NAUFRAGIO GOLETA
GUADALUPE 1859
En el mes de octubre de 1859 un
fuerte huracán no solo asoló las costas de Inglaterra, en el Cantábrico, el
puerto de Santander también se vió fuertemente afectado y en lo que respecta al
Abra la goleta Guadalupe sufrió el siguiente accidente:
El jueves 27 salieron de nuestro
puerto varios buques con rumbos diferentes, cuando asaltados por el duro viento
del O. N. O, y del N. N. O. tuvieron que virar para adentro y buscar puerto;
pero ni estos se hallaron a su alcance ni pudieron acometerles por causa del
estado del mar y del duro temporal. El sábado navegaban de arribada a Bilbao, y
uno en pos de otro, con una cerrazón extraordinaria, franqueaban la barra, no
sin grande exposición de perecer en ella por no poder avistar la señal de la
boliza, cuando en el Abra, asaltada la goleta Guadalupe el capitán Lequerica
que también buscaba refugio, se le rompieron los machos del timón y quedó sin
gobierno a merced del viento. Este la echó primero sobre la punta de S. Pelayo,
sitio expuesto y en donde hubieran perecido los tripulantes, y después de
hallarse allí varada un momento fue arrastrada de nuevo al opuesto de las
arenas de Guecho, en las que y entre el muelle del O. y la casa de las Arenas,
embarrancó profundamente.
En el instante de ser comunicado el
suceso a Bilbao, se trasladó allí el Sr. D. Víctor Velasco, 2º comandante de
marina, y sucesivamente lo hicieron el ingeniero del puerto Sr. Amado, los
armadores y corredores del buque y el representante de la compañía de seguros
marinos Lloyd Vascongado en la que estaba asegurada una parte de la
carga, consistente en harina y fierro para Palma (Mallorca). Dispusiéronse los
medios de salvar al buque, picose la jarcia, echándosle abajo las verjas,
alijósele de la carga, pero no se movió el Guadalupe de su lecho.
Hoy sigue la maniobra y se le
sacarán los palos para que esté más boyante, y aunque los bajos del casco se
hallan rotos, ya por estar la bodega llena de agua cuanto por haberse
descubierto sóbre la playa algunos sacos de harina arrancados por el mar, no están
perdidas las esperanzas de salvar al buque. Esto dependerá también del estado
de la mar, que, si se mantiene bella, contribuirá no poco a que se coronen de
un completo éxito los esfuerzos que se hacen para salvar al Guadalupe. Irurac
Bat 31 octubre 1859
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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