lunes, 29 de abril de 2024

 

NAUFRAGIO CORBETA LINDA NOVIEMBRE 1862

Crónica de un naufragio



Tenemos el sentimiento de anunciar a nuestros lectores que la corbeta Linda capitán Luzarraga que se dirigía a la Habana cargada de harinas, armas por valor de siete mil duros, y latería y con una gran cantidad de pasajeros, después de haber salido el domingo de nuestro puerto volvía de arribada a él esta mañana, así como otros varios buques, cuando al atravesar la barra, con mar grande y fuerte chubascos, ha quedado atravesada en la mojijonera del N. E. (Algorta) en una situación bastante comprometida. Las lanchas que han salido en su auxilio no han podido aproximarse a ella, pero la feliz coincidencia de ir bajando la marea da lugar a que los pasajeros puedan salvarse, aunque a la hora que escribimos, se hallan a bordo.

A continuación, una carta en la que se relatan algunos detalles que nosotros hemos pasado por alto. Dice así: Sr. Director del Irurac-bat. Algorta 12 de noviembre.

Muy señor mío: Hoy a los 6 y 50 minutos de la mañana acometió la barca Linda a la barra con mucha mar y viento fuerte achubascado. El primer golpe de mar le hizo barar, y el segundo le causó la pérdida del timón, Renegando en este estado a merced de los porrazos de mar zarpando la escollera de la parte N de la ría. Próximo al muelle de la misma parte quedó el buque en medio de las resacas que forman Las Arenas en este punto.

La confusión que naturalmente reinaba al principio entre los pasajeros y tripulantes llegó hasta el extremo de desnudarse dos de estos para arrojarse en brazos de una muerte casi segura. Allí permanecí hasta que observé que se habían tranquilizado.



Eran las ocho, cuando se presentaron algunos marineros de Portugalete, entre ellos el guarda-ría Sr. Arechavala. A corto rato se reunieron cuatro lanchas de Portugalete con el piloto mayor a bordo, y la del resguardo de mar, y abordando con bastante exposición, fueron con orden desembarcando los pasajeros y equipajes, sin que hubiese que lamentar desgracia alguna. El segundo comandante de Marina pasó abordo en una lancha y regresó dejando solos a los tripulantes.

En tal estado se personó con el Sr. Cortina el armador del buque, D. Andrés de Isasi, y en el momento en que le pedía parecer sobre el salvamento del aparejo etc., se hallaban dos lanchas al costado del buque recogiendo el resto de los equipajes y objetos sueltos, sin que un solo individuo subiese a aferrar, desenvergar y hacer otras operaciones que se requerían en el momento, pues bastante tenían á que atender para sujetar las lanchas al costado.

Entretanto se propuso al Sr. Isasi se tomase gente marinera y dispuesta para pasará bordo, y alistándose 17 hombres voluntarios y disponiendo que el mayordomo de la cofradía de Algorta fuese por tierra sobre la Escollera con 12 ó 14 hombres comunes, para recoger los objetos que se fueran desprendiendo del buque náufrago; se embarcaron y llegaron hasta él, pero en aquel momento viendo los tripulantes de las lanchas que los que llegaban, era gente de Algorta mandados por el Sr. Cortina, se armó una terrible cuestión, que no pudiéndose arreglar, dio por resultado el desatracarse las lanchas y por consecuencia los voluntarios que ya habían tomado la tabla de jarcia para desaparejar se descolgaron repentinamente y nadie quedó abordo a la mejor hora para hacer algo o mucho, en el salvamento del aparejo.



A la vista de este acto, pregunto yo ¿Las tripulaciones de las lanchas de Portugalete no estaban al costado, y sin embargo no eran bastantes para atender a todas las faenas? en semejantes momentos, ¿se debe atender a preferencia alguna? ¿había marineros de Portugalete en el muelle, cuando se avistaron y escogieron los marineros voluntarios? Además, no habiéndose dispuesto nada sobre la salvación de los intereses en1 peligro y después del desembarco de todos los náufragos, ¿no se hallaba el dueño en su derecho para aprovechar los momentos oportunos con los hombres decididos y conocedores que se le proporcionaban?.

La multitud de personas que habían asistido al sitio de la catástrofe, presenciaron al anochecer un espectáculo parecido al que se había verificado a las primeras horas de la mañana, pero sin que por fortuna tuviese el doloroso desenlace de este. El quechemarín Magdalena, venía a todo trapo en demanda del puerto hostigado por el desencadenado huracán que rugía sordamente, y la multitud presenciaba con interés y terror los esfuerzos de aquella pequeña embarcación que no se veía en determinados momentos en que parecía que las olas la enterraban en sus abismos. Al anochecer ya empezaba a verse cuajada la playa de objetos que salían de la Linda. Completamente desfondado el casco, la mar se encargaba de salvar entre sus espumas algunos restos del naufragio.

A última hora nos comunica un despacho telegráfico de Portugalete, que La Linda ha desaparecido en pedazos.

Grabados publicados en la revista," La Ilustración española y americana"

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

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