NO ES UNA GUERRA,
ES UN GENOCIDIO
Bilbao, seis de la tarde de este
caluroso sábado día 11 de noviembre, varios miles de personas acudimos a la
convocatoria en la Plaza Moyua para denunciar el genocidio de Israel contra el
pueblo palestino. Aun siendo muchos los reunidos, somos menos que los que puertas
adentro denuncian esta atrocidad. Cientos son las personas desinteresadas que
ocupan las aceras y los comercios bilbaínos mientras la manifestación por la
carretera se encamina a su meta. Se siente que hay mucha corada en lugar de corazones.
Escasa por no decir nula la
presencia de curas, frailes, monjas y políticos. Muchos de estos últimos, seguro que
avisados con antelación de la no presencia de ETB, y por lo tanto sin opción a ocupar
cacho en los noticieros, habrán declinado su presencia. Además, bien ocupados y
distraídos estarán con el ábaco particular haciendo cálculos de los beneficios obtenidos de sus negocios con Sánchez.
Y a la par que esto sucedía en el centro de Bilbao, las
bombas israelíes seguían cayendo sobre diversos hospitales de Gaza mientras
mujeres palestinas parían con lágrimas de sangre neonatos que no verán el
mañana. Una muestra más de la barbarie que genera el más fuerte en un conflicto armado, en este caso Israel.
Además, siendo el dolor universal, mi conciencia me dicta simpatizar con los familiares de las
víctimas asesinadas y las personas secuestradas y encarceladas en Gaza e
Israel, motivo que no justifica de ninguna de las maneras este genocidio con el pueblo palestino. Un clamor mundial reclama el fin de esta desigual guerra. Más de 12.000 víctimas merecen el reposo del fin del conflicto.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales
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