Nota que la Presidencia del Gobierno para su publicación sobre los acontecimientos de noviembre del año 1924
Ahora que está cercana la fecha aniversario de la intentona revolucionaria del año 1924 por Bera, bueno es recordar la nota que la Presidencia de la dictadura de Primo de Rivera repartió.
DÍA 8 noviembre. - Graves sucesos en Navarra. —Colisión de anarquistas y
sindicalistas con la fuerza armada.
Como se ve, se había
fraguado una extensa conspiración en varias provincias, de la cual el suceso
más grave fue el de Vera. En la Presidencia facilitaron a los periodistas la
siguiente nota:
Deseoso el Directorio de
que la opinión tenga noticias ciertas que impidan toda desorientación y
concreten la importancia de cualquier hecho, evitando los abultamientos conscientes
e inconscientes de los propaladores, se cree en el deber de dar a conocer los
siguientes sucesos, de carácter al parecer revolucionario, provocados por
elementos anarquistas procedentes de Francia, en relación, sin duda, con el
sindicalismo avanzado español.
En la madrugada del 7 del
corriente, fueron observados por las autoridades municipales de Vera (Navarra) individuos
sospechosos, que, sin duda, habían traspasado recientemente la frontera, los
cuales, en número de treinta y armados, sostuvieron a las cuatro quince, en las
inmediaciones del pueblo, grave colisión con una pareja de la Guardia civil de
servicio, a la que dieron muerte, sufriendo por su parte un muerto y un herido
grave, dispersándose después.
Apercibidas las autoridades,
dispusieron su persecución, llevada a cabo por agentes de Vigilancia y fuer zas
de la Guardia civil y Carabineros, matando a un individuo, que no pudo ser
identificado, y deteniendo a Bonifacio Manzanedo Besga, de veintidós años,
soltero, natural de Burgos, prófugo del pueblo de Sestao; José Antonio Vázquez
Bouzas, de veintinueve años, soltero, natural de Po (Lugo), éste, detenido en
el lugar del suceso; Eustaquio García Aparicio, de veintidós años, soltero, de
Bilbao, que trabajaba en San Juan de Luz; Leandro Fernández Gutiérrez, de
veinticuatro años, soltero, de Buenos Aires; Pablo Martín Sánchez, de
veinticinco años, soltero, de Bilbao.
Posteriormente, y con gran
actividad, han continuado con éxito las pesquisas, logrando la detención de
veintidós más, de ellos cuatro muertos.
A todos los detenidos se
les ocuparon hojas impresas excitando a la rebelión, y siendo sometidos a
juicio sumarísimo.
Pormenores del suceso de
Vera. De
Pamplona comunicaron los siguientes
detalles:
En la madrugada del viernes,
el alguacil del Ayuntamiento de "Vera, Miguel Berasain, observó desde su casa
que por la calle pasaba un compacto grupo de unos cuarenta a cincuenta hombres,
que le infundieron sospechas. Se levantó y se fue al encuentro de la Guardia
civil, para enterar a ésta de lo que había visto. En aquel momento llegaban al
cuartel el cabo Julio de la Fuente Sanz, natural de Navascués (Navarra), y el
guardia Aureliano Madrazo Ortiz, natural de Espinosa de los Monteros (Burgos),
ambos solteros, de regreso de servicio, a quienes el alguacil de Vera expuso lo
que acababa de ver.
Encaminándose los tres por
la carretera hacia la fábrica de fundiciones de Vera, en dirección a Pamplona, en
busca de la banda; pero como no vieran a nadie, el cabo indicó al alguacil que
se retirase, porque él, con el guardia, daría una batida. »Cuando, de regreso
al pueblo, estaba el alguacil a unos 150 m. de distancia de la pareja, oyó
primero dos disparos y luego una descarga cerrada. Retrocedió el alguacil, y al
ver un bulto tendido en el suelo, volvió a emprender la marcha al pueblo, para
dar cuenta al resto de la fuerza de la Guardia civil, que la componían los guardias
Silvestre López Rodríguez y José Ofianos Ros.
A todo esto, una pareja de
Carabineros de servicio en la carretera, a un kilómetro del suceso, al oír los
disparos, retrocedió al lugar de éste, y a poco detuvo a un hombre, que dijo
iba o venía de Bilbao, y cuando los tres se dirigían al lugar, se encontraron
con cinco o seis de la banda, con quienes sostuvo tiroteo la pareja de
Carabineros.
Uno de éstos fue objeto de
cinco o seis disparos a quemarropa, sin ser herido; pero él mató de un balazo en
la cabeza a uno de los malhechores.
