CIERRE CARNICERIA
DE ABATXOLO, LE LLEGÓ EL DÍA
Eran
las doce menos diez, y los hermanos Estancona: Nekane, Txerra y Edu, aguardaban
con cierta expectación la visita del último cliente antes del cierre definitivo
de la carnicería.
En
el barrio de Abatxolo se había corrido la voz, tal cual fuera una de esas
tabernas que a partir de las siete de la tarde el pincho es gratis con la
consumición, que los Estancona a partir de las doce liquidarían las cuatro alas de pollo,
seis txuletillas de cordero y medio zancarrón de ternera, que a precio de
amigo aguardaban en el mostrador. Los frascos de las baldas no entraban en la oferta.
Fuera
por eso o porque ningún parroquiano se quería perder la despedida, a la hora que
marcaba el reloj en el interior de la carnicería ya eran decenas las personas
que esperaban en los alrededores el toque de las campanas de la Basílica de Santa María anunciando
el Ángelus del mediodía.
Los
que consiguieron entrar con el último tañido de campana, me aseguran que
salieron sin ninguna bolsa en las manos, porque estas estaban entretenidas
tejiendo los pañuelos con los que habían secado las lágrimas por la emoción de la despedida. Las muestras de cariño se repartieron por doquier. Yo sin estar ahí presente también he tenido la necesidad de
emocionarme con ellos, con los que entraban y con los que estaban detrás del
mostrador.
Ahora
a disfrutar.
Aurelio
Gutiérrez Martín de Vidales
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