también llegó a Mora en 1834, situándose los momentos más altos en los meses de junio y julio. De la Guerra Carlista en 1839, Mora sufrió el desgaste de los pocos recursos que tenía la hacienda municipal.
A pesar de todo esto, Mora siguió
creciendo en olivar, la industria jabonera, con las desamortizaciones, varios
patrimonios familiares,… y caminando se llegó al S.XX. EL S. XX no gozó de una
firme estabilidad política, en la primera mitad del S. XX se suceden una
dictadura, una 1ª y 2ª República, hasta llegar a una Guerra Civil, para dar
paso a la dictadura franquista por un periodo de 40 años. A pesar de estas
alteraciones Mora en la primera mitad de siglo seguía comerciando su “oro”
particular, el aceite, que exportaba hasta el extranjero; demográficamente Mora
en esta primera mitad registra un alza demográfica superando los 10.000
habitantes en 1930. También se produce el crecimiento económico en Mora en lo
que se refiere a su industria y su comercio-
Mora tiene su sitio en la
Historia, y como tiene un lugar tampoco ha estado exenta de los acontecimientos
que en ella se encuentra. La economía en el S.XIX, es básicamente agraria. La
estructura de la propiedad se basaba en algún terrateniente, un número reducido
de propietarios medios y un grupo más numeroso de pequeños propietarios que
vivían del producto de sus tierras que compaginan esta actividad con la
ganadería, el arrendamiento de tierras o una incipiente industria reducida al
ámbito familiar (aperos de esparto, fabricación de jabón, de queso, …) Los
trabajos agrícolas seguían un ritmo estacional: · En septiembre hasta noviembre
se comenzaba con la sementera. ·
En invierno y primavera, se araban los
barbechos y las siembras sobre surco. · A finales de mayo, comenzaba la siega
de la cebada, que continuaba con la algarroba, los garbanzos, para terminar en
julio con el trigo., · En verano, el ritmo del pueblo se aceleraba, las
jornadas duraban de “sol a sol”, se iniciaba de madrugada y finalizaban en el
anochecer con la saca, la trilla, la limpia y el almacenamiento del grano y la
paja.
El medio mecánico para realizar
todas las labores agrícolas era el burro, el carro, el trillo la yunta (la de
mulas, vacas o bueyes) y los arados completaban las herramientas fundamentales
que los agricultores compraban a artesanos locales. economía agricultura y
ganadería Esta producción se completa con el beneficio del olivar, de la huerta
y de la viña, que se solían cultivar con el fin de disponer de aceite, vino y
hortalizas para el gasto familiar, y los excedentes se dejaban para vender. El
olivar, que comienza su cultivo en el siglo anterior, es en este siglo XIX y en
el XX, cuando se produce su mayor auge. Las aceitunas se recogían con varas por
los hombres en las partes altas, y las mujeres las partes bajas, por el sistema
de ordeño o recogiendo del suelo las que se caían fuera de los mantos. Las
aceitunas se molían en los molinos de la localidad, utilizándose para el
consumo en casa, para fabricar jabón, y vender lo sobrante.
En el S.XX se exporta ya hacia el
extranjero, como lo realizaba Ambrosio Gómez, por ejemplo. Aún cuando se
disponía de casa en el pueblo, muchos labradores permanecían en las
“Quinterías”, donde se quedaban durante largas temporadas para el
desenvolvimiento de las faenas agrícolas y fugaces veces visitaban el pueblo
para aprovisionarse o disfrutar de la feria. La población jornalera (donde había
una abundante mano de obra barata) se contrataba para las labores del campo,
donde el precio de su trabajo se fijaba tanto en dinero como en especie. Las
mujeres muchas de ellas entraban a servir en casa de la gente rica del pueblo,
otras espigaban en la época de la siega, rebuscaban aceitunas, … Los niños
también contribuían a la economía familiar, haciendo de píqueles, zagales o
pastores. También es normal que en las primeras décadas del siglo y en los años
de posguerra existieran muchos indigentes que iban pidiendo casa por casa o en
la puerta de la Iglesia.