La manta del carabinero
estaba acribillada a balazos. La segunda pareja de la Guardia civil, avisada
por el alguacil, marchó al lugar del suceso y encontró muerto al cabo. El
guardia había desaparecido; pero como en la cuneta de la carretera había un
charco de sangre, cuyo reguero seguía hasta el río Bidasoa, se supuso que lo
habían arrojado al río. Más tarde fue extraído el cadáver.
E1 resultado de esta
refriega fue, además del cabo y guardia muertos, un malhechor herido en una
pierna, que hubo de serle amputada.
E1 guardia debió sostener
una lucha titánica, pues además de ser un hombre robusto, tenia puesta la
cuchilla en el fusil, y porque algunos de los bandidos heridos detenidos más
tarde debieron ser heridos por él y conducidos por sus compañeros y dejados en
caseríos. Entre las dos refriegas que los malhechores sostuvieron con la Guardia
civil y con los carabineros, atendieron al herido, puesto que al ser capturado
en la carretera tenía una pierna vendada con la corbata, para contener la
hemorragia.
Hasta las cinco de la tarde
habían caído en poder de las autoridades los siguientes individuos: José
Antonio Vázquez Bonjas, natural de Málaga; Eustasio García Aparicio, de la
provincia de Soria; Pedro Martín Sánchez (que tenia el muslo atravesado de un
balazo), natural de Bilbao; Leandro Fernández Gutiérrez, natural de la
República Argentina; Julián Santillana Rodríguez, natural de Quintanilla de la
Mata; Tomás García Jiménez, natural de Luesia (Zaragoza); Bonifacio Manzanedo
Berga (que sufre amputación de una pierna), natural de Bolochán (Burgos); Justo
Val Franco, natural de Albalatede Cinca (Huesca); Casiano Alonso Pozo, natural
de Villalpando (Zamora); Ángel Fernández Herrero, de Villalpando (Zamora); Julián Fernández
Reert, deElciego (Álava); Luis Neveira Sánchez (muerto por el carabinero en la
refriega de la carretera), natural de Villalón (Corufia); el muerto por el cabo
de la Guardia civil de Sumbilla no ha sido identificado; Gregorio Izaguirre, de
Santurce; Julián Santillán, Pablo Martín,
Anastasio Guilarte Gómez, Francisco Lluch Alberdi, detenido por los carabineros
de Echalar, soldado desertor del regimiento de Sicilia, natural de Oviedo, y su
padre reside en Eibar; Juan José Ayala Casas, natural de Madrid. Un moribundo,
apresado en el monte y que no puede hablar, ha sido traído en automóvil.
E1 resumen de bajas es el
siguiente: Julio de la Fuente, cabo de la Guardia civil, muerto; Aureliano
Madrazo Ortiz, guardia civil, muerto; Luis Naveira Sánchez, rebelde, al que dio
muerte un carabinero; un desconocido, que no ha podido ser identificado, al que
dio muerte el cabo de la Guardia civil de Sumbilla. Heridos: el carabinero de
Endarlaza Pedro Prieto Niso; Bonifacio Manzanedo, al que hirió la Guardia civil
en la carretera; Pedro
Martín Sánchez, rebelde,
que tiene un muslo atravesado por un balazo; hay otro rebelde, desconocido, que
se encuentra en estado agónico.
Al pasar por la fábrica Fundiciones de Vera
antes de la refriega con la Guardia civil, los revolucionarios dejaron un
paquete de hojas impresas sediciosas.
La Policía francesa ha
detenido a 18 individuos más, al parecer complicados en los sucesos de Vera. E1
total de detenidos asciende a 36.
La sedición se organizó
en Francia. —En cambio. El País
Vasco dijo en una interesante información sobre el fracasado intento de
Vera de Bidasoa: “La sedición fue organizada en territorio francés y por conocidos
agitadores comunistas que estaban expatriados. En los primeros días de la
pasada semana comenzaron a llegar a Perpignan súbditos españoles procedentes de
París, Lyon, Marsella, Burdeos, Nancy, Saint Etienne, Montpellier y otras
localidades francesas”.
Muchos grupos se hicieron
transportar en autocares y taxis hasta la frontera española, que deseaban ganar
a pie. En el mojón número 40 fue donde se hizo la distribución de armas y
dinero. Que hubo abundancia de éste, lo prueba el que a uno de los detenidos se
le ocuparon más de 1.000 francos, y a los demás, unos 500.
E1 reparto de armas también
fue pródigo. Las pistolas recogidas, más de veinte, son de distinto calibre. Unas
fueron cogidas a los detenidos, y otras halladas en el monte.
De municiones fueron
también pertrechados. A Enrique Gil Salas, que ingresó herido en el hospital de
Vera, se le ocuparon cuatro cajas de 50 cartuchos y varias cápsulas.
