NOVILLADA EN
PORTUGALETE 9 DE ABRIL 1893
En la celebración de la Aste Nagusia Bilbao del año 1997
el dibujante, escritor y creador de “Don Celes” Luis del Olmo, bajo el título”
El escándalo taurino de Portugalete” publicó en el periódico “Bilbao” un jocoso
artículo que hacía referencia a otro publicado ciento treinta años atrás en el periódico Irurac bat. "Todo ocurrió el día 9 de
abril de 1893 en la plaza de toros de Portugalete, porque en aquellos tiempos
más o menos felices, la villa jarrillera además de ser una elegante colonia veraniega, tenía su propio coso
taurino y fue en este escenario donde el “Esparterito” y su cuadrilla intentaron lidiar una novillada cuyo
final supero con creces al famoso rosario de la Aurora que, según una tradición
andaluza, terminó con un reparto extraordinario de farolazos".
Irurac bat el 10 de abril de 1893: -La novillada de Portugalete estuvo a punto de acabar ayer tarde como el Rosario de la Aurora.
Digo, si es que verdaderamente no acabó así. Pero no
anticipemos los sucesos.
Presidió el señor secretario del gobernador civil. Ganado
de Zapata, de tres años y tres mil reales, según se decía. Cuadrilla de Esparterito,
con vistas al convenio de Vergara o cosa por el estilo.
PRIMERO:
Tomó siete varas. Paquiro puso un buen par a la media vuelta y otro de frente
muy bueno. El Murcia puso medio par a la media vuelta.
Comparece
el Esparterito… y se duerme en la suerte. ¿Quién es capaz de enumerar
los pinchazos y los descabellos que soltó? Le llama la Presidencia a celebrar
conferencia, y en ello salió el SEGUNDO:
Este
tomó once varas, sino mienten las crónicas. En la suerte de banderillas Esparterito
fue volteado, aunque sin consecuencias.
Vuelta a los pinchazos y a las medias
estocadas tirándose desde Gallarta. Se aburre el presidente y manda echar el
toro al corral. Si Esparterito se descuida un poco hubiera sido preciso
entrar en el chiquero al toro, pero mechado.
TERCERO:
Parecía una oveja. No tomó más que tres varas, pero sin detrimento para nadie.
Lo banderilla Esparterito, y no del todo mal.
Coge
luego los trastos de matar y hay de qué. No se acerca mayormente. Manda el
presidente que vuelva el toro al corral, y entonces Esparterito se pica
y despacha al bicho, sabe Dios como.
Le
llama el presidente y envía al Esparterito a la cárcel.
CUARTO:
Sale el toro cuarto y se monta la gran bronca. La cuadrilla, al verse sin jefe
se retira del redondel donde quedan solo los piqueros. Por cierto, que uno de
ellos fue herido por el toro en un pie.
Crece
la bronca. Apenas hay allí quien se entienda. Llueven sobre el redondel
botellas y otros comestibles. Sale el cabestro o lo que fuese y se pone a reñir
con el toro. El presidente llama al palco a la guardia civil. Se arrojan al
ruedo muchos individuos, uno de los cuales es cogido por el bicho, aunque sin
consecuencias. Como diría Estrañi:
Desde
el descubrimiento del vapor no se había visto un escándalo mayor. Hubo silbidos,
fueras gritos y descompuestos, enérgicos ademanes y otra porción de excesos. Y
no pasó más, gracias a la misericordia infinita.
Nosotros
creemos que la presidencia se precipitó en enviara a la cárcel al espada.
Debiera haberle dejado terminar la corrida, mal o bien y proceder después en
justicia. ¿Corrida hemos dicho? Lo que fue aquello nadie lo sabe.
A
última hora se nos dice que también fueron encerrados en la cárcel todos los individuos
de la cuadrilla.
¡Dios
nos coja confesados!
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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