jueves, 24 de octubre de 2024

 

EL VIAJE REGIO

VISITA DE SS. M.M. Y AA. A VITORIA SETIEMBRE 1887



Setiembre de 1887 fue un  mes pleno de acontecimientos para la Reina regente María Cristina que, acompañada de sus hijos y séquito, visitaría entre otras las ciudades de: San Sebastián, Bilbao, Portugalete (en esta villa sería testigo de la colocación de la última piedra en el Muelle de Hierro), Durango, Pamplona, terminando su periplo vacacional en el norte de España en la ciudad de Vitoria.

Esta es la crónica publicada en el periódico La Ilustración Española y Americana el 15 de octubre de 1887 de su visita a Vitoria.

“En la larde del 26 de Septiembre próximo pasado la Real familia llegó a la capital de Álava, siendo recibida en la estación por las autoridades civiles y militares, el Ayuntamiento y la Diputación provincial, algunos senadores y diputados a Cortes, la Audiencia, comisiones de la ciudad y una muchedumbre entusiasta que vitoreó y aclamó al Rey niño y a la Reina Regente.

La población estaba engalanada con sencillez y buen gusto, en las calles flotaban numerosas banderas y flámulas, y los balcones lucían vistosas colgaduras.  En la de la Constitución había un arco de tres cuerpos erigido a expensas del Ayuntamiento y la Diputación provincial, y en la de la Estación, un castillete costeado por la guarnición. En la cuesta de San Francisco, junto al teatro, se alzaba otro arco lindísimo, hecho también por los cuerpos militares. Varios edificios públicos v de particulares aparecían decorados con lujo, entre ellos el Circulo Vitoriano, en cuya fachada había una rica bandera nacional de seda, con inscripciones dedicadas al Rey y a la Reina Regente.

La comitiva regia, formada a la salida de la estación, dirigióse a la catedral de Santa María entre los vítores de la multitud, y en el bellísimo pórtico principal del templo, la Real familia fue recibida bajo palio por el Ilmo. Sr. Obispo y el clero capitular, cantándose en seguida un solemne Te Deum.

En el dibujo del natural por el Sr. Comba, figura una viñeta que representa la llegada de SS.MM. y AA. ante la iglesia principal de Vitoria.



Es la catedral de Santa María un bello edificio gótico del siglo XIV, erigido en el solar de antiguo templo románico que, en 1181, mejor dicho, en el largo período de guerras y treguas entre los reyes de Castilla y de Navarra, que duró hasta los primeros años del siglo XIII, era a la vez iglesia y fortaleza, como otros edificios de la misma época, y aun de época posterior, en varias ciudades de Castilla. Son obras notables sus portadas principal y lateral, sus naves, su crucero, su capilla mayor, que se eleva en el centro de éste, sus enterramientos. Consérvense en la sacristía, entre otras joyas artísticas, la sublime Concepción de Carreño, el cuadro La Piedad (que se atribuye a Van Dick) dos cruces de plata y oro primorosamente labradas.

El machete vitoriano, se conservó hasta el año 1841 en la parte exterior del ábside de la iglesia de San Miguel erigida sobre las ruinas de un templo románico, y en la cual se venera la imagen de la Virgen Blanca, patrona de Vitoria. Puesta la mano derecha sobre ese machete, el síndico de la ciudad, al tomar posesión de su cargo, juraba cumplirle lealmente, so pena de que le cortaran la cabeza, en el caso contrario, con un alfanje de hierro y acero semejante al citado machete, o con el mismo machete; y el último juramento de esta clase se prestó en 1841, fecha en que aquel objeto histórico fue trasladado a los archivos de la ciudad, poniéndose una lápida conmemorativa, que todavía existe, debajo del sitio donde antes estuvo.




La Real familia se dirigió, después del Te Deum, a la calle de la Estación, para presenciar el desfile de las tropas, había allí una elegante tribuna, en la que S. M. la Reina ocupó el asiento de honor, teniendo al Rey niño (en brazos de la nodriza) a su derecha y a la Princesa de Asturias en el lado de la izquierda, sentándose la infantita Dª. María Teresa delante de su augusta madre. Desfilaron ante SS. MM. y AA. cuatro batallones de cazadores, dos regimientos de caballería v un regimiento de artillería, cuyas secciones dieron los vivas de ordenanza al Rey y a la Reina Regente, repitiéndolos en clamor inmenso la muchedumbre que llenaba la ancha vía y la contigua plaza de San Prudencio.

La Reina visitó en seguida el hospital civil de Santiago y el Hospicio, benéficos establecimientos que sostiene la caridad pública, y después se dirigió al palacio de la Diputación, siendo objeto de ovación entusiasta, en la plaza de la Constitución, al llegar ante la puerta del Real alojamiento, muchas señoras vitorianas que ocupaban espaciosas tribunas a los lados del edificio, aclamaron a SS. MM., y arrojaron palomas, flores y poesías, y el gentío que llenaba la ancha plaza contestaba con vítores y aclamaciones.



