miércoles, 24 de julio de 2024

 

EL PERAL DE ABATXOLO



Cuando a comienzos del presente año por razones obvias decidimos cambiar la residencia de Bera por otra en Gasteiz, la de Santurtzi no se toca, un mar de dudas y reticencias me acompañaban en la toma de esta resolución.

Los amigos conocedores de mis inquietudes me animaban con el consabido” Gasteiz es una ciudad lisa, está bien comunicada, tiene muchos parques, etc.” Y yo a todos les contestaba. ¿dónde está el agua, que monte está lo más cerca de mi residencia, podré correr por pistas de tierra.? Cuando en el año 1996 compramos la casa de Bera, ver que el rio Bidasoa estaba a unos seis metros del portal fue definitivo para su compra. De la Ría y el Abra no hace falta ningún comentario, están presentes permanentemente.

Razón tienen que Vitoria-Gasteiz es una ciudad lisa, pero cuando paseas por ella, ojo avizor, porque hay que tener en cuenta que parece que el Giro, el Tour y la Vuelta juntos están en plena competición diaria, con infinidad de ciclistas y guitiberos modernos que aparecen por doquier rozándote las axilas. Los de los patinetes ya es para clasificarse en el circuito de Monza. He llegado a plantearme el uso obligatorio del casco para pasear por la ciudad.

Es cierto que es una ciudad limpia, acogedora y con personas amables, con amplias avenidas y abundantes calles, con un tráfico perfectamente regulado por semáforos y donde al día de hoy solo he visto a dos personas esperar el color verde del paso de peatón, a Asun y a un servidor. Hay momentos que en esa espera parecemos una atracción de feria.



El tema del agua lo he medio solucionado descubriendo que cerca de casa, a cinco minutos, se encuentra el embalse del Zadorra, y a su alrededor un circuito que lo circunvala, lo que me permitirá realizar mis tranquilos paseos y mis saludables carreras pedestres. Para más adelante investigaré la llamada Vía verde.

Lo de los parques, es verdad que hay abundantes, como también son abundantes los árboles que dan en estos días de verano una saludable sombra. De entre todos los árboles plantados, me ha llamado la atención la abundante presencia de ciruelos japoneses, y producto de tanta vegetación, las moscas, porque haberlas haylas.

Pero si hablamos de árboles frutales, me quedo con el peral de Abatxolo. Plantado frente al bar Flores, junto a la casa de Gil, creció a la par de mi adolescencia. Hoy majestuoso, guardián de otro peral más pequeño y con la compañía de un míspero, son los últimos vestigios y fuente de alimento gratuito de un barrio sepultado por el cemento.

Lo del monte en Gasteiz para otro día, mientras tanto, me tengo que conformar imaginándome que estoy en el torreón del monte Serantes o en la cima del monte Larhun cuando asomado a la ventana diviso una cordillera montañosa en la lejanía. Ahora toca llenar la ausencia de lo que uno añora.

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

 Gasteiz, 22 de julio de 2024

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