CIERRE DE LA CARNICERÍA EN ABATXOLO
Mi amigo Edu Estancona me envía el aviso de que el próximo sábado día 18 de mayo se cierra la carnicería por jubilación. Y al momento de recibir la noticia tengo sentimientos encontrados, alegría porque Joserra seguirá los pasos de su hermano Edu, y con ello los dos por fin podrán disponer del tiempo a su antojo, por lo cual les deseo que sea pleno de Salud y Felicidad.
Y por otra parte, porque con este cierre el barrio se ve privado de una de sus señas de identidad, la Carnicería, la de Adora, la de Estancona, daba igual el nombre, daba igual que a lo largo de su presencia no haya necesitado un rótulo para identificarla, todos los del barrio y algunos más sabíamos a ojos cerrados localizarla.
Y como me sucede cuando conozco noticias relacionadas con mi barrio, las imágenes de la carnicería revolotean en mi memoria y en ellas destaco aquella que me decía mi Ama, “Aurelito, vete a la carnicería y dile a Adora que Patri ha pescado jibiones”. Trueque y fiado, transacciones de antaño donde primaba la confianza, y donde a la gente del barrio de Abatxolo, ya lleno de familias trabajadoras jamás les faltó una tajada de carne en la mesa.
Hace cinco años dediqué un artículo en este blog al que para mi era el producto estrella de la carnicería, las salchichas, y con su reproducción, os animo a acudir esta semana antes de que se agoten. Las mías ya están encargadas y a mi vuelta a Portugalete me esperan en el congelador de mi hermana Araceli, que por cierto con sus 87 años y con el cierre de la carnicería se convierte en ilustre y veterana de la que fuera calle Abatxolo, hoy calle La Vid.
Edu te pido un favor, ahora que tienes tiempo, en tu desván de objetos perdidos busca y encuentra la antigua placa.
Edu, Txerra, eskerrik asko eta musu bero bat.
Si a cada uno de nosotros se nos preguntara cuál es nuestro plato favorito, seguro que habría una gran diversidad en la contestación. En mi caso la respuesta es sin ningún género de dudas, y por este orden, lentejas, salchichas, y arroz, preferentemente con conejo y además si es acompañado con alguna salchicha, mejor.
Pero no cualquier salchicha, salchichas las de “Edu”, las del Barrio. Las de Abatxolo. Esas salchichas que si a uno le preguntan cómo están hechas, la contestación es “que ni idea”, pero si me preguntas a que saben, la respuesta es, a Felicidad. Su fórmula, tan protegida como la de la coca cola.
Salchichas, que su saber comer se transmite de padres a hijos. Como es el caso de mi hija Lorea que desde su tierna infancia comparte la misma pasión que yo, y ahora es su hijo el que se pone feliz cuando le pones en el plato salchichas de Abatxolo. Un paquete de ellas es un regalo en cada visita. A Estancona no le conoce, ni sabe quién es, pero lo que sale de las manos de esta familia hace tiempo que lo sabe diferenciar en el paladar.
Mi pasión por ellas y su sabor es probable que radique, en mi infancia de hace cerca 60 años, cuando la comida en casa, como en la de la mayoría, se basaba en pan, patatas, habas, berza, coliflor, puerros, alubias, garbanzos, lentejas, arroz, macarrones, huevos y lo demás para las bodas y Navidad. El que mi Ama trajera salchichas de Adora, y estas fueran la excepción del menú, creo yo, que hizo que me uniera para toda la vida con ellas. Con estas, no con otras.
Tengo que decir, que, en Abatxolo, la carnicería
del Barrio, la que jamás ha tenido un rotulo para identificarla, cada cual la
ha llamado por el nombre que mejor le ha convenido. Para mí es la carnicería de
Edu, persona con la que compartí los días felices de la infancia, ese periodo
de la Vida que une a las personas.
Antaño, en mi casa se la decía, “la carnicería de Adora, la de Juli”, en cuyo interior también podías encontrarte con Eduardo y Toñín. Juntos formaban un equipo para atender a las familias del barrio, y bien lo debieron hacer para que la parroquia se mantenga fiel tantos años después. Fueron los tiempos en el que ciertas mujeres llamaban la atención del resto de la parroquia con aquella frase tan socorrida de “Dame de lo mejor que mi marido trabaja en la Gene”.
Sin la Gene, La Naval, AHV, la Babcock… con el Barrio avecindado de pensionistas y jóvenes con futuro laboral incierto, lo mejor se reparte a partes iguales.
Hoy al pie del cañón, es la carnicería de Edu, de Txerra, de Estancona, con Javi, con una sonrisa que se regala en cada venta, con los mismos ingredientes que antaño, con el mismo mimo y cariño, siguen llenado de ilusiones los platos de los comensales, grandes y pequeños, de Salchichas arte-sanas.
Otro día las morcillas. Igual de arte-sanas.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
Aurelio: Adora ¿tuvo carnicería en la plaza de abastos?
ResponderEliminarBai y su nieto Joserra con Txomin sus ultmos inquilinos.
EliminarMuy emotivo tu artículo de hoy. Y es que tratándose de recuerdos los mejores son los referidos a lo que podíamos comer de niños, incluido el olor de la cocina. Saludos Aurelio.
ResponderEliminarGracias.
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