NAUFRAGIO
BERGANTIN GOLETA JEANNE MARTHE MARZO 1863
CRÓNICA DE UN NAUFRAGIO
Apenas habían desaparecido entre
las embravecidas olas del mar Cantábrico los últimos restos del hermoso vapor Rita,
embarrancado en las playas de Algorta cuando un nuevo naufragio ha venido a
patentizar de una manera elocuentísima, la urgente necesidad tantas veces
encarecida por nosotros y que no nos cansaremos en encarecer, de construir un
puerto de refugio fuera de la barra de Bilbao, como el último medio de poner término
a las innumerables y sensibles desgracias que allí se suceden con una
frecuencia aterradora.
Un bergantín goleta francés que, impelido por el furioso temporal que reina hace días en aquellas costas creó en el caso extremo de intentar la entrada de la ría para librarse de un naufragio, que sus tripulantes consideraban inevitable, fue arrojado por los golpes de mar sobre los arenales del N. E., como lo había sido pocos días antes el Rita, y a no ser por el heroísmo de seis bravos marineros, que despreciando su propia existencia corrieron a salvar la de sus hermanos, no solo el buque, cuya pérdida era de todo punto inevitable, sino hasta el último de los individuos de su tripulación, hubiesen quedado sepultados para siempre en aquella costa inhospitalaria. He aquí cómo se refiere este triste acontecimiento en una carta de Las Arenas del 16 de marzo de 1863.
Ayer por la tarde la playa de las
Arenas fue teatro de una de esas escenas marítimas tan conmovedoras como
imponentes. El bergantín goleta Jeanne Marthe, a consecuencia sin
duda del espantoso temporal reinante, no pudiendo sostenerse por más tiempo en
la mar se aventuró acometer la barra a media marea y fue, como era natural,
arrojado por la grande mar sobre los bancos del N. E. próximos a ella.
A las cuatro y media se
encontraba atravesado sufriendo la furiosa rompiente de las olas y separada de
la tierra la gente que lo tripulaba por el abismo de esas mismas olas a
distancia de dos cables.
En la situación que ocupaba el
buque, era imposible fuera socorrido por las lanchas del puerto, cinco hombres
se distinguen subidos en los palos y aunque la fuerza del viento impedía oír sus
clamores se comprendía la angustiosa desesperación en que se hallaban.
El señor comandante de Marina, con motivo del Rita
se hallaba justamente en los momentos de la pérdida. Viendo la imprudencia de
enviar lanchas en auxilio de los náufragos, dispuso con los dependientes del
señor Ingeniero arrojar algunos cohetes con el| disparador que hay para estos
casos con intentó de darles un cabo, ¡pero la distancia y sobre lodo la
violencia de! viento lo impidieron. Entonces el inteligente capitán Araño, indicó
emplear uno de los botes salvavidas que perteneció al vapor Rita, y
acogida la idea como última esperanza, en breves momentos fue trasportada en
volandas la pequeña embarcación, y a la primera petición se presentaron seis
valientes marinos cuyos nombres ponemos a continuación, ofreciendo heroicamente
sus vidas para salvar a los desdichados que debían seguir con ansiedad
creciente, los movimientos de la gente de la playa.
El pequeño bote salva-vidas fue
llevado a hombros hasta tas mismas rompientes de la playa, y allí a flote sus
valientes tripulantes avanzaron sobre el hervidero de mares en busca de sus
compañeros de la goleta. Espectáculo imponente y admirable era el que ofrecía
la pequeña cáscara luchando con las embravecidas olas, pero avanzando siempre
al impulso del vigoroso aliento de los remadores hacia los náufragos. Un grito
de alegría y de entusiasmó salió del pecho de todos los que contemplaban la
heroica acción cuando el bote llegó al costado del bergantín goleta, y cuando
algunos momentos después desembarcó en la playa conduciendo los cinco hombres
que aguardaban la muerte bacia un instante en los palos, y el capitán cuyo mal estado
le había impedido subir con sus tripulantes. No es posible describir el
sentimiento general que en todos se experimentó al estrechar en sus brazos a
aquellos desgraciados y a los valientes marinos qué los había salvado.
Los nombres de los
valientes salvadores del Jeanne Marthe son:
De Algorta, Ramos de Larrondo, casado, Julián de Menchaca, ídem, Anastasio
Sánchez, soltero, y del vapor Pelayo los tripulantes, Víctor Ayala,
Braulio de la Hoz y Epifanio de Garay, los cuales según tenemos entendido serán
recomendados al Gobierno español por Marina y Fomento, y al francés. A los
anteriores hay que añadir al infatigable Arechabala, y a los capitanes Arano y
Andrés Cortina. El Clamor público, 21-03-1863
Los señores Arechavaleta y dos
marinos de Portugalete, así como los demás marineros que tomaron parte en los
salvamentos de la Sully, enero de 1863 y de la Jeanne Marthe,
marzo de 1863, buques naufragados en las playas próximas a la barra de
Portugalete, están de enhorabuena. Han llegado al departamento del Ferrol las
nueve medallas que les ha concedido el Emperador de los franceses por su
brillante comportamiento en los días de desgracia para los tripulantes de
aquellos buques. Espérense en breve en nuestra villa, y enseguida aquellos
valientes marinos colgarán sobre sus pechos la honrosa insignia quo les concede
el Emperador de los franceses. El Clamor público, 21-10-1863
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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