La Diputación de Álava no tuvo palacio propio hasta bien entrado el siglo XVII, y la Corporación celebraba sus sesiones en la sala principal del hospital de Santiago, o bien en casa del diputado general, y algunas veces en la portería o el refectorio del convento de San Francisco. El palacio que ahora posee en la plaza de la Constitución fue comenzado en 1831, bajo a dirección y planos del arquitecto Sr. Saracibar, y después de larga suspensión de las obras en los años de la primera guerra carlista, concluyese el primer cuerpo en 1844y el segundo en 1858.

El salón de Sesiones, que recibe luz cenital por esbelta rotonda, está decorado con seis estatuas que representan al Conde Vela Jiménez, a Fernán-González, a Alfonso XI, a Isabel la Católica, al emperador Carlos V y al fundador de la dinastía borbónica Felipe V. Detrás de la cabecera del Salón está la capilla, donde hay que admirar un magnífico lienzo de Ribera, Cristo crucificado, y en la inmediata sala de remates se ve otro cuadro del mismo famoso autor, que representa a los apóstoles San Pedro y San Pablo.  En el primer cuerpo de la fachada principal a los lados del pórtico, aparecen dos buenas estatuas que figuran a los diputados generales Sres. D. Prudencio María de Verástegui y D. Ricardo de Álava.

La antigua Diputación foral constaba del diputado general, los procuradores del pueblo (nombrados por éste), los alcaldes de la hermandad donde la Diputación se reunía y los secretarios por ciudades y villas. Este pequeño congreso alavés celebraba sesiones dos veces al año, en 4 de Mayo y en 18 de Noviembre. El diputado general era el presidente, el jefe único, tanto civil como político y militar, y se titulaba también Maestre de campo y Comisario.





El citado dibujo del Sr. Comba, en la viñeta que recuerda la llegada de SS. MM. y AA. a su alojamiento, presenta una vista de la fachada principal del edificio. Añadiremos que en el mismo dibujo está representada la célebre Casa del Cordón, sita en la calle de la Cuchillería, número 22. Fue edificada a fines del siglo XIV v empieza a delinearse en ella el carácter de la arquitectura civil, digámoslo así, que tuvo luego tan magnifico desarrollo en varios palacios señoriales de los siglos XV y XVI. Asegurase que moraba en ella el cardenal Adriano, antes deán de Lovaina y preceptor del hijo primogénito de Dª. Juana la Loca y Felipe el Hermoso, cuando fue elevado al solio pontificio, por fallecimiento del papa León X en 1532, y que en ella recibió al mensajero de su augusto discípulo Carlos V,que le llevó la noticia de la elección efectuada por el cónclave.

Tiene tal nombre popular por el grueso cordón de piedra, anudado a trechos, como el cilicio de un hábito franciscano, que decora el arco ojival de la gran portada y también la puerta contigua. El que fue suntuoso palacio de los Condestables de Castilla, en Burgos, construido en el último cuarto del siglo XV, se llama también Casa del Cordón, en frase popular, y por igual extraño decorado en la fachada principal.

Por último, el tipo de guardia municipal o ministro (que tal nombre se da en Vitoria a los guardias del Ayuntamiento) es realmente original. Viste negro traje de etiqueta (véase el mismo dibujo), no muy correcto en ocasiones, o sea frac, sombrero de tres picos y guante blanco, y tiene por armas, no espada ni revólver de reglamento, sino un flexible junco, lo que demuestra el respeto que la ley obtiene en la culta Vitoria.



A las diez de la noche, después de la recepción y la comida oficial que se celebraron en el Palacio y mientras lucían en calles y plazas esplendentes y bien combinadas iluminaciones, se efectuó la retreta militar, formaban en ella las músicas y bandas de todos los cuerpos de la guarnición, y más de mil soldados con luces, figurando en último término una preciosa carroza que semejaba un trono, con el retrato de la Reina Regente.

La retreta pasó entre apiñada multitud por las principales calles y cuando en la plaza de la Constitución asomáronse SS.MM. y AA. a los balcones del edificio, los soldados y el pueblo prorrumpieron en vivas entusiastas.

Nuestros lectores no ignoran que la Real familia partió de Vitoria a las ocho de la mañana del 27, y deteniéndose pocos minutos en las estaciones de Burgos y Valladolid, para recibir el homenaje de respeto de las autoridades, y en la del Escorial, donde S. A. R, la infanta Dª, Isabel se incorporó con la regia comitiva, llegó a las ocho y media de la noche a la capital de España.

No terminaremos esta breve crónica del viaje regio sin dar sinceras gracias, en nombre del Sr. Comba…”

Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales

 

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