Para paliar esto el Ayuntamiento e Iglesia se
encargaban de elaborar una lista de beneficencia para que recibieran
asistencia, entregándoles donativos para su subsistencia, asistencia médica y farmacéutica
gratuita. Los años cuarenta del S.XX fueron los años del hambre, que se inician
con la desarticulación del sistema productivo provocada por la guerra. Las
malas condiciones climáticas, la descapitalización, la falta de apero y
elementos de labranza, las pérdidas humanas, inciden en la economía de este
momento. A la escasez de comida se unió la escasez del trabajo junto a esta la
falta de liquidez de los propietarios para pagar los jornales.
El racionamiento y el mercado intervenido
fueron las soluciones en toda España para el reparte justo, a través de las
“cartillas de racionamiento”. A pesar de todo, la producción poco a poco se
recuperó y se normalizó hacia los años 50 dándose por concluido el
racionamiento.
Es en estos años cuando aparecen
las primeras máquinas agrícolas a motor (tractores, aventadoras, etc.…) Pero
llegados los 60 la sociedad agraria entró en crisis, la finalización de las
políticas intervencionistas propició la emigración en masa de los pueblos a las
ciudades con el comienzo de la industrialización en España. Los que en Mora
quedaron, cuidaron y ampliaron su preciado tesoro que es el Olivo, y entorno a
él, fue de nuevo creciendo, hasta llegar a hoy. economía y comercio Con el
crecimiento económico y el aumento de la población en el S.XX, surgió una
multitud de pequeños negocios industriales y de servicios que en algunos casos
se proyectaron hacia el mercado exterior. En el universo de los oficios,
importantes en Mora desde principios de siglo fueron la Industria del aceite,
vino y alcoholes, las fábricas de jabón, las cerrajerías, los romaneros, los
toneleros, etc. Un sinfín de oficios que se veían acompañados por diversos
comercios como son los comercios coloniales, ultramarinos y comestibles,
confiterías, tiendas de tejido y farmacia, … etc. Es difícil homogeneizar los
usos y costumbres durante estos dos siglos, ya que la evolución propia del
tiempo presenta variaciones en función de los grupos sociales existentes.
Tradicionalmente la sociedad ha estado
dividida en clases, en los pueblos siembre ha existido el “Agricultor rico” y
el “Agricultor Medio o Pobre”. La clase social va a estar en relación con lo
que cada uno obtiene de la producción en las aras del mecanismo de acumulación.
El agricultor rico tiene su vivienda en la calle mayor del pueblo o en torno a
la plaza, alrededor de la cual se articula el tramado de las calles del pueblo,
no siendo estas muy anchas por lo general, con la excepción de donde se sitúen
las casas del agricultor rico. La vivienda se situaba en torno al patio con
columnas en piedra, suelo empedrado con motivos decorativos. Las bodegas se
situaban en la planta baja y tenían el acceso por el patio. También poseían
cuadras, caballerizas junto con las cochineras y gallineros.
Albergando en ellas los animales
para las faenas agrícolas, vehículos de labranza y animales de corral, y para
almacenar la cosecha. Los materiales utilizados para la construcción de estas
casan son l piedra y el barro fundamentalmente, así como en pies derechos de
soportales y en los patios Sociedad: usos y costumbres interiores de las viviendas.
La cal se utilizaba en la fachada, en el patio, en el corral y en las
habitaciones. Estos agricultores ricos también poseían casas de labranza en el
campo o “Quinterías” donde pasaban parte del año, alternando la estancia en el
pueblo con la del campo. En ellas se instalaban los jornaleros solos o con su
familia para llevar a cabo las tareas agrícolas en el campo. En estas casas se
albergaban también, los vehículos de labranza, animales, etc.
Sin embargo, las casas del
agricultor medio o pobre, estaban realizadas en tapial, adobes o piedras con
barro, con pocos huecos o ventanas, y la fachada encalada. El interior de las
casas podía resumirse en un par de habitaciones, más la cocina, el patio y el
corral .
Tradicionalmente la vida de la
mujer no ha sido fácil y las tareas propias de su sexo como las del hogar y el
cuidado y educación de los hijos, añadía otras para contribuir a sostener la
economía familiar. Todos los trabajos a realizar eran manuales y difíciles en
donde contadas eran las mujeres que por su posición social podían eludirlos:
lavar la ropa, cargar agua, hacer la comida, barrer, fregar, comprar, coser,…
Un sinfín de tareas que la mantenían permanentemente ocupada. Otras para el
sostenimiento de su familia retenían que trabajar, participando de todos los
trabajos propios del hombre, y trabajando como criadas en las casas de los
propietarios para ayudar a las tareas del hogar y en el cuidado de los niños.
EL matrimonio era un fin para la mayoría de las jóvenes casaderas y existía
como ahora un ritual entorno a la ceremonia. No era común vestir de blanco el
día de la boda durante los primeros 40 años, solía ser un vestido negro que se
adornaba con mantilla y peineta en algunos casos. Las bodas duraban varios días
y se celebraban en las casas. Será a finales de los 50 cuando se popularice el
vestido blanco y dejen de celebrase en las casas. Los recién casados podían
organizar su hogar en casa propia o de alquiler.
El tipo de vivienda estaba en
función del grupo social al que pertenecía, de manera que a lo largo del siglo
han coexistido edificaciones de ladrillo y piedra, bien trabajadas y amuebladas
que construían algunas familias en los años veinte, con las casas de lo más
humildes de una planta con dos habitaciones de techos de jara y suelos de
tierra, como ya se ha dicho anteriormente. En el hogar, las comidas de las que
se disfrutaban eran ricas en hidratos de carbono y pobres en proteínas
animales, con el cocido como alimento básico con carne o sólo con tocino, el
pisto, las tortillas, el gazpacho, las judías, las patatas y los huevos, los
productos de la matanza del cerdo para comer todos en el mismo plato e incluso
con la navaja o con chucharas de palo. Es difícil hablar de la moda del vestir,
debido a los cambios que se hna. ido introduciendo a lo largo del siglo, aunque
haya algunos rasgos que lo definen.
Lo característico del hombre es utilizar los
sombreros, las gorras y las binas, que aún hoy lo siguen utilizando; también es
característica la imagen del hombre con pantalones y chaqueta de pana, chaleco,
faja o pelliza y la blusa, que hoy en día es tan importante en la Fiesta del
Olivo. Estos iban calzados con botas de material para el invierno y sandalias
para el verano, cuando no para todas las épocas se utilizaban las “albarcas” de
goma y tiras de material con calcetines gordos. Las mujeres, lo más común era
verlas peinadas con la raya en medio y moño, compuesta con falda de frunces,
mandil, enaguas, refajo, medias fuertes de algodón, sandalias, blusa y toquilla
negra o en tono oscuro. Los niños con sandalias y pantalón de media caña cogido
con tirantes y lleno de remiendos.
Las niñas utilizaban botines para
ir a la escuela o zapatillas de trapo para poco a poco imponerse el zapato a la
sandalia. Si la vida era dura para los adultos no lo era menos para la
infancia. Desde temprana edad, metidos en las aguaderas o en los serones,
acompañaban a su madre hasta las labores del campo, mientras ellas trabajaban.
El grado de atención de los padres, ocupados en sus trabajos era carente por lo
que los abuelos tenían una gran importancia en su educación, como hoy en día.
La higiene y el aseo eran escasos y los piojos, la sarna, la colitis o las
enfermedades infecciosas como el sarampión, la difteria y la bronconeumonía
fueron corrientes hasta los años cincuenta.
Durante el S. XIX y principios
del S.XX la mortalidad infantil era alta. Los muchachos suplían la falta de
juguetes con imaginación y habilidad. Hasta los años sesenta del S.XX, los
juguetes hechos a mano o los juegos entre amigos habían sido los elementos de
diversión más importantes. Se jugaban a juegos como el cirio, el pique, la
clava, el corcho, el aro, o la bigarda. Las muchachas tenían algunas muñecas de
trapo y juegos como el truque, la comba, los bones o las chinas. En la plaza se
podían comprar los domingos las chucherías, como paloduz, barquillos (parises),
chufas, pirulís, habas de las indias, castañas pilongas o caramelos; hasta la
llegada del chupacups, los polos o los cromos para los álbunes.
La enseñanza no era obligatoria y
existió durante el S.XIX y primeros del S.XX un gran absentismo que se
incrementaba cuando llegaba la primavera coincidiendo con el inicio de las
tareas del verano, entre los niños; o entre las niñas que a edad temprana
ayudaban en las labores de la casa a sus madres. Incrementándose el nivel de
analfabetización. El cartapacio, la pizarra, la pluma y el tintero, a parte del
libro y el cuaderno, eran los instrumentos básicos de os escolares. En los años
50 y 60 del S.XX, para mejorar la alimentación del alumnado, se les entregaba
leche en polvo y queso.
Será en los años 60 del S.XX
cuando se generaliza la enseñanza primaria en todos los alumnos, construyéndose
nuevos colegios y estructurándose la enseñanza por cursos a la vez que casi
desaparece el absentismo escolar, aunque era raro que todos permanecieran en la
escuela hasta los catorce años. En 1970 se publica la Ley General de Educación,
que da inicio a la Educación General Básica, que hace cambiar el panorama
anterior. Los jóvenes de los años 70 van a ser los encargados de enarbolar la
bandera de la modernidad, introduciendo nuevos gustos y nuevas modas en las
relaciones entre sexos, el gusto por la música pop, los guateques, las melenas
y la ropa “yeyé”. Las manifestaciones religiosas han variado a lo largo de los
dos siglos. Si se mantienen elementos básicos como la misa, las fiestas
religiosas o las procesiones, muchos usos y costumbres han desaparecido pro el
vendaval de la sociedad de consumo y por los nuevos ritos impuestos por la
iglesia.
Las manifestaciones religiosas
con mayor participación del pueblo fueron las “fiestas de las hermandades o
cofradías” que en un día señalado rinden una fiesta a la imagen de la cual son
devotos. manifestaciones religiosas.
En Mora han existido y existen hoy en día
varias hermandades o cofradías, que celebran sus fiestas, juntos todos los
hermanos o cofrades y que la gran mayoría tienen su origen el S. XVII y
continúan su existencia en el S.XX. Algunas de estas hermandades son:
· La Hermandad del Cristo de la Veracruz. Cuya
veneración arranca desde el S.XVI (creándose la cofradía en el S.XVII, 1613).
Cuya imagen de Cristo es el patrono del Pueblo de Mora. La fiesta de la
hermandad se celebra en mayo.
· La Hermandad de la Virgen de la Antigua. AL
igual que la anterior su veneración arranca desde el S.XVI (creándose la
cofradía en el S.XVII, 1618). La imagen de la virgen se encuentra en un cerro
cercano a Mora y junto a otras dos elevaciones que contienen gran parte de la
historia de nuestro pueblo, la Cueva de la Zorra con pinturas rupestres y el
Castillo de Mora. Anteriormente en esa ermita se veneraba la imagen de San
Cristóbal. El día de su fiesta es celebrada con una romería en el “cerro de la
Virgen de la Antigua”.
· La Hermandad del Ángel, se instituyo como cofradía
en el S.XVII, el año de 1670. ·
La
Hermandad de caridad de Nuestra Señora del Buen Rescate y Esclavos del Santo
Sepulcro, siendo instituida su cofradía con sus ordenanzas en el S.XVII, el año
1610-1615. · La Hermandad del Carmen.
· La Hermandad de los Nazarenos · … Durante
todo el S.XIX y XX las fiestas de los pueblos han girado en torno a las
celebraciones que nos han llegado de siglos anteriores, las fiestas profanas se
van a mezclar con las fiestas religiosas en la mayoría de los casos. Las Ferias
y Fiestas en Mora durante el año son: · Se inicia con la Fiesta del Olivo, que
se celebra el último fin de semana de abril, que el año próximo va a cumplir su
medio siglo, donde los morachos celebramos el final de la recolección de las
aceitunas y prosigue un programa que en apenas cincuenta años ha variado.
En esta fiesta se mezcla lo civil
con lo religioso, ya que el sábado se sube al cerro de la Virgen de la Antigua
para darle las gracias por la cosecha, y el domingo por la mañana se realiza
una Misa a la cual acuden Damas y Reinas de la Fiesta, la Corporación
Municipal, y todas aquellas personas que participan en la fiesta, para dar paso
al gran desfile de carrozas y carros que con gran alegría y esmero preparan y
engalanan las peñas o agrupaciones de amigos en Mora. · La Fiesta de Santa Ana
o la “feria chica”, como se denomina popularmente, se desarrolla en julio el
día 26, donde se celebra que Santa Ana es la Patrona de Mora. · La Feria y
Fiestas o la “feria grande”, se celebraba al final del verano cuando todas las
labores del campo habían finalizado; una vez más en estas fiestas se vuelve a
mezclar lo civil con lo religioso, se realizan en honor al Cristo de la
Veracruz, patrono de Mora.
Pero Mora ha tenido otros
entretenimientos. La década de los años 20 debido a la buena situación del
comercio del aceite, el pueblo se lanza a construir algunos de los edificios
que sirven para la diversión del pueblo moracho. Se construye el Teatro
Principal que se una a los otros teatros que ya funcionaban en Mora, como son
el Teatro Tapia, ocupado el solar hasta hace poco fuel el del cine Cuesta y que
está situado en el comienzo de la calle Arroyo; el Teatro Peña, que se ubicaba
en la calle de las Huertas; o el Mª Teresa situado entre la Plaza Juan Gálvez y
la calle Orgaz. En ellos se representaron grandes obras de teatro y zarzuelas a
cargo de grupos aficionados de Mora y de compañías nacionales de teatro. Hoy en
día solo pervive el Teatro Principal, los otros han desaparecido como otras
muchas cosas que existían y que Mora no ha sido muy estricto a la hora de
conservar o modificar las cosas existentes, con lo que de alguna forma se
pierde la tradición.
Texto editado por el Ayuntamiento de Mora.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
viernes, 17 de marzo de 2017
1987, PORTUGALETE ENTREVISTAS REPUBLICA Y GUERRA CIVIL.
SALUD Y REPUBLICA
Entrevistas realizadas en Portugalete en el año 1987 con en el 50 aniversario de la entrada de las fuerzas franquistas en esta localidad.
Las entrevistas tratan sobre el periodo de la República en Portugalete y la guerra civil.
Indicar que mi aita Patricio Gutiérrez es uno de los entrevistados. El metraje de su aparición va desde minuto 43 y medio hasta el 56.
https://youtu.be/0gwXNEyDlLE
jueves, 16 de marzo de 2017
BA DATOR KORRIKA
A lo
largo de los últimos 36 años, desde que fue la primera edición de la Korrika,
allá por el año 1980, jamás he faltado a mi cita en la participación en este
evento cultural en favor del euskera. Lo que fue en sus inicios un acto reivindicativo
hoy se ha convertido en el acto cultural que más personas aúna en favor de
nuestro idioma.
Como
decía anteriormente, gracias y mi facilidad y entrenamiento en recorrer largas
distancias por ser corredor de maratones, mi participación
se contaba por más de 20 km por convocatoria, superándome el año aquel que comencé
a las 5 de la mañana en Kabiezes y acabé en el Arenal al mediodía.
Por la
mañana, por la tarde o por la noche, con sol o con lluvia, nunca he encontrado impedimento
para participar, porque la voluntad no tiene obstáculos.
Este año
en la 20ª edición de la Korrika, nos volveremos a encontrar los jóvenes ilusionados
y los mayores con nostalgia, lo poco de uno ,con lo mucho de otro, astiro astiro,
helduko gara. Aurten ere bai, Ba dator Korrika.
La historia de Korrika: los
recorridos y los lemas
EITB.EUS
La 20ª edición de Korrika unirá
Otxandio con Pamplona desde el 30 de marzo al 9 de abril bajo el lema 'Batzuk'.
Repasamos los recorridos y los lemas de la carrera por el euskera desde su
inicio.
·
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KORRIKA
1: 'Zuk ere esan bai euskarari' fue
el lema que dio comienzo a la primera edición de Korrika en el año 1980.
Desde Oñati hasta Bilbao, cruzando toda Euskal Herria, durante ocho
días, del 29 de noviembre al 7 de diciembre, decenas de miles de personas
salieron a la calle defendiendo el euskara.
KORRIKA
2: En 1982 la marcha
reivindicativa partió de Pamplona-Iruña y finalizó en Donostia-San
Sebastián. Esta vez, el lema fue el siguiente: 'AEK, euskararen
alternatiba herritarra eta Korrika, herriaren erantzuna euskararen alde'.
KORRIKA 3: Bajo el lema 'Euskaraz eta kitto', en el año 1983 Korrika comenzó el 3 de diciembre en Baiona y concluyó el 11 de ese mismo mes en Bilbao.
KORRIKA 4: 'Herri bat, hizkuntza bat' fue la reivindicación de la cuarta edición de Korrika que tuvo lugar del 31 de mayo al 9 de junio de 1985 desde Atharratze a Pamplona-Iruña.
KORRIKA 3: Bajo el lema 'Euskaraz eta kitto', en el año 1983 Korrika comenzó el 3 de diciembre en Baiona y concluyó el 11 de ese mismo mes en Bilbao.
KORRIKA 4: 'Herri bat, hizkuntza bat' fue la reivindicación de la cuarta edición de Korrika que tuvo lugar del 31 de mayo al 9 de junio de 1985 desde Atharratze a Pamplona-Iruña.
KORRIKA
5: Del 3 al 12 de abril del año 1987 desde Hendaia
hasta Bilbao se sumaron a la Korrika miles de personas bajo el lema 'Euskara,
zeurea'.
KORRIKA
6: El testigo pasó de mano en mano
desde Pamplona-Iruña hasta Donostia-San Sebastián del 14 al 23
de abril del año 1989. El lema fue el siguiente: 'Euskara
korrika eta kitto. Euskal Herriak AEK'.
KORRIKA 7: Del 15 al 24 de marzo de 1991, desde Vitoria-Gasteiz a Baiona tuvo lugar la séptima edición bajo el lema 'Korrika euskara, Euskaraz Euskal Herria'.
KORRIKA 7: Del 15 al 24 de marzo de 1991, desde Vitoria-Gasteiz a Baiona tuvo lugar la séptima edición bajo el lema 'Korrika euskara, Euskaraz Euskal Herria'.
KORRIKA
8: En 1993, del 26 de marzo
al 4 de abril, desde Pamplona-Iruña a Bilbao miles de
euskaltzales recorrieron Euskal Herria tras el lema 'Denok maite dugu
gure herria euskaraz'.
KORRIKA 9: La novena edición se celebró del 17 al 26 de marzo en el año 1995 desde Donibane Garazi a Vitoria-Gasteiz bajo el lema 'Jalgi hadi euskaraz'.
KORRIKA 9: La novena edición se celebró del 17 al 26 de marzo en el año 1995 desde Donibane Garazi a Vitoria-Gasteiz bajo el lema 'Jalgi hadi euskaraz'.
KORRIKA
10: 'Euskal Herria Korrika' fue
el lema elegido para la décima edición. Del 14 al 23 de marzo del año 1997 Euskal
Herria se puso en marcha, en esta ocasión desde el santuario de Aranzazu en Oñati
hasta Bilbao.
KORRIKA
11: En 1999, del 19 al 28
de marzo, la iniciativa arrancó en Pamplona-Iruña y finalizó en
Donostia-San Sebastián bajo el lema 'Zu eta Ni euskaraz'.
KORRIKA
12: Desde Vitoria-Gasteiz
hasta Baiona del 29 de marzo al 8 de abril del año 2001 se
celebró la doceava edición cuyo eslogan fue 'Mundu bat euskarara bildu'.
KORRIKA
13: 'Herri bat geroa lantzen' fue el
eslogan de 2003 que comenzó en Maule el 4 de
abril y finalizó en Pamplona-Iruña el 13 de abril.
KORRIKA
14: En 2005 desde Orreaga
hasta Bilbao, del 10 al 20 de marzo, la marcha por el euskera se celebró
bajo el lema 'Euskal Herria euskalduntzen, ni ere bai'.
KORRIKA
15: Desde Karrantza hasta
Pamplona-Iruña, del 22 de marzo al 1 de abril del año 2007, se
invitó a la ciudadanía vasca a participar en la defensa del euskera con el lema 'Heldu
hitzari, lekukoari, elkarlanari, euskarari, herriari'.
KORRIKA
16: 'Ongi etorri euskaraz bizi nahi
dugunon herrira!' fue el lema elegido para la celebración de la
decimosexta edición que empezó en Tudela y terminó en Vitoria-Gasteiz en 2009,
del 26 de marzo al 5 de abril.
KORRIKA
17: Desde Treviño hasta
Donostia-San Sebastián, del 7 al 17 de abril del año 2011, la
marcha por el euskera se celebró bajo el lema 'Maitatu, ikasi,
ari...euskalakari'.
KORRIKA
18: En 2013 Korrika
empezó en Andoain el 14 de marzo y terminó el 24 de marzo en Baiona.
El eslogan elegido fue el siguiente: 'Eman Euskara Elkarri'.
KORRIKA
19: 'Euskahaldun' fue el lema que recorrió Euskal Herria en 2015: la marcha
partió desde Urepel el 19 de marzo y finalizó en Bilbao diez
días después.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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