Dos detenidos en Banuyla
sur-Mer, Espada Clemente y Estrada, eran portadores de muchas pistolas Browning
y municiones, así como de proclamas anarquistas.
En Cerbére, Porthus
Bourg-Madame y Elne se han practicado también numerosas detenciones.
La partida se reunió en San
Juan de Luz, y en la noche del jueves, fraccionada en tres grupos, salió para la
frontera. Al llegar a ésta, los conjurados, en número de treinta y cinco,
discutieron si habían de penetrar en España diseminados por las montañas, para
no infundir sospechas; pero los que capitaneaban los grupos, sin duda temerosos
de que se produjeran deserciones, impusieron su criterio de seguir por
carretera, orientados por un mapa.
Los revolucionarios
llegaron a Vera a las doce de la noche, deteniéndose en la fábrica de fundición
que hay junto a la presa del río, para echar por debajo de la puerta unas proclamas
sediciosas que tienen el siguiente pie de imprenta: “La Fraternelle, 55, rué
Uixórecourt (XX)”.
Esperando que cuando los
obreros se enteraran de las proclamas secundarían su actitud, marcharon los
sediciosos al pueblo de Vera, en grupo. Debieron estar muy poco tiempo en las
calles de la población, y, temerosos, sin duda, de ser descubiertos, salieron
de ella.
Fue entonces cuando el
alguacil Berasain advirtió la presencia de los grupos y se fué a avisar a la
pareja de la Benemérita, que salió en seguida en busca de ellos.
En el Consejo de guerra,
celebrado el día 14, resultó lo siguiente:
Se leyó el sumario, donde
consta la declaración prestada por Manzanedo, el cual manifestó que venía de Francia
y que se dirigía a San Sebastián, añadiendo que en la carretera se encontró con
un grupo de paisanos, a los que no conocía personalmente. Dijo también que
durante el tiroteo sostenido por los del grupo con los carabineros, le pegaron
¡in tiro en una pierna, y que en aquel momento uno de los paisanos lo cogió en
brazos y lo condujo al monte, donde perdió el conocimiento.
Manzanedo negó que fueran
de su propiedad la pistola y los cartuchos que le fueron ocupados al ser
detenido. Cree que el sindicalista que lo llevó al monte se la metió en el
bolsillo, para deshacerse él del arma y eludir responsabilidades.
Julián Fernández Revert,
cuya declaración se leyó a continuación, manifestó que, procedente de Francia,
vino a España con otros sindicalistas, y que se proponían marchar a Irún, para
hacer estallar la revolución. Explicó el encuentro con la pareja de la Guardia
civil, y habló de dos cabecillas, cuyos nombres desconocía, si bien aseguró que
los reconocería fácilmente, si le fueran presentados. Afirmó no saber el
alcance que se quería dar al movimiento revolucionario, y dijo que, de no haber
sido detenido, se hubiera trasladado a Madrid, para unirse a sus hermanos,
residentes en la corte.
Protestó que se le
considerase revolucionario, y aseguró que si tomó parte en el movimiento, fue
por temor a que lo mataran quienes lo impulsaron a él.
Pablo Martín Sánchez
declaró que entró en España, procedente de Francia, con otros, para tomar parte
en un movimiento revolucionario que se preparaba y que había de estallar en
breve.
Relató el encuentro con la
Guardia civil en la forma ya conocida, y dijo que los revoltosos tenían el
propósito de atacar el puesto de Carabineros de Vera, desde donde marcharían a
Irún y San Sebastián. Contaban con que los soldados de esta guarnición se les
unieran, para lo que disponían de gran cantidad de hojas sediciosas, iguales a
las que abandonaron a las puertas de la fábrica de Vera, que serian
introducidas en los cuarteles. Declaró que proclamas análogas fueron
repartidas, según le dijeron, en Bayona (Francia), por un ex diputado español apellidado
Soriano, y un catedrático de Salamanca, que creía que se apellida Unamuno.
Siguieron las declaraciones
del alguacil de Vera y del capitán de Carabineros de la misma localidad.
El procesado Eustasio
García Aparicio dijo que venía de Francia para pasar la revista militar anual,
y que casualmente encontrose cerca de Vera con unos desconocidos, que tuvieron
una refriega con la Guardia civil y con los Carabineros, en la que el
declarante no tomó parte.
Julián Santillán Rodríguez
confesó que el complot se fraguó en Bayona de Francia, donde le dieron dos
pistolas para que interviniera en el movimiento revolucionario que le dijeron
que iba a estallar en España. Explicó a continuación el encuentro con la
Guardia civil.
Las declaraciones de Ángel
Fernández Herrero, Tomás García Jiménez, Justo Val Franco y Casiano Alonso Pozo
carecían de interés.
Quiénes fueron los
organizadores
. —Manuel del Río declaró, y así lo publicó la Prensa,
que en París le comprometieron en el movimiento, por instigaciones de Unamuno, Ortega
Gasset (E.), Soriano y Blasco Ibáñez, que dirigían el complot.
En iguales términos declaró
José Vázquez Bouza, reconociendo que los citados políticos españoles eran los directores
del movimiento.
Gregorio Izaguirre hizo
iguales declaraciones, añadiendo que en París asistió hacia un mes a un mitin
de carácter revolucionario celebrado por elementos españoles, y en el que
tomaron parte Rodrigo Soriano y otros políticos, cuyos nombres ignoraba. Afirmó
que desde entonces se hizo en París activa propaganda, a fin de provocar la
revolución en España.
Dijo que en San Juan de Luz
comprendió que había sido engañado; pero que era tarde para retroceder. Gregorio
Izaguirre dijo que entró en el movimiento engañado por los que formaban el
grupo, y convencido de que iban al fracaso, a pesar de oír hablar a sus
compañeros, que con gran entusiasmo comentaban el favorable cambio que se
operaría en España, bajo la dirección del Conde de Romanones. Negó su
intervención en los sucesos, y aseguró que tenía el propósito de separarse del
grupo en la primera ocasión propicia que se le presentara.
Se leyó luego un informe
del Auditor de la Región, en que proponía que el procedimiento sumarísimo se
siguiera únicamente contra Enrique Gil Galaf, Julián Santillán
Rodríguez, Pablo Martín
Sánchez y José Vázquez Bouza, por ser los únicos cuya participación directa en
los sucesos habían podido determinarse concretamente, siguiéndose para los
demás el procedimiento ordinario.
A continuación se dio
lectura del decreto del Capitán general de la Región aceptando la propuesta del
Auditor y ordenando que el sumario se elevara a plenario.
Comenzó su informe de
acusación el fiscal, afirmando que la importancia de los hechos delictivos y su
carácter revolucionario exigían rapidez en el procedimiento y ejemplaridad en
el castigo.
En su consecuencia, pidió
la pena de muerte para los procesados Martín Sánchez, Gil Galaf y Santillán
Rodríguez, y la de seis años de prisión militar mayor, para
Márquez Bouza. El defensor
comenzó su informe diciendo que se estaba ante un caso de delincuencia
colectiva, pero no de codelincuencia, conceptos que examinó y especificó.
Afirmó que no había prueba
de que los procesados mataran a los Guardias civiles, ni de que disparasen contra
ellos. Si, como la ley preceptúa, se consideraba el hecho como colectivo de
índole especial, los acusados tendrían que ser considerados como meros
ejecutores del alzamiento contra la forma de gobierno o rebelión.
Dijo que ninguno de los
procesados fue sorprendido in fraganti delito, pues Vázquez Bouza iba
solo por la carretera, Martín Sánchez no llevaba armas, Santillán fue capturado
en el monte al día siguiente de los sucesos, sin oponer resistencia, a pesar de
llevar dos pistolas, y Gil Galaf no puede precisarse cuándo cayó herido, ni se
dice en el sumario que lo fuera por la fuerza pública, lo que prueba que la lesión que sufre
se la produjo un proyectil perdido. Respecto al reconocimiento en rueda de
presos, fue fácil, pues todos eran conocidos.
Sentó sus conclusiones en
forma alternativa, así:
-Primero. Los procesados,
menos Vázquez, son responsables de un delito contra la forma de gobierno, según
el caso tercero de la primera parte del artículo 184 del Código penal
ordinario, correspondiéndoles la pena de prisión mayor, en su grado máximo, a
reclusión temporal, en su grado mínimo.
-Segundo. En caso de
estimarse que el hecho no constituye delito contra la forma de gobierno y sí de
rebelión, será aplicable la pena señalada en la primera parte del artículo 246
del mismo Código,
-Tercero. No existiendo
circunstancias modificativas de la responsabilidad, corresponde imponer la pena
en su grado medio, o sea, de diez años y un día o doce años de prisión mayor.»
Para Vázquez Bouza pidió la
absolución.
* * *
La opinión censuró
duramente a los que, quedándose tranquilos en sus respectivos domicilios,
lanzaban a unos infelices a los peligros de perder la libertad o la vida.
Los revolucionarios del
68—se decía—, los Sagasta, Rivero, Becerra y otros, cuando organizaban una
revolución o un motín, se ponían al frente de los comprometidos, con su fusil
al brazo, y corrían los mismos peligros, y aun más, que la gente que les
ayudaba